Conferencia de Eduardo Segura en la UAM
Artículo sobre la conferencia que dio Eduardo Segura en la Universidad Autónoma de Madrid, titulada J.R.R. Tolkien ¿Cuentos de Hadas? Una mirada filológica y organizada por la STE. Y también sobre el café postrero, y la fabulosa experiencia de conocer al autor de El Mago de las Palabras.
     Desde el primer momento, Eduardo Segura se metió al público en el bolsillo. Es un hombre sencillo, amable y sincero, y es algo que se capta en cuanto le oyes hablar. La conferencia tenía toda la pinta de poder hacerse pesada, pero creo que nunca he estado en una conferencia tan amena.
     Su currículum dice de él que es Licenciado en Historia Moderna y Doctor en Filología Inglesa. Su tesis doctoral se centró en un análisis textual de El Señor de los Anillos y de la poética de J.R.R. Tolkien, y es autor del libro El Mago de las Palabras, biografía de nuestro querido profesor publicada recientemente por Magisterio Casals. Con estos antecedentes podríamos esperar que Eduardo fuera un viejo doctor, dispuesto a hablar con autoridad sobre Tolkien y a soltarnos un discurso aburrido sobre la interpretación que él tiene de su obra. Nada más lejos de la realidad. Agradable de principio a fin, (joven por añadidura) y amable con todos, nos amenizó su conferencia con mil y un comentarios y anécdotas sobre las películas, la música, la literatura... ¡e incluso el fútbol!
     Lamento que mi comentario no vaya a ser tan ameno, aunque espero que tampoco os aburráis. En primera instancia, su conferencia se basó en describir cómo Tolkien percibía el mundo real o primario (en el que todos vivimos y en el que él tenía bien plantados los pies en el suelo), y cómo lo distinguía de esos mundos secundarios que todos podemos crear, y que él tanto se esforzó en hacerlos coherentes con nuestra realidad. Tolkien se esforzaba (y de ahí radica gran parte de su éxito) en hacer que sus personajes y su mundo resultaran creíbles, verosímiles, y les dotó de un entorno que, aunque fuera ficticio, podría resultar tan real como nuestro propio mundo.
     Esto puede sonar aburrido, pero creedme: no lo fue. En todo momento nos habló de, por ejemplo, cómo Peter Jackson se ha esforzado en la trilogía en mostrar esa profundidad que Tolkien confiere a sus textos, en las imágenes que todos disfrutamos de las películas. Algunas de ellas nos han pasado desapercibidas, y Eduardo nos ha sorprendido a todos hablándonos de, por ejemplo, el gesto de Aragorn en el momento en que va a enfrentarse a los Uruk-hai de Saruman, al final de la película: Aragorn, como legítimo Rey de los Hombres, sitúa la espada en la misma posición (vertical, frente a él)que los otros Reyes que hemos visto anteriormente: los Nazgûl (en la Cima de los Vientos) antes de entrar en acción. Esa profundidad de algunos detalles son las que le dan su grandeza a esta obra, tanto la literaria como ahora a la cinematográfica.
     No puedo acordarme de todo lo que nos habló Eduardo, pero sí hay un tema que destaco por su importancia: la influencia de la muerte en la vida y, por supuesto, la obra de Tolkien. Eduardo nos hizo ver que la pérdida de sus padres y posteriormente de gran parte de sus amigos en la Primera Guerra Mundial, influyó muchísimo en su modo de ver la vida. Toda su obra está impregnada de esa reflexión sobre la vida y la muerte, y una de mis preguntas al final de la conferencia se basaría en este tema.
     También, y volviendo a la credibilidad del mundo y los personajes de Tolkien, recuerdo con agrado cómo Eduardo destacó el hecho de que, a él (y a muchos de nosotros) le resulta creíble el personaje de Gandalf. ¿Por qué nos resulta creíble? Todos sabemos que no es posible que venga a nuestra casa, llamando a la puerta con su bastón, pero sí que en el entorno de la Tierra Media, Gandalf es un personaje creíble, y deseable. Aquí está, para Eduardo Segura, una de las claves: la deseabilidad por parte del lector de participar en ese mundo, identificarse con personajes de este entorno y concederle un gran grado de credibilidad a lo que se nos está contando. Nos creemos que Gandalf actúe como actúa, y deseamos estar ahí y poder verlo y vivirlo.
     El concepto de Mito es muy importante. Para Tolkien no significa "mentira" o "falsedad", sino "narración" y "verdad". El Mito significa tres cosas: Evasión, Recuperación y Consuelo, para el lector. El concepto de Evasión no debe confundirse con el de "escapismo". Tolkien no pretende arrancarnos de nuestro mundo y hacer que vivamos en un mundo de fantasía, sino darnos un rincón en el que evadirnos, en el que deseemos estar durante esos ratos que nos guardamos para nosotros mismos, pero sin despegar los pies de nuestra realidad.
     La fantástica calidad literaria de Tolkien, nos cuenta Eduardo, lo convierten en un maestro de la "eucatástrofe". Sus mágicos momentos a lo largo de sus narraciones (la derrota de Sauron, la caída de Gandalf, la muerte de Boromir, Túrin, Beren y Lúthien...) proporcionan al lector esos momentos de Recuperación e incluso de Consuelo en los que se basa el Mito del que hemos hablado hace un minuto.
     Otro de esos datos sorprendentes de los que nos ha hablado Eduardo es el hecho de que existen escritas por J.R.R. Tolkien más de 100.000 páginas. ¡Más de 100.000! Su obra fue tan extensa, que no es sorprendente que, en una de sus últimas cartas, Tolkien casi se negara a concluir su "Silmarillion". Tolkien escribía sin saber a dónde le iba a llevar su propia narración, y se sorprendía a menudo "creando" un personaje del que él mismo no sabía nada aún. Eduardo nos ha puesto dos maravillosos ejemplos, Bárbol y los Jinetes Negros. Acompañando su exposición con un dibujo de John Howe, nos contó que Tolkien, al "encontrarse" con el Jinete Negro en El Señor de los Anillos, se tuvo que plantear a sí mismo: ¿Quién es este Jinete? ¿De dónde viene y cuál es su historia?
     Tolkien se dejaba llevar por su propia obra, sin preocuparse de lo que venía después. Cuando aparecieron los Jinetes Negros, Tolkien aún no "conocía" a Sauron, pero las explicaciones venían a su mente magnífica y poco a poco se esforzaba por construir su mundo de modo coherente, procurando no dejar flecos inconexos.
     Tras la conferencia, y siempre entre risas y sonrisas, Eduardo nos ofreció la posibilidad de contestar a nuestras preguntas. Surgieron temas interesantísimos, como el enfoque de la historia de Galadriel (y las posibles alegorías a elementos religiosos que el propio Tolkien negó en sus Cartas), o la relación entre las Guerras Mundiales vividas por él y su hijo en la obra de El Señor de los Anillos. Personalmente, confieso haber sido bastante preguntón, pues me permití preguntarle por su opinión sobre la historia de Aragorn y Arwen y su relación con el concepto de la muerte, y también sobre su participación en las películas de Peter Jackson. Pero hubo otras preguntas más interesantes que las mías, aunque me temo que mi memoria está haciendo de las suyas y apenas recuerdo algunos esbozos... y tampoco tomé notas en esos momentos (lo lamento).
     Sobre la historia de Aragorn y Arwen, Eduardo destacó que, además de profundizar en una historia de amor bastante similar a la de Beren y Lúthien (con la que Tolkien se sentía plenamente identificado), también es cierto que en los Apéndices, Tolkien nos desarrolla el concepto de los hombres ante la muerte, y lo enfrenta con quien realmente comprende lo amargo del "don" de la misma: la propia Arwen. El reflejo de la vida en la obra de todo autor (no sólo de Tolkien, sino de cualquier autor e incluso cualquier artista) se ve plasmado aquí con gran crudeza.
     Dejando aparte estos temas tan lúgubres, debo decir que mi segunda pregunta parecía estar esperándose por toda la sala. Eduardo ha participado como consultor en la trilogía cinematográfica. Nos narró cómo contactó inicialmente con Tom Shippey, a causa de la traducción de uno de los libros de este autor inglés llevada a cabo por el propio Eduardo, y cómo (tiempo después) Shippey le habló a Eduardo de la producción de New Line, y que les pedían su opinión sobre cómo se debía enfocar esta trilogía. Eduardo nos habló de su enfoque acerca de los Elfos, de Tom Bombadil y su ausencia de esta historia, etc.

     Y después vino el café.

     Los que me conocéis, sabéis que soy amigo de las conversaciones más privadas. Tras la conferencia me presenté a Eduardo, y tras ser felicitado por todos nosotros, nos fuimos todos juntos a tomar un café. Se acabó la conferencia. Aquí Eduardo ya no era el "doctor conferenciante" al que todos habíamos venido a ver (en realidad, nunca lo fue, pues siempre se muestra igual de abierto y sencillo), sino un amigo más con el que todos hablábamos, y con quien realmente da gusto estar. Hablamos de lo que nos gustaba de las películas, de Tolkien, de los libros, de otras películas... como tantas veces hemos hablado entre nosotros. Daba la impresión de que nos conocíamos de toda la vida.
     También, por qué negarlo, se le notaba tan impaciente como cualquiera de nosotros por ver tanto la edición extendida de La Comunidad del Anillo como el próximo estreno de Las Dos Torres. Creedme: así como todos comentaremos la película con nuestros amigos más cercanos, también espero poder comentarla con Eduardo y toda la gente asistente a esta charla. Es realmente en estos momentos cuando uno se da cuenta de que todo esto merece la pena, y que más allá del impresionante valor literario de la obra de Tolkien, está el valor humano conseguido por nuestro querido profesor: Poder compartir tus opiniones y experiencias con personas tan extraordinas y a la par tan sencillas y humanas como Eduardo Segura es algo que no cambiaría por nada del mundo.
     Quiero agradecer especialmente a la gente de la STE la organización de estas jornadas, y de seguir ahí dando a conocer la vida y obra de Tolkien a todo aquél que quiera saber algo más. Especialmente, guardo un recuerdo para Raúl, quien volvió conmigo en el coche, y con quien terminé charlando en un bar cercano a casa... pues resulta que somos casi vecinos, jejeje.
     Y por supuesto, me encantaría enviarle un abrazo muy fuerte a Eduardo Segura, y agradecerle sinceramente esa conferencia... y ese café. Gracias por todo, amigo. Nos veremos pronto, estoy seguro.
     Leandro.