No debes caer jamás
¿Cómo afrontaron Los Hijos de Gondor, la muerte de su madre? ¿Cómo la afrontó su padre? Después de este inicio, presagio de una tormenta que no vería su final hasta más adelante de forma dramática, la vida de estos tres hombres dio varios giros, sin moverse del mismo lugar.... Este relato trata de una de las "guerras" más antiguas y tal vez más dolorosas que se conoce, cuyo tema principal es... la familia.

1.

 Finduilas de Dol Amroth murió  dejando tras de si un atardecer triste y sombrío, en el que un niño de cinco años sostenía la mano de su hermano mayor, de diez, preguntándose porqué ciertas personas, por hermosas y dulces que fueran, no vivían para siempre.
 Aunque Boromir contaba con la edad de los niños, sabia que a partir de ese momento muchas cosas iban a cambiar; bajó la mirada observando como su hermano menor intentaba escuchar en silencio lo que los médicos susurraban al final de pasillo, frente a la puerta de la habitación de su madre, donde no se  les estaba permitido entrar.
 Faramir no entendía porqué había tantas miradas escondidas, porqué habían más murmullos de los habituales...y porqué Boromir no decía nada. Permanecía de pie, a su lado, sujetándole la mano con fuerza, pero sin decir  nada.
 Faramir levantó un poco la mirada hasta encontrase con los ojos de Boromir; estaban cristalinos pero no derramaba ni una lagrima.
 Unos pasos familiares hicieron que el pequeño volviera a centrar su atención a la habitación de su madre; su padre se acercaba a ellos con una expresión llena de dolor, confusión y miedo.
 Boromir pensó que tal vez tuviera miedo a la soledad....Soledad que él sentía desde que su madre empezó a enfermar.
 Faramir soltó un poco la mano de Boromir cuando Denethor pasó por su lado, pero su padre no se detuvo; siguió andando con paso torpe pero rápido...tan solo miró a Boromir de reojo, al pasar por su lado.
 "...y tan jóvenes, que pena..."
 Boromir oyó esas palabras y miró a Faramir, que seguía mirando atrás, como si esperase que su padre retrocediera y le abrazara explicándole qué estaba ocurriendo.
  Faramir bajó la mirada y apretó de nuevo la mano de su hermano.
 Sintió que Boromir se la apretaba con más fuerza y le miró.
-Yo cuidaré de ti - dijo entonces Boromir.
 Faramir  no dijo nada; tan solo se apoyó en su hermano mirando a aquellos viejos médicos, encorvados y sintiendo lastima por ellos.
-Niños....
 Era una voz suave, casi un susurro; ambos se giraron sorprendidos.
-Mithrandir... -musitó el pequeño Faramir. Gandalf le sonrió, adoraba cuando ese pequeño le nombraba. Se agachó y Faramir no dudó en ir a abrazarle. Gandalf miró a Boromir mientras rodeaba con sus brazos al hermano menor de este.
-No nos dejan entrar a verla -dijo Boromir, acusando a los adultos de estar obrando con crueldad. Gandalf alargó su mano hacia Boromir. Boromir le miró unos segundos y bajando la mirada dijo - No es tu abrazo el que debería darnos consuelo ahora, si no el de padre.
-Yo te ofrezco el mío -dijo con serenidad Gandalf. Boromir le miró -Es mejor que nada.
-Tú no estarás siempre: la "nada" va a ser mi guía durante mucho tiempo...he de acostumbrarme a su compañía.
-¡No! -gritó de repente Faramir, aun agarrado a Gandalf, con lágrimas que resbalaban por sus sonrosadas mejillas -¡No! -volvió a repetir. Gandalf le dio un cariñoso abrazo y le murmuró algo. Después, miró a Boromir.
-Ahora estas enfadado con tu padre porque no esta a vuestro lado - le dijo Gandalf - Pero él también esta sufriendo...
-Hace meses que esta raro...Tú no lo sabes porque no has estado aquí- dijo Boromir, pero sin reproche alguno en su voz; tan solo intentaba explicarle a Gandalf porqué tenia la certeza de que todo iba a ser más difícil.
 Los médicos pasaron de largo, agrupados, como temerosos por la presencia de Gandalf, que les miró solo un segundo para volver a centrar su atención en Boromir.
-Tengo que ir a hablar con vuestro padre -les dijo Gandalf. Miró a Boromir con una sonrisa casi escondida y dijo - Aun estas a tiempo de recibir un abrazo; tal vez no sea el de tu padre, pero podría darte consuelo. Tienes diez años, Boromir....Solo tienes diez años... -dijo esto ultimo para si mismo.
 Boromir le abrazó con fuerza y Faramir se abrazó a su hermano sin dejar de llorar.



2.

 Faramir iba a cumplir los quince años, Boromir tenia los veinte recién hechos; ambos eran jóvenes y gozaban de una salud excelente.
 Aunque su padre nunca acostumbraba estar con ellos y el cielo solía estar de un gris  que podría oscurecer los ánimos de cualquier persona, los dos hermanos gustaban de entrenar o más bien jugar, en el patio.
 Sus compañeros, algunos alguaciles mezclados entre caballeros y guardias, se agrupaban   para ver con qué arte manejaba la espada el hijo mayor del Senescal y con que agilidad le esquivaba el menor de los hijos. Aunque estaba claro que Faramir era mucho mejor  con el arco y la flecha que con la espada.
 De un espadazo, Boromir hizo que Faramir volviera a perder su espada y cuando iba a recriminárselo con tono burlón, vio como este caía al suelo, quedando ridículamente sentado; todos estallaron en una carcajada, hasta el mismo Faramir, agotado, se rió de si mismo.
-¡Estas exhausto, Faramir! -dijo Boromir acercándose a él - ¡Dejémoslo por hoy! -le ofreció su mano sujetando la espada con la otra - Debes retirar tu mano antes, levantar más la espada y ser más fuerte. Más duro -dijo apretando su puño - No debes caer jamás.
-¿Cómo tú? -preguntó sonriendo Faramir. Boromir dejó de sonreír unos segundos.
-No. No como yo... -le tiró de la mano ayudándole a levantarse - Te pareces a mamá.
 Faramir dejó de sonreír al oír que Boromir se refería a su madre de aquella forma; siempre se dirigía a ella como "madre"....las pocas veces que la mencionaba.
-Y padre me odia por eso. -dijo en un murmullo Faramir.
-¿Te he  hecho daño? -preguntó tomándole de la mano, que Faramir retiró inmediatamente.
-¡Boromir! -se quejó Faramir - ¡No soy un niño! -decía mientras iba en busca de su espada. Boromir sonrió.
-¡No es un niño! -la gente rió y Faramir suspiró sonriendo recogiendo la espada del suelo -¡Pierde su espada,  se cae...! ¡Pero no es un niño! - Faramir le  dio un ligero empujón cuando llegó a su lado y Boromir le dio un efusivo abrazo riendo con él. - Esta tarde saldremos a dar una vuelta con los caballos.
-Padre no aprueba esos juegos....
-¡Bueno, que no venga entonces! -Faramir le  miró sonriendo. Boromir pasó su mano por la cabeza de Faramir y se apartó de él - ¡Ordenemos un poco esto, hay que volver al trabajo!
 Faramir observó a su hermano hablando con los otros guardias, mientras otros recogían las cosas del suelo. Se preguntaba si algún día se parecería a él.
-¡Deberías entrenar con las mujeres! -Faramir se giró y vio que su padre se acercaba a él con la expresión de su cara encolerizada por la rabia; aquella mañana estaba más pálido y su ceño fruncido casi podía hablar por si solo.
-Estábamos... -empezó a decir Faramir bajo una tímida sonrisa.
-¡Perdiendo el tiempo, perdiendo el tiempo! -interrumpió su padre levantando su brazo - ¡Hay mucho que hacer! ¡Distraes a todos con tus juegos, deberías ser nombrado Bufón! - Faramir le miró sorprendido; parecía estar más enfadado que otras veces. Pero siempre era así de brusco con él: Faramir solo lamentaba que le doliera tanto - Eres ridículo -musitó. Faramir no entendió a qué vino aquella reprimenda.
 Boromir le dio una de las frutas que habían caído del cesto a una mujer que se lo agradeció sonriendo, cosa que él hizo también. A veces hacían el loco mientras entrenaban.
-¡El Senescal! -dijo uno de los caballeros. Boromir dejó de sonreír, no se había dado cuenta de que su padre estaba entre ellos. Se giró buscándole con la mirada y le encontró hablando con Faramir.  
 Se le encogió el corazón.
-¡Padre! -dijo forzando una sonrisa, acercándose a él a paso rápido.
-¿Tengo que pagarte tus honorarios por hacer de  niñera? -preguntó Denethor casi con tono burlón. Boromir rió intentando no tomarse en serio aquellas ofensivas palabras.
-¡Saldremos a cazar esta tarde! -dijo Boromir - Traeremos al Señor de Gondor la mejor pieza que haya en los lugares....
 Faramir bajó un poco la mirada mientras su padre decía algo; no escuchó el qué. De todas formas, parecía que cuando hablaba no se dirigía a él.
 Se sentía absolutamente fuera de lugar.
 De repente sintió la mano de Boromir tomando la  suya, apretándola con sumo cariño: Faramir le devolvió el apretón.
 Desde pequeños, habían improvisado esa pequeña seña para dar a entender el uno al otro que estaba bien; un apretón de manos bien fuerte, a escondidas de los ojos de su padre.
 Pero Boromir  sintió que Faramir a duras penas le devolvía el apretón; su hermano pequeño estaba agotado por la crueldad de su padre.
-Habla con los centinelas, Boromir -dijo Denethor - Dicen haber visto alimañas.
-Faramir ya solucionó esa cuestión, padre -dijo Boromir - ¡Nada más salir el sol, fue a recibirles con su flecha certera!
-Ve a hablar con los centinelas -repitió su padre. Faramir exhaló un suspiro.
-Padre... -intentó decir Boromir.
-¡Hace frío aquí! -dijo Denethor interrumpiéndole - Me voy dentro.

 Boromir observó como se alejaba su padre mientras Faramir le miraba a él.
-... ¿Qué tendría de malo ir a entrenar con las mujeres? -preguntó Faramir. Boromir le miró.
- Nada, imagino. Si ellas supieran del manejo de las armas, al menos, la mitad que tú. - Faramir le dio un leve empujón haciéndole una mueca -¿Porqué? ¿Ahora quieres cambiarme por alguna joven Gondoriana?
-No. Es por algo que dijo padre.... -Boromir le sonrió.
-Vamos.
-Boromir -dijo Faramir caminando al lado de su hermano - ¿Tú no vas a casarte nunca?
-¡Caray, que pregunta! -ambos rieron - Las mujeres son el peor enemigo; distracciones, inseguridad...Te centras solo en ellas y pierdes la cabeza.
-Y para eso ya me  tienes a mi ¿verdad?
-Eh -tiró de su brazo con suavidad parándose ambos en medio del camino - Jamás has sido un obstáculo en mi vida. Ni has sido una molestia. Solo es que tú eres todo cuanto yo necesito, Faramir.
 Faramir le sonrió.
-¿Ya eras tan bueno con la espada a mi edad?
-¿No lo recuerdas, Faramir?: te hice volar tan alto que estuviste enfadado conmigo durante tres días con sus tres noches. -Faramir rió incrédulo - ¡Te lo juro!
 Ambos cruzaron sus miradas un segundo y Boromir le atrajo hacia si con su brazo riéndose con su hermano.
-No me apetece ir a cazar, Boromir.
-Siempre que me dices que no quieres hacer algo, te obligo a que lo hagas; no sé cómo te tomas la molestia de decirlo... -se burló su hermano.
-Haga lo que haga él...
-No por él, Faramir; por mi. Hazlo por mí.
 Faramir miró a su hermano mayor.
 Había oído esa frase mil veces y aun seguía haciéndole el mismo efecto; movería montañas sin tener fuerzas... Cabalgaría millas sin detenerse a recobrar el aliento o seguiría luchando por obtener una simple muestra de cariño por parte de su padre... por Boromir.
-Boromir ...-dijo Faramir rompiendo el silencio; en aquel momento ambos entraban en las caballerizas - últimamente parece que las alimañas se atreven a acercarse más a las murallas...Y hay un brillo diferente allá a lo lejos, en las montañas....Y...
-Gandalf envió una carta a nuestro padre -le dijo Boromir dejando pasar a unos soldados.
-¿Gandalf? ¿Por qué?
-Lo ignoro. Nuestro padre no quiso compartir la información que contenía aquella carta conmigo. Desconfía hasta de su sombra. -Faramir se detuvo pensativo y Boromir se paró junto a él añadiendo- Hay algo en él que esta cambiando...Jamás ha sido un padre cariñoso...Pero...en su mirada hay una llama distinta....
-Yo le noto igual que siempre. -dijo con cierto reproche.
-Actúa para el bien de su pueblo, Faramir.
- ¡Y un abrazo seria como derrumbar las murallas de Minas Tirith y dejarnos al descubierto¡ ¿no? - dijo retomando el paso  - ¡No necesito que le encubras, Boromir, porque le quiero! ¡Y respetare su voluntad, ya sea la de ignorarme...! -se detuvo girándose hacia Boromir -...o la de odiarme.
 Boromir no quiso insistir más.
 Eran temas demasiado delicados, él no sabía qué más hacer para unir a ambos, para proteger a Faramir de las garras de su padre o de intentar entenderle.
 No hablarían más de ello durante años.



3.

 Faramir cumplía veintitrés años.
 La Ciudad Blanca lo celebraba dando grandes festejos, el pueblo le amaba así como a su hermano y a su padre.
 Aunque este ultimo rehuía de actos públicos y se mantenía alejado de sus súbditos, mientras Boromir encubría su carácter despectivo.
 Faramir celebró con alegría su aniversario, brindando con sus amigos, con su hermano, relajándose entre comentarios y olvidándose de la presión que ejercía su padre sobre él.
 La noche se cernió sobre Minas Tirith y Faramir se despidió de todos sus amigos y conocidos para descansar.
 Tenía la mente tan cansada como su cuerpo y solo deseaba llegar a sus aposentos para dormir un rato; había sido un hermoso día, a pesar de esa espesa nube gris que de cada día mas negra se tornaba. Al igual que los ataques de las alimañas, más insistentes, más crueles y más numerosas.
 Se detuvo frente a un ventanal, mirando las montañas que parecían ser las más oscuras jamás vistas, las más tenebrosas....eran como su padre; frías, misteriosas...y ejercían un extraño sentimiento de incertidumbre sobre él.
 Alguien tropezó con el y ambos ahogaron un grito.
-¡Perdone, mi Señor, no le vi! -se disculpó inmediatamente una sirvienta, haciendo reverencias sin parar - ¡Esta oscuro y...!
-¡No, no te preocupes, no...!
-¡Lo lamento!
Faramir se llevó la mano a su frente; estaba mareado, había bebido demasiado. Levantó su mano hacia ella y con una sonrisa dijo.
-No importa. Está bien. -ella iba a marcharse pero él hizo un gesto que dio a entender que queria preguntarle algo.
-Elaina, mi Señor.
-Elaina, por favor... -ella escuchó con atención.
-¿En qué puedo ayudarle?
-Hoy ha sido un día que quiero recordar tal y como a sucedido.  -añadió sonriendo - Ha sido un buen día -ella sonrió - Sé que estas ocupada y que debes tener cientos de cosas que hacer antes que  satisfacer los caprichos de un  torpe hijo de gente importante...
-No hable así, mi señor.... -dijo apenada la joven sirvienta.
-Pero si hoy me encuentro con mi padre.... -su cabeza le dolía aun más solo de pensar en ello.
-Me adelantaré para asegurarme de que no se encuentra en este lado de Palacio. -él le sonrió agradecido.
 Faramir volvió a mirar aquellas lejanas montañas que ensombrecían tanto su corazón.
 Sonrió al recordar las anécdotas de sus amigos, los estúpidos bailoteos de algunos compañeros más borrachos que despiertos y los desagradables comentarios de otros que hablaban sobre las compañías femeninas de los pueblos lejanos; Faramir no recordaba nombres.
 A duras penas recordaba donde estaban sus aposentos.
 Vivir en Minas Tirith era un lujo; no creía que hubiera lugar más hermoso, a pesar de esas montañas misteriosamente oscuras de donde se sospechaba llegaban las alimañas.
 Las gentes eran gentiles y sencillas en su mayoría y no había muchas discordias entre los aldeanos.
 Se sentía inmensamente querido por su pueblo y arropado por Boromir y aunque jamás entendía a su padre, a veces pensaba que le quería. Había algo en él que molestaba a su padre y  Faramir pensaba que tal vez tenía algo que ver lo que mencionó una vez su hermano; Denethor había amado a su esposa con todo su corazón y a pesar de no ser alguien cariñoso, le había demostrado que la amaba. Al morir ella, se sintió tan abatido y solo que cayó en la desesperación....y Faramir le recordaba a ella.
 Y aquello le dolía.
 Era extraño para el joven Faramir que alguien pudiera relacionarle con una persona a la que a duras penas recordaba...pero si su padre sufría tanto al recordarla, debía de tratarse de una mujer excepcional.
 Sabía que Boromir también mantenía el  recuerdo de su madre a través suyo.
 Pero ambos tenían una manera tan diferente de demostrárselo....
 Y desde hacia un tiempo, su padre iba cambiando aun más y más, convirtiéndose en alguien desconocido incluso para él mismo; había discutido con Boromir, que le apoyaba siempre en todo, que le  defendía, que le excusaba y veneraba ante todo.....
 Era como si hablara con una tercera persona que le daba consejos tan oscuros como las nubes de aquellas odiosas montañas.
-Señor... -dijo la joven sirvienta rozando con su mano el brazo de Faramir que se giró bruscamente. Ella se apartó unos pasos.
-..Perdona...
-Le llamé varias veces, pero usted no me oyó...- se disculpó ella.
- Es extraño, porque eso es lo que siempre le digo a mi padre... -dijo con una sonrisa triste.
-El no está aquí. - la joven sirvienta miró hacia el pasillo del que venia - No hay nadie, excepto algunos centinelas y un caballero. Pero su Padre, mi Señor, no está allí -miró a Faramir que la observaba escuchándola - ¿Señor?
- Elaina ¿ves aquellas montañas de allí? -pregunto apartándose  del ventanal. Ella se acercó un poco y las miró - ¿Qué opináis los aldeanos? ¿Qué es para vosotros?...¿Crees que sea una amenaza?
-¿Una amenaza? -sonrió ella, casi riendo- ¡No, mi señor! -se apartó un poco y le miró diciendo - ¡En absoluto nos sentimos amenazados!; ni aun cuando las espantosas criaturas intentan reptar por las murallas. No, mi Señor. Vos y el Señor Boromir defendéis tan bien esta ciudad que seria absurdo sentirse inseguro. Son extrañas, no voy a negarlo....Pero no nos sentimos amenazadas por ellas.
-Tal vez esas extrañas criaturas procedan de ese lugar....Ya ocurrió una vez....
-Debería irse a descansar, mi Señor. -él asintió sonriendo.
-Muchas gracias por todo, Elaina. -Ella hizo una suave reverencia y se alejó en dirección contraria; Faramir observó las montañas unos segundos antes de retirarse a sus aposentos.

 A la mañana siguiente, cuando el sol empezaba a salir intentando dejarse entrever  a través de unas nubes espesas que casi cubrían la ciudad, Faramir se dirigia hacia las cuadras, donde estaria su hermano.
 Levantó la mirada preguntándose si se avecinaba mal tiempo.
-¡Señor! ¡Señor! -gritó un guardia acercándose a él. Hizo una reverencia y con una voz tan  nerviosa como su gesto, dijo - Vuestro Padre quiere veros, mi Señor. -Faramir asintió.
 
 Su padre le esperaba en la gran sala de actos; a Faramir no le gustaba aquel lugar, se sentía incomodo ante el gran vacío del salón, donde las frías estatuas le seguían con una mirada sin expresión alguna.
 Se detuvo a varios metros del sillón donde estaba sentado su padre.
-Me habéis hecho llamar, Padre -dijo Faramir, haciendo una reverencia. Denethor no dijo nada y Faramir le miró esperando con paciencia.
-¿Acaso te burlas de mi?
 Faramir frunció el ceño; no entendió bien a qué se refería su padre.
-¿He hecho algo...?
-¡Has hecho! -se levantó enérgicamente. Faramir le observaba, no intimidado ni tan solo triste; esta vez se dejaba dominar por la curiosidad - ¿Crees que no hay trabajo? ¿Qué no hay alimañas a las que combatir?... ¿Y crees que no merezco algo de respeto por parte de mis súbditos?
 Faramir no sabía si se refería a él con aquella palabra.
-Mi trabajo empieza nada más sale el sol, Padre. Y...junto a Boromir y nuestro ejercito,  doy caza a cuanta alimaña...
-¡No! -dijo golpeando el antebrazo de la silla. El eco resonó hasta el último rincón. -¡Somos lo bastante importantes, lo bastante poderosos, como para que no hablen de nosotros! ¡Habladurías! ¡Rumores!..... ¡Si hablan de mi o de uno de mis descendientes a de ser una conversación en la que se hable de guerra ganadas, victorias...!.... -se sentó pensativo. Faramir iba a acercarse antes de que golpeara la silla, pero justo cuando el eco del golpe le llegó a los oídos, pensó que ya estaba bien donde estaba.
 Pero seguía sin entender a qué se refería su padre; su furioso padre.
-¿Han...hablado de mi? -preguntó  intentando averiguar el significado de aquella conversación.
-¡Tú no eres más que un Bufon! ¡Me dejas en ridículo siempre!....Acércate.
 Faramir ahogó un suspiro obedeciendo a su padre.
 Se acercó hasta llegar a unos pocos pasos de Denethor, que le observaba en silencio.
-Padre...
-¡Silencio! -Interrumpió Denethor - ¿Se puede saber en qué piensas? ¡Todo el mundo hablará de ello! ¡Pensaran que os crié como niños mimados que no saben hacer más que divertirse en las fiestas! ¡Eres Hijo de Gondor!.......
 Faramir le miró; creía entender por a donde iba dirigida la conversación.
 Su padre iba a confirmárselo.

 Boromir dejó caer con suavidad la silla de montar sobre el lomo de su caballo; una hermosa yegua marrón, del color de su tierra.
 Vió entrar a Faramir en las caballerizas y mientras este se acercaba, ató las correas de la montura.
-Buenos di...
-¡Padre me mandó a llamar esta mañana! -dijo Faramir interrumpiendo a su hermano. Boromir dejó lo que hacia y le miró.
-¿Porqué?
-¡Me ha sermoneado de buena manera! ¡Y todo por un estupido rumor! ¡Dice que soy la vergüenza de Gondor!
 Boromir sonrió y siguió atando las correas.
-¡No hay nada de malo en hacer amistades!
-¿Tú también? -resopló Faramir - ¡No es cierto! ¡Yo no he flirteado con ninguna sirvienta! ¡Solo hablamos!
-Faramir, sea cierto o no, es igual. No le  des importancia- tomó las riendas de su yegua añadiendo - Padre se puso nervioso, eso es todo; podría ser que le molestara que uno de sus hijos pudiera perder la cabeza por  una sirvienta. ¡Sabes que si de él dependiera, nos casaría con una Diosa!
-¡No ocurrió nada!
-Yo no he dicho que fuera lo contrario.
-¿Quieres parar y mirarme? -Boromir le miró sin perder su sonrisa - ¡No estoy enamorado de nadie, no coqueteo con las doncellas y no...!
-¡Faramir, te repito que no importa!- dijo riendo Boromir - ¡Olvídalo! -posó su mano en el hombro de su hermano - Ocurriera o no algo, es asunto tuyo y de nadie más. Escucha, Faramir... -apartó su mano con suavidad mientras decía - Algún día encontraras a una mujer. Será la más hermosa, la más inteligente y con suerte, brillara por las noches para que Padre la acepte - Faramir le  hizo un mueca y Boromir sonrió con cariño- Y te enamoraras. Y ese día comprenderás que no tienes que justificarte ante nadie por tus sentimientos. ¡Y yo me sentiré el hermano más afortunado del mundo!
-Si algún día aparece esa luz brillante con faldas - Boromir rió - no te la presentaré ni a ti ni a papá.
-¡No me castigues por no tomar en serio los reproches que te hace nuestro padre!; Si algún día aparece esa estrella que ilumine tu camino, me sentiré orgulloso de ti. Y me gustará hablarle de tu timidez, de tu manejo excepcional con el arco y de tu cariño.
-¿Comparas una estrella con una mujer? -Boromir le colocó las riendas a su yegua.
-¿Porqué? ¿Lo encuentras exagerado?
-No. Pero no te imaginaba hablando así de ellas.
-¿Ellas? -rió Boromir mirándole - ¡Ellas!.
-¡Deja de reírte de mi, Boromir!
-Jamás me  río de ti, hermano. -le dijo sonriendo Boromir - Solo te diré una cosa sobre esto: sigue a tu corazón. Cada impulso, cada palpito....Y cuando tengas la certeza de que nadie más podría mirarte a los ojos y oír lo que le estas diciendo sin articular palabra, entonces cásate con ella.
-¡Casarme!
-Que no te importe su rango, que no te importe su edad, que no te importe nada, solo que ella sienta lo mismo por ti.....Y que brille.
-Si, que brille... -Boromir rió y Faramir le propinó un suave puñetazo en el brazo. Boromir acarició las crines de su yegua mientras Faramir le observaba en silencio.
 Algún día Boromir se casaría con una mujer maravillosa. Y él con una mujer  sorprendente.
Y los cuatro formarían una familia donde no habría miradas recelosas, donde no habría palabras afiladas como las espadas....Si algún día aparecía esa mujer, Boromir  le felicitaría dándole un fuerte abrazo...y ella conocería al ser más valiente, fuerte y cariñoso de toda la Era que abarcaba la Tierra Media.