...LAS PRIMERAS SENSACIONES
Recuerdo todavía a aquel pequeño, hace muchos años, un crío regordete de escasos seis años de edad, y que apenas sabía leer. Un día, medio dormido por el cansancio, ese crío se encontraba con su familia, en la sala de un gran cine de Valencia, ahí, a oscuras. Ese niño, ya mayor, no recuerda nada de la espera, sólo unos pequeños retazos, apenas unas pocas imágenes son retenidas en su mente. De repente, sobre un fondo negro, empezaron a pasar frente al joven espectador unas brillantes letras amarillas, letras que pasarían a formar parte de la iconografía personal de muchas gentes, y entre ellas, la de ese niño. En el fondo, una fanfarria poderosa, heroica, se escuchaba de manera atronadora. Este momento quedó grabado a fuego en el rincón de los recuerdos más preciados. No hace falta decirlo, ya lo habéis averiguado, pues se trataba de la fanfarria inicial de Star Wars, monumento a la inspiración y a la intuición musical. Mucha gente, y ello me consta, estaba esperando algo similar en el estreno de El SEÑOR DE LOS ANILLOS. Temo que aquel irrepetible momento es precisamente eso, irrepetible. Aquella banda sonora fue única por muchos motivos. Cada tema, cada momento, tenía un sello absolutamente brillante, a veces, no importaba lo más mínimo la historia que estaba relatando. Sin embargo, la música era tan poderosa que por sí misma suplía todas sus posibles carencias. Ahora estamos ante un caso absolutamente distinto. Howard Shore posee otras potencialidades totalmente diferentes a las del laureado John Williams. Curiosamente, allí donde Williams fracasa es donde Shore triunfa, y viceversa.
El estilo que se vislumbra en ESDLA es más el de la emoción contenida, el de la insinuación, el del mundo de los sueños, de los deseos, de las frustaciones. Williams nos presentaba un mundo lleno de luces, totalmente extrovertido, directo como una llama al corazón. Shore, sin embargo, busca nuestra trastienda, los puntos débiles de nuestra conciencia. Son, pues, trabajos totalmente incomparables.
Shore "fabrica" una banda sonora donde prima la introversión, la abundancia de claroscuros, de misticismo, de dobles fondos, de pequeños retazos que la imaginación debe completar, de angostos rincones. En definitiva, un mundo desproporcionadamente rico más cercano a los postulados impresionistas que a los románticos. A lo largo de la partitura, Shore no muestra, simplemente propone. En muchos momentos se intuye que allí hay más de lo que verdaderamente se está mostrando. Es la emoción pura, el misterio.
Pero no todo es perfecto. A Shore le traiciona la coyuntura, la situación en la que se encuentra. Intenta cumplir todas las expectativas, y, en muchas ocasiones, recurre a baratos tópicos que no producen sino una sensación de simplicidad, de "dejà vu". En opinión de un servidor, Shore carece de la intuición melódica de otros grandes compositores. Él lo intenta, pero parece vacío. Así pues, el pegadizo tema "heroico" que arrastra a lo largo de toda la obra no impresiona por su calidad y por su originalidad, impresiona verdaderamente por el cómo y dónde aparece. Esto, en definitiva, lo dice todo de las capacidades de Howard Shore.
Cabe decir que esta música no se bebe de un solo trago. En una primera audición puede abrumar, desconcertar, o incluso se puede llegar a detestar. Pero es con el poso de las diferentes escuchas, mediante el discurrir de los momentos con lo que surge todo lo que Shore quiere proponernos.
Normalmente muchos compositores centran todos sus esfuerzos en apenas dos o tres temas principales, y el resto de banda sonora adolece de una dedicación mucho más plena. En nuestra banda sonora ocurre exactamente lo contrario. Es los momentos más delicados, los más ocultos, donde se atisban las verdaderas maravillas. Es como un bello cuadro impresionista, donde cada pincelada es todo un mundo pleno de vivencias.
Sin embargo, todas las sensaciones remiten directamente al espectáculo visual que está a punto de caer sobre nuestras cabezas. Esta música debe pegarse como una lapa a cada uno de los fotogramas de la película, y todo parece indicar que la simbiosis será impresionante. Esta banda sonora muy difícilmente resiste la ausencia de imágenes, y por ello, su disfrute como música pura requiere bastante implicación por parte del oyente.
¿De Primeras sensaciones hablábamos?. Emotividad y dominio psicológico de las situaciones. Ausencia total de brillantez, recogimiento, y trabajo genial de timbres y ritmos. Un cóctel explosivo, evidentemente, pero no exento de algunas lagunas. Como diríamos, no todo el monte es orégano. Es curioso, pero la línea que separa lo estrictamente bueno de lo genial es bastante pequeña. Y surgen preguntas que uno no puede evitar formularse:
" pequeñas maravillas musicales, apenas un solo momento de absoluta gloria, ¿configuran por sí mismas una obra maestra? "
" si durante apenas un segundo se ha tocado el cielo, ¿podría redimir el resto?".
…A VISTA DE PÁJARO
Dos poderosos temas llaman inmediatamente la atención. Son estos sobre los que se articula toda la banda sonora, constituyendo el material básico utilizado por Shore. Como suele ser habitual, estos dos temas presentan un aspecto totalmente diferente. Uno de ellos es muy hermoso, es el tema conferido a La Comunidad del Anillo, allí donde ésta hace acto de presencia. Su aparición es abundante a lo largo de la banda sonora, ya apenas enunciado al final de La Profecía, hasta sonar con todo su esplendor, asignado a las cuerdas, en "Muchos Encuentros". Recuerda lejanamente a las bellas melodías de un John Barry, el inolvidable re-creador de "Memorias de África". El otro tema, opuesto en intención, es una fanfarria heroica y poderosa. Normalmente se encuentra asignada a los metales. Esta fanfarria, construida con contratiempos, se me antoja, lamentablemente, floja y poco original. En un principio, en una primera impresión, lo asocié a la típica banda sonora de película de serie B. Actualmente me sigue pareciendo uno de los puntos débiles de la banda sonora, pero, sin embargo, Shore consigue sacarle todo el partido posible. Ese es un gran logro. Sus apariciones esporádicas ocurren en los momentos más impresionantes y exactos, dándole, en mi opinión, mayor categoría de la que realmente merece esta especie de fanfarria. Sobre estos dos temas y mediante múltiples variaciones, Shore construye su banda sonora. Aparecen otra serie de temas, como el de los Hobbits o el del Anillo Único, pero en la mayor parte de los casos son variaciones de los dos primeros y principales temas.
El empleo de la voz humana es fundamental en todo el trabajo. Su tratamiento es exclusivamente instrumental, como un timbre más, formando parte indivisible de todo un conjunto. Hay fragmentos corales de mujeres, de infantes, otros destinados a hombres, y solos especialmente diseñados para momentos delicados. En un principio, debo decir que la presencia de Enya en la banda sonora me llenó de temores. Siempre me ha parecido una voz absolutamente artificial, modificada expresamente por medios electrónicos para conseguir unos efectos tan espectaculares como superficiales y efectistas. En El Señor de los Anillos, Enya está……como siempre. Sin embargo, el gran trabajo de Howard Shore ha consistido en integrarla perfectamente en el conjunto. La detallada y preciosista instrumentación y las transiciones que Shore proporciona hacen que la voz de Enya no se comporte como un elemento completamente extraño.
La banda sonora se abre con una seductora cantinela. Bajo las palabras proféticas del coro en perfecto Quenya, surge una hermosa melodía atribuida a los chelos. Aquí ya se aprecia el misterio, el drama, la melancolía que va a salpicar toda la obra. Buen augurio, sin duda. Tras un clímax, vuelve la calma y arranca, por primera vez, con una simple trompeta, el tema de La Comunidad, surgiendo de la nada más absoluta y sin completar, apenas esbozado. Un momento mágico, al igual que otros muchos.
Este es un momento bucólico y desenfadado. Tras una introducción de una flauta de pan con el tema de los Hobbits, hace acto de aparición una suave y añeja danza, encargada principalmente al violín solista y acompañada por una serie de instrumentos de timbre más bien rústico como son el acordeón y el clave. La danza es muy sencilla, la instrumentación tópica y con poca originalidad. No hay nada que me haga pensar que hay calidad en este momento. Todo se ha escuchado mil veces, y no se aprecia ningún atisbo de inventiva. El momento acaba de manera tópica, con la flauta de pan, cerrando el episodio. Es, sin duda, un instrumento muy de moda en las bandas sonoras épicas, desde aquellos ya lejanos tiempos de Willow.
Misterio, carácter tétrico, para una música que pretende contar un periodo muy oscuro en la historia de la Tierra Media. La música aquí es prácticamente atmosférica, evocando y pintando una atmósfera opresiva. Hacia el minuto 1:15 aparece un pasaje de viento muy típico en Shore, enormemente similar al tema principal de la película La Celda. Se pretende provocar una impresión de desazón, de pavor. El coro inmediatamente le sustituye de manera terrible, desembocando en el tema del Anillo, que es terriblemente deformado.
Música mística, coros en un murmullo, violines en pedal, para introducirnos en Isengard. Tras un pasaje lírico, aparece un solo de trompa, maravillosamente emplazado, y, por fin, surge completo el tema de la comunidad asociado y enfrentado con el tema heroico, todo ello en voz baja, como en un murmullo. Un momento bellísimo. Posiblemente sea Saruman el provocador de estos bellos momentos, pero su traición hace acto de presencia, pues arrancan los coros y la orquesta con terribles disonancias que recuerdan a la música de Strawinsky, y en particular, sus Salmos.
Un pasaje rápido, a modo de scherzo, de diseño muy interesante y desenfadado. Debe referirse a la llegada de los jinetes negros a La Comarca, pues pronto el pasaje rápido se transforma en una música amenazadora y peligrosa, en un compás amalgamado y fuertemente rítmico en la cuerda baja. Es el tema de los Jinetes.
Uno de los momentos de más calidad que he encontrado a lo largo de la banda sonora. Un momento irónico para acercarnos a Bree mediante un tema muy interesante, pero siempre rodeado de bruma, de oscuridad, de algo que todavía no se puede revelar. De repente aparece el tema de los jinetes negros, rápidas figuras y arpegios en los chelos, y los coros en pleno frenesí amenazador.
De nuevo no hay pausa. Movimiento rápido, timbres y música terrible, coros oscuros y pavorosos. Aparece en el fragor de la batalla un hermoso y originalísimo tema con una pura y mística voz infantil. Una maravilla, un detalle de los que hablaba antes que te hacían tocar el cielo con los dedos. El tema es ahogado de nuevo por el fragor, con ruidos terribles de cadenas al fondo, y percusión con metal dando la imagen de una fragua terrible, desde las profundidades abisales.
Otro momento increíblemente bello. Un comienzo de solistas femeninos en un hermoso y melancólico tema, recordando arcanas músicas gregorianas. Uno de los grandes momentos en muchos años de música cinematográfica. Todo se transforma en una música orquestal muy apacible y bella. Pero la persecución regresa, los jinetes negros arrebatan la paz nuevamente. El momento termina como ha empezado, con la tranquilidad de los cantantes absolutamente místicos y oníricos. Una obra maestra en muchos sentidos.
Uno de los momentos más extrovertidos y poderosos. A partir de ahora la banda sonora no tiene desperdicio alguno, si es que lo ha tenido en algún momento. Un pórtico solemne con los coros permite la aparición de uno de los dos temas principales con todo su esplendor: el tema de la Comunidad, con los violines al completo en su registro grave. Es un tema hermosísimo, lleno de melancolía. El momento continúa con múltiples variaciones y con un nuevo retorno del tema en toda su gloria, para terminar muriendo en la paz más absoluta. Este movimiento convencerá, sin duda, a mucha gente.
Un suave prólogo casi minimalista y muy propio de Shore (recordad The Game) en las cuerdas sirve de entrada para el primero de los temas de Enya. Una canción recogida, plena de paz, muy bella. Con sinceridad creo que queda bastante bien en todo el conjunto de la obra. Lamentablemente se hace muy corta, y la música desemboca directamente en los temas principales anunciando solemnemente el concilio de Elrond, o quizás la elección de la Comunidad del Anillo. Posiblemente relate de manera perfecta el momento en la película, pero no me cabe la menor duda de que musicalmente no era la mejor solución. Un tema como Aniron no se merecía esa resolución. Pero es el eterno problema que encontramos en las bandas sonoras.