Capítulo 1: Recuerdos en la llanura
Era de noche. Aure galopaba lo más rápido que podía. Laureth iba encima de ella. Las dos escapaban de Edoras ,de Rohan.
Habían acusado a Laureth de traicionar al Rey, cuando sólo informaba sobre el estado de los campos y pueblos, si había movimientos extraños...
Todo había cambiado en Edoras. La culpa la tenía Grima..."Grima... y pensar que yo te ayudé a estar donde tu estás...”, pensaba Laureth. Eran amigos de la infancia. Juntos habían pasado muchos momentos alegres y tristes. Pero siempre habían estado juntos... Mucho niños se metían con Grima por su aspecto físico (que no era comparable con el típico rohirrim), y Laureth le defendía, diciendo que no debían juzgar a una persona antes de conocerla... Nadie tenia nada contra Laureth así que no le discutían. En ese entonces, su padre y el padre de Grima iban al mismo eored, y eran muy amigos... Laureth nunca se imaginaria que llegase a hacerle eso... Aunque era verdad que el no le ayudaba cuando ella se caía o cuando tenia un problema...
Muchas veces ellos (sus amigos y amigas) le dijeron que se separase de él, que no merecía estar con ella. "¡¡Ojalá os hubiera hecho caso antes, hermanos!!”.
-¡¡¡¡Maldita sea!!!- gritó de repente Laureth... No tendría que haber creído tanto en una persona como Grima.
Aure, su yegua marrón oscuro, se paró. Sacudió su cabeza, preocupada.
-No sucede nada, compañera... estoy bien- Laureth le pego unos golpecitos cariñosos en la cabeza.
Había una leyenda en Rohan que decía que los espíritus de los caballeros caídos, volvían en forma de caballo. Laureth no creía en eso, hasta que se encontró con Aure. Pudo ver en sus ojos lo misma expresión que los de su difunta abuela.
Aun se acordaba de cómo se la encontró... Laureth se cayo de su caballo cuando iba a llevar un mensaje al Folde Oeste. Se cayo de una forma tan extraña que se rompió su brazo, y por las heridas no podía levantarse. Aure apareció en ese momento y dejo que Laureth se subiera encima de ella.
-Vamos, compañera, continua... nos queda un largo camino de huida. Si nos encuentran aquí nos mataran, ya lo sabes.- Aure sacudió la cabeza y continuo galopando.
A Laureth le encantaba esa yegua, leia su pensamiento y sin necesidad de que Laureth la diera la orden. ”Gracias por estar conmigo, compañera.”
Pensó en todo lo que iba a dejar atrás: a sus amigas, a su familia, a sus únicos amig@s verdaderos... Le saltaron las lagrimas solo de pensarlo... dejarlo todo atrás, todo...
“Bueno, no lo he perdido todo... tengo a mi yegua, un poco de dinero, mis plantas curativas, la miel... mis amuletos...”. Era lo único que le quedaba a Laureth. No sabia adonde se iba a ir, ni donde viviría, pues todo lo que era estaba en Rohan.
Aure se volvió a parar. Resoplaba. Estaba cansada.
Laureth se bajó de Aure. Busco un sitio seguro. Pero no había ninguno. Estaba en medio de la Llanura. Busco una roca o algo en que esconderse, pero la oscuridad de la noche no la dejaba ver nada. Palpo la montura y encontró una antorcha...”me falta el fuego.”, Penso Laureth.
Continuó observando la oscuridad. Había un fuego cerca... Le molestaron todas las dudas;¿ serian rohirrim? ¿Amigos o enemigos?. Aure tiro de las riendas. Parecía que quería que Laureth fuera hacia el fuego. Laureth la siguió.
Se asomó y no vio a nadie. El campamento tenia pinta de haber sido utilizado recientemente. Había restos de comida cerca del fuego.y algunas mantas tiradas en el suelo. ”Esto es muy extraño”, penso Laureth. Aure seguía tirando hacia el fuego. Tenia frío. Laureth se acerco al fuego con una mano en la empuñadura de una espada... No vio a nadie.
Le quitó la montura a Aure, sin dejar de mirar hacia todos los rincones oscuros. Como no veía a nadie dejo a Aure pastar y comer un poco de hierba. Laureth se quito la espada y su arco y carcaj de su espalda. Se acostó en el suelo y cerro los ojos. No quería pensar en nada de lo que le había pasado. Pero tenia que pensar en que trabajaría para ganarse la vida... Sabia curar bastante bien, como mensajera le iría bien, como guerrera, fatal. También sabia tratar con las aves rayadas que fabricaban miel... “Ya veré lo que voy a hacer “, suspiro Laureth.
Miró a su alrededor. Seguía preguntándose dónde estarían y quienes serian los que habían acampado allí. Miro al suelo y vio varias armas. Cogió una espada que había en el suelo. Estaba manchada de sangre negra. Laureth se sacudió. Penso que no tendria que tocar nada que no fuera de ella, pero la curiosidad la comía.
Aure se encabritó de repente y Laureth se fue de sus pensamientos y salto hacia delante. Desenvaino la espada. Sintió como si alguien le cogiese de los brazos con una fuerza tremenda. Se le cayo la espada de la mano. Pero con la otra le pego un golpe en lo que ella creía que era su cabeza. No erró el golpe. Escucho una maldición... pero no era de un orco. Era de un rohirrim. A Laureth le entro pánico, podrían llevarle a Edoras y allí la matarían. Cogió otra vez su espada del suelo. No veía a su oponente así que no podía atacar. Escuchaba como hablaban entre sí, pero con el miedo, no pudo saber nada.
Se acercó uno gritando, y Laureth se defendió con su espada. Un sonido metálico inunda la Llanura. No podía separarse de ese golpe. Sentía el aliento de su contrincante en la frente. Se acercaba otro por su espalda. Ella se separo de su primer contrincante, y se giro. No podía matar a un hermano, asi que tuvo cuidado y movió la espada suavemente a tientas. De repente sintió tres aceros cerca de su cuello. Su corazón empezó a palpitar enloquecido. No tiro su espada pero quería hacerlo y saber quienes eran.
Miró hacia su lado derecho y vio unos ojos azules que le miraban agresivamente. Era un rohirrim. Todos los que la rodeaban lo eran. Tendría que moverse rápido o si no la tomarían como una ladrona.
Capítulo 2: Lucha en la Oscuridad
Laureth no sabía qué movimiento tenía que hacer para liberarse de esas tres personas. Sabia que si se quedaba quieta le atravesarían el cuello o algo peor.
Se agachó y con un movimiento rápido le hizo una zancadilla al de su derecha. Se levanto y se fue hacia el fuego para intentar ver mas a sus contrincantes. No pudo continuar con su espada, así que la tiró.
Le pararon la retirada. Le cogieron del cuello, con una brutalidad que nunca se la habría esperado de un rohirrim. Sintió como si la sangre que tenia en todo el cuerpo subiese a la cabeza. Después, le pegaron en la barriga, y tuvo ganas de rendirse y dejarse morir. Pero, se lo penso mejor y cogió el brazo que tenia en el cuello y se lo intento quitar. Le volvieron a pegar en la barriga. Pego varias patadas hacia delante y escucho varias quejas y maldiciones. “Ya puedo quitarme a este pesado de encima”, penso Laureth. Volvió a coger al que le estaba dejando sin aire. Sentía que se estaba debilitando y eso no le gustaba. Con sus ultimas energías se soltó el cuello de su horca dando una vuelta, pero ahora no la tenían cogida del cuello sino de la muñeca.
Pudo ver a su contrincante fugazmente. Tenia el cabello rubio, ahora despeinado por la batalla, los ojos azules muy penetrantes, era un poco mas alto que ella y estaba ceñudo.
-¡Derufod, cuidado!- escuchó Laureth.
El que la tenía cogida la soltó un segundo. Laureth intento irse al fuego, pero lo que parecía ser una flecha le pego en la pierna. Sintió una punzada de dolor que le paralizo todo el lado derecho. Intento volver a moverse, pero alguien le cogió del brazo. Se lo doblo hacia atrás. Laureth suspiró. Ese brazo aun no estaba curado del todo. El dolor hizo que se desmayase. Vio a sus contrincantes. Eran dos, mas el que tenia detrás, tres. Uno de los que vio tendría unos treinta años, el otro unos veinte. No pudo distinguir nada más. Se le nubló la vista.
Capítulo 3: Dudas
Derufod miró a la persona que había hurgado dentro de sus pertenencias con desprecio... “Quien hubiera imaginado que hay gente como esta en Rohan.” Aún así se acercó con curiosidad para ver si le había matado. Al acercarse olió un persume que no era normal de un hombre... Olía a flores... Se acercó más. En la oscuridad no vio nada, así que le pidió a su compañero Arod que acercase el fuego.
Arod y Derufod se conocieron de niños, eran como hermanos aunque no fuesen de la misma família.
Arod se acercó con un gesto de desprecio hacia esa persona. Derufod le dijo lo que pensaba y Arod exclamó:
- Esto no es una mujer, es un ladrón de las Llanuras... Dicen que empiezan a haber gentes extrañas entrar por las fronteras... ¿Y si es un hombre salvaje?-
- No lo es, en verdad.- Elfhild, el tercer miembro de la banda se acercó.- No llevaría esa ropa...
Elfhild dio la vuelta al supuesto ladrón y todos vieron la cara de Laureth, con un poco de sangre en la boca por los golpes recibidos.
- ¡¡Una mujer!!- Derufod se apartó con miedo. Se suponía que las mujeres no atacaban ni hurguían en las cosas de los demás.- No hemos podido atacar a una mujer...
- Ella nos atacó primero...- Elfhild defendió su postura.- Además las mujeres no atacan ni llevan armas...- Elfhild cogió la espada de Laureth y la probó- de guerrero.
- Creo que no està bien atacar a una mujer... Nos pueden ejar de Rohan.- Derufod se desesperaba por momentos.
- No es una mujer... Es una... ¿rohirrim?- Arod enseñó a Aure, la yegua de Laureth. En la montura tenía sus mantas, una lanza, unos puñales por si acaso, unas hierbas, ropa y una pequeña cota de cuero.
Los tres se miraron interrogantes. Derufod se acercó a Laureth y la acercó a su cara para verla mejor. En el cuello llevaba un caballo sobre dos patas, de un metal parecido a la plata y con dos piedras azules en lo ojos del caballo. Ese símbolo le sonaba mucho, lo había visto mucho. Le quitó el collar a Laureth y se lo enseñó a sus compañeros:
- ¿Os suena, igual que a mí?-
- Eored...- Derufod se puso la mano en el corazón pensando en su antiguo compañero... muerto. Le salvó la vida en una batalla en los vados del Isen.- ¿Puede ser su hija?
- - ¿Hija de quién?- Arod no sabía de lo que estaban hablando.- No conozco a ese tal Eored...
- Nadie lo conocía... Solo se sabe que tenía una mujer gondoriana y una hija... y un hijo también, creo recordar...
Derufod pestañeó. No sabía mucho de los gondorianos, pero observó a Laureth y no la vió como todas las rohanianas que había visto...
- ¿Entonces que hacemos? ¿Dónde la llevamos?
- No lo sé... No estoy seguro... Tendríamos que esperar a que despertase y así saber algo más de ella...- Elfhild se aferraba a la idea de que fuese la hija de Eored, al quien tenía que devolver el favor...
- Esperemos a que despierte, pues.- Propuso Arod.
Capítulo 4:
Laureth se despertó en el suelo. Sentía como si su cabeza fuera a reventar en cualquier momento. Tosió un poco y se limpió los labios. Intentó levantarse, pero cayó de cabeza al suelo con el brazo dolorido. Se lo miró. “Ultimamente no tengo nada de suerte...”.
Se apoyó en el brazo izquierdo y subió. Caminó hacia una roca que había ahí delante, pero su pierna izquierda falló. Se maldijo a ella misma en voz baja por estar tan mal. Sintió movimiento detrás suyo y se giró con miedo. Aure le chupó la cara y le acarició. Laureth le devolvió el saludo.
- ¿Qué sucede, cosita?- Laureth se rió. Nunca le había visto tan asustada. Se acordó de porqué ella estaba con esas heridas y supo lo que asustaba a Aure.- ¿Siguen estando aquí? ¿Tú lo sabes?
Aure respondió con un soplido.
- Entiendo... - Laureth vio que sus cosas estaban en su sitio. Sus armas, su ropa, su montura, su yegua...
- No robamos como vos... - Una voz de hombre sonó detrás suyo. Laureth se giró haciendo el gesto de desenvainar la espada y le dolió el brazo. Suspiró, pero se mantuvo firme. No era una ladrona y lo iba a demostrar.
- ¿Buscáis esto?- El hombre que tenía delante se acercó unos pasos y le enseñó su espada. Laureth se agachó para coger su arco y escuchó decirle que no lo intentase. Demasiado tarde. La pierna de Laureth falló y se cayó de espaldas. Laureth soltó unas lágrimas de dolor, pero se las secó enseguida.
- No es nada malo llorar.- Derufod se acercó a Laureth y ésta se separó un poco. “Maldito brazo”, pensó Laureth.
- No sé porqué una dama como vos va mirando las cosas de los demás y huye de rohanianos como nosotros...
Laureth giró la cabeza en actitud de reproche.
- Sabes hablar, pero no quieres hablarme...
Laureth continuó sin hablar.
- Está bien, no me hables. Te toca hacer la guardia a ti...
Laureth se giró, cabreada.
- No sé porqué me decís “ladrona” si yo no os he dicho “agresivos” o “maltratadores”.-
- Porque no pensáis en eso.- rió Derufod.
- Creo que sé mejor que vos lo que pienso...
- ¿Sí? Perdonadme.
- No os burléis de mí, cuando estoy indefensa. Además no he escuchado las disculpas por el brazo roto.
- Yo tampoco he escuchado vuestras disculpas por haber “hurgado” en mis cosas.
- Yo no he “hurgado”, como vos decís, en vuestras cosas... - Laureth se calló. ÉL TENÍA RAZÓN. Derufod la miró como esperando una réplica feroz. Había visto a muchas mujeres nobles y siempre le habían llevado la contraria.- No quería entrar en vuestra intimidad ni hurgar en vuestras cosas, esta maldita curiosidad algún día me matará... - Laureth suspiró y empezó a llorar.
Derufod pestañeó. ¿Cómo? Ella le había dicho perdón a la primera y después se ha puesto a llorar. Derufod se sintió mal de haber causado ese sentimiento a ella. Derufod se acercó y le dio unas palmadas en el hombro.
- No es necesario que te pongas así. No me has robado nada y tampoco te has adentrado en mi intimidad. ¡Cómo si una espada fuera intimidad!.
Laureth le sonrió aún con lágrimas en los ojos.
- Bueno, me imagino que tienes razón... Pero siento haberlo hecho...
- No hace falta que lo repitas tanto, ya sé que lo sientes... - Le cortó Derufod- Además, estás mejor sin lágrimas... - Derufod le sonrió, no se le daba muy bien el coqueteo, pero Laureth le devolvió la sonrisa.
- Perdona... Me llamo Laureth. Encantada.- Movió la cabeza a modo de saludo.
- Derufod, de los Vados del Isen...
- ¿Nacisteis ahí? Creo saber que siempre esa zona estaba atacada...
- Bueno... No nací ahí exactamente, no lo sé en verdad, pero me gustaría que me llamasen así... Queda más noble, ¿No crees?
- No me gustan mucho los títulos nobiliarios... Yo tengo varios de los que no sé el nombre... - Laureth subió los hombros.
Derufod pestañeó.
- Entonces, ¿No tenéis tampoco a alguien con quien casaros?
Laureth subió las cejas.
- No me gustan los nobles... Se piensan que están por encima de las mujeres y no es así...
- ¿Y qué hacíais aquí? ¿Huyendo?
Laureth se movió intranquila.
- Me han desterrado... Por algo que yo no hice... Y me dirigía a Gondor, para probar fortuna ahí... - Laureth vio el efecto que había hecho en Derufod. Le miraba fijamente a los ojos. Laureth tuvo miedo entonces.
- ¿Teneis familiares en Gondor?- Preguntó Derufod. Laureth afirmó con la cabeza.- Pues estarías mejor en Gondor...
- Si me dejais marchar, iré corriendo. He perdido tiempo y os he hecho perder tiempo...
- No os podéis ir con la pierna y el brazo mal... Si os atacan no podréis defenderos...
Laureth le sonrió, agradecida.
- Si he conseguido aguantar a todos los rohirrim pesados podré aguantar ahora...
- Te lo pido como favor... - Derufod se acercó más a Laureth.- Por favor...
- Bien, pero... Necesito salir de Rohan enseguida y seré solo un bulto pesado en el equipaje...
- Yo no lo creo así... - Derufod le susurró unas palabras en un idioma extraño para ella, pero supo más o menos lo que le decía. Laureth rió entre dientes.
- Si os ponéis así, me quedaré... - Laureth le sonrió y le acarició le mejilla a Derufod.
Éste se levantó, rojo para que Laureth no lo viera. Dijo algo y se fue. Laureth sonrió más abiertamente. Nunca había sentido nada igual... Suspiró.
Capítulo 5:
Derufod levantó a sus compañeros, sacudiéndolos. Arod solo susurró o suplicó algo, pero no se levantó. Derufod sacudió a Elfhild, quien se levantó, como de una pesadilla. Derufod se apartó de un salto.
- ¿Pero quién...?- Elfhild miró la cara de asombro de su compañero y cambió el tono.- No me ha pasado nada, solo una pesadilla, un mal sueño que... - Elfhild iba a contarle la historia a Derufod, pero éste negó con la cabeza.
- No hace falta que me lo cuentes... Además, duermes mal durante estos últimos días y..
- ¿A qué venías?- Elfhild se frotó los ojos, desviando la cabeza hacia otra parte.
- Elfhild, ¿te encuentras bien?- Derufod le colocó la mano en el hombro. Elfhild negó con la cabeza.
- No te preocupes por un anciano, tienes cosas más importantes en que pensar.
Buscó con la mirada a Laureth, que estaba hablando con su yegua. Sonrió a Derufod y éste no supo a qué se debía la sonrisa.
- Se llama Laureth, y tiene que irse de Rohan, pues la persiguen. Y no puede ir herida a ninguna parte y...- Derufod bajó la mirada.
- ¿Y?- Elfhild se temía lo peor de ese jovenzuelo sin experiencia.
- Y le he dicho que le acompañaría hasta las fronteras de Rohan, al menos. No puede ir por ahí con esas heridas, ¿no?
- ¡¡¡Pero, Derufooooddd!!!- Elfhild se cabreó de repente.- Tu sabes que tienes que estar dentro de poco en Edoras para traer noticias y Arod y yo estaremos en un eored dentro de poco, y no podemos faltar...
- ¡Pero, Elfhild! No puede ir por ahí sola. Y solo la acompañaré yo... No os pasará nada a Arod y a ti...
Elfhild suspiró. Derufod se había enamorado y haría lo que fuese para conseguir lo que necesitaba: Estar sola con Laureth.
- Hijo, sabes lo que he tenido que hacer para que tú pudieses entrar de rohirrim, ¿eh?- Derufod dijo que no con la cabeza.- Bien, mucho. ¿Vas a desperdiciar esta oportunidad, pequeño?
Derufod bajó la cabeza.
- Pero yo... Elfhild, nunca había sentido algo igual por una persona y... No es igual al resto de mujeres y...- Derufod suspiró.
- ¿Y quieres que nosotros la acompañemos a las Fronteras, aun sabiendo lo que nos puede pasar?
- ¿Y a ella? ¿Qué le sucederá a ella?
Elfhild miró la cara de Derufod. Parecía un niño pequeño intentando que su padre le diese permiso para montar a un caballo encabritado.
- Derufod, ¿Con qué cabeza estás pensando? ¿Con la que llevas sobre los hombros o la entrepierna?
- Con ambas, supongo... - Derufod subió los hombros- ¡¿ A qué venía eso?!
- Intenta evitar los pensamientos que llegan desde tu segunda cabeza, pues si no, puedes perecer...
- ¿Nos vamos con ella?- Arod se levantó. Se fue al lado de Derufod y le dio un golpe con el codo en su brazo.- Pillín, anda que...
- ¿Y tú, porque dices eso?- Derufod se desprendió del lado de Arod.
- ¡Jas, jas! Siempre te quedas con las mejores...
Laureth se giró sintiendo que estaban hablando de ella. Vio como Arod y Derufod se empezaron a pelear en la tierra. Laureth abrió los ojos mucho.
- Tranquila, siempre están así.- Elfhild apareció frente a ella.
- Se quieren mucho, entonces... - Laureth se calló viendo que Elfhild la miraba serio. Elfhild cambió el semblante.
- Demasiado, la verdad. Son como hermanos... ¿Te ayudo con el equipaje?
- Oh, no, gracias.- Laureth bajó la cabeza y cogió su arco del suelo apagando un grito de dolor.
- No se porque haces eso. No te haría nada.
Laureth le miró sin saber qué hacer. Elfhild sonrió.
- Entiendo que no confíes en nosotros, pero nosotros si que lo estamos haciendo, así que...
- ¿Sois Elfhild?- Laureth le miró a los ojos.- Creo que habláis siempre igual...
- Lo soy.
- Siento mucho haberme comportado así contigo, pero no sabía que eras tu... Y, mi padre me dejó esto para ti... - Laureth cogió un bulto de su montura y se lo mostró.
Elfhild sonrió al descubrir que era su antigua espada, la que le rompió Eored cuando eran jóvenes y discutieron.
- No pensaba que me la iba a devolver... Pero, - Elfhild movió la espada, moviéndola- Me gusta. Tu padre era un genio con la espada.
- Lo era.- Laureth suspiró.- Creo que con la espada quería decir que defendieses tu punto débil... Nunca lo entendí.
Elfhild sonrió. “Eored, siempre cuidando a los demás”. Envainó la espada al mismo tiempo que Derufod y Arod salían de su pelea matutina.
- ¿Nueva espada? ¡Qué suerte tienes!- Arod se acercó con curiosidad. Laureth vio que tenía heridas en los brazos y en la cara golpes. Buscó a Derufod que estaba tirado en el suelo. Cuando vio que Laureth se acercaba se levantó.
- Siempre me gana, no sé como lo hace... - Derufod tenía lágrimas en los ojos y varios morados en los brazos y en la cara.
- ¿No se ha pasado un poco?
- No te preocupes, siempre es así.
- Yo que tu me pondría algo en las heridas...
- No, no, gracias. No son nada.
- Lo que tu desees.
- Derufod, arriba, nos marchamos.- Elfhild se acercó y lo cogió de los hombros y lo condujo hacia su caballo. Laureth se acercó.- No le sucede nada, es demasiado fuerte.-
Laureth no se creía eso, tenía la cara gacha y lágrimas en los ojos, sollozando. Laureth suspiró y subió a Aure. Así empezó otro día de galope.