23 de enero de 3019 de la Tercera Edad. La Compañía descansa en Lothlórien mientras Gandalf y el Balrog libran su batalla final

23 de enero de 3019 de la Tercera Edad. Lothlórien y Celebdil.
La Compañía descansa en Lothlórien mientras Gandalf y el Balrog libran su batalla final

Mientras la Compañía del Anillo disfrutaba de la serenidad de Lothlórien, lejos de las sombras que les acechan, Gandalf el Gris libraba un duelo titánico contra el Balrog, la Perdición de Durin, en las alturas de Celebdil. Este enfrentamiento, cuyo eco resuena aún en las montañas, marcó un punto crucial en la lucha contra la oscuridad.

Bajo la atenta mirada de Galadriel, la Compañía continuó su descanso en los bosques dorados. Sam Gamyi, siempre práctico, dedicó su tiempo a observar la vida que prospera en Lothlórien. "Es como si el mal nunca hubiera llegado aquí," dijo, mientras recogía hierbas para cocinar.

Legolas, con su vista aguda, reflexionó sobre la belleza del bosque. "Este lugar es un recordatorio de lo que la Tierra Media podría ser sin la sombra," declaró. Frodo, por su parte, encontró algo de alivio en la tranquilidad, aunque la carga del Anillo nunca lo abandona completamente.

Lejos de la paz de Lothlórien, Gandalf y el Balrog ascendieron desde las profundidades de Moria hasta la cima de Celebdil en un combate que desafió los límites de la resistencia y la voluntad. "Tú no perteneces a este mundo," proclamó Gandalf, mientras desataba el poder de su vara para contrarrestar la fuerza primigenia del Balrog.

El Balrog, una entidad que encarna el fuego y la sombra, respondió con un rugido que estremeció las montañas. "Soy un recuerdo de los días en que los Valar temblaban ante nuestra fuerza. Tú, Istari, no eres más que una chispa en mi tormenta," declaró la criatura, según los relatos recogidos por testigos ocultos en las cercanías de las montañas.

El duelo se prolongó durante horas, dejando una estela de destrucción en su camino. "La cima ardió con un fuego que nunca antes había visto," relataron pastores de la región. "Era como si las estrellas mismas se hubieran desplomado."

Aunque la Compañía cree que Gandalf ha perecido en Moria, su memoria sigue viva entre ellos. "Gandalf era más que un mentor; era la chispa que nos mantenía unidos," afirmó Gimli, con la voz cargada de emoción. Aragorn, al reflexionar sobre su ausencia, dijo: "Su sacrificio no será en vano. Debemos avanzar, aunque nos falte su guía."

La jornada del 23 de enero de 3019 quedó marcada por un contraste de calma y tormenta. Seguiremos informando sobre los acontecimientos que moldean el destino de la Tierra Media, mientras la luz lucha por prevalecer sobre las sombras.