Osgiliath 2003 (cap. 16-27 y final)

Tras la conclusión de la trama principal, Ricard nos ofrece una serie de epílogos de esta apasionante historia.
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23.

“… No me olvides”

Fue en uno de aquellos largos y anaranjados atardeceres en la ciudad, a mediados de Agosto, cuando, paseando ensimismado más en su propio mundo que por las calles de Osgiliath atestadas de gente, a Tullken le pareció ver a su hermano.

Aunque se trató sólo de una impresión, fue tan vívida (pues hubiera asegurado incluso que iba vestido con su uniforme negro para las ceremonias de luto) que el chico se obligó a correr hacia el callejón en el que le había parecido vislumbrar las facciones silenciosas de Bardo. Pero al llegar allí, solamente le recibieron las sombras que se escondían de los destellos cobrizos que arrancaba el moribundo Sol y el silencio de la duda y la incertidumbre.

Su hermano, o su fantasma, seguía esquivándole.

  


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