Epílogo - Después de la Guerra
Capítulo 5: Eomer
Imrahil, príncipe de Dol Amroth, tío de Faramir ,recibió con agrado la visita del Rey de Rohan.
Dol Amroth era un lugar lleno de historia y al formar parte de Gondor mantenía su magnificencia.
Pero a Eomer le llamó más la atención la hija menor de Imrahil, Lothírien.
Aunque con timidez, Eomer consiguió entablar buena relación con ella, una hermosa joven que parecía haberse mantenido al margen del todo el horror de la Guerra.
Eomer se detuvo en la orilla del mar, observando las olas como si intentaran salir del agua. Miró a su derecha, donde Lothírien observaba el horizonte mientras el viento jugaba con su hermosa cabellera rubia.
-Así que mi primo está bien –dijo ella.
La voz de Lothírien era un sonido dulce y refrescante. Eomer quisiera decírselo, tal vez reuniría el valor suficiente algún día.
Ella le miró y él apartó su mirada.
Lothírien sonrió. Intuía lo que el rey de Rohan sentía por ella y le halagaba que alguien que se atrevió a enfrentarse a tanto dolor y a una Guerra tan terrible, se mostrara tímido ante su presencia.
-Faramir y Eowyn se instalaron en Ithilien hace unos días, por lo que tengo entendido –dijo Eomer sin atreverse a mirarla.
-He de acordarme de escribirle una carta agradeciéndole que nos hubiera presentado.
Eomer la miró sintiendo que su corazón le empujaba con fuerza indicándole que se acercara a ella. Lothírien le sonrió y siguió andando por la orilla del mar.
Fue días antes de la boda con Eowyn, cuando Faramir estaba paseando por el patio de la plaza de la Ciudadela de Minas Tirith, con sus primos Elphir, Erchirion, Amrothos y la hermosísima Lothírien cuando se encontraron por primera vez.
El brillo de su mirada solo era comparable a la exquisita sensación del roce de su mano. Faramir era afortunado por contar con una prima tan encantadora.
Lothírien rehuyó de viajar a Minas Tirith desde que su buen Tío Denethor enfermó, o así se lo había explicado su primo mayor Boromir en una carta. De todos modos, su padre no la dejaba abandonar las tierras de Dol Amroth ante la amenaza de las montañas rojizas. Ni tan solo cuando Boromir falleció.
Así que reencontrarse con Faramir tiempo después, para celebrar un evento tan maravilloso como el de una boda, le hizo muy feliz.
Más aun cuando conoció a Eowyn, mujer valiente y hermosa que cuidaría bien de su primo. Y hermana de un hombre tan fascinante como Eomer, que dejaba que hablaran las miradas en vez de las palabras.
Tal vez algún día Eomer transformaría su timidez en palabras, su indecisión por seguridad en si mismo y le confesaría a Lothírien que la amaba.
Ella esperaría con paciencia, no tenia prisa.
Y también sentía algo por él, algo que iba incrementándose con cada encuentro, con cada mirada.