No debes caer jamás
1.
Finduilas de Dol Amroth murió dejando tras de si un atardecer triste y sombrío, en el que un niño de cinco años sostenía la mano de su hermano mayor, de diez, preguntándose porqué ciertas personas, por hermosas y dulces que fueran, no vivían para siempre.
Aunque Boromir contaba con la edad de los niños, sabia que a partir de ese momento muchas cosas iban a cambiar; bajó la mirada observando como su hermano menor intentaba escuchar en silencio lo que los médicos susurraban al final de pasillo, frente a la puerta de la habitación de su madre, donde no se les estaba permitido entrar.
Faramir no entendía porqué había tantas miradas escondidas, porqué habían más murmullos de los habituales...y porqué Boromir no decía nada. Permanecía de pie, a su lado, sujetándole la mano con fuerza, pero sin decir nada.
Faramir levantó un poco la mirada hasta encontrase con los ojos de Boromir; estaban cristalinos pero no derramaba ni una lagrima.
Unos pasos familiares hicieron que el pequeño volviera a centrar su atención a la habitación de su madre; su padre se acercaba a ellos con una expresión llena de dolor, confusión y miedo.
Boromir pensó que tal vez tuviera miedo a la soledad....Soledad que él sentía desde que su madre empezó a enfermar.
Faramir soltó un poco la mano de Boromir cuando Denethor pasó por su lado, pero su padre no se detuvo; siguió andando con paso torpe pero rápido...tan solo miró a Boromir de reojo, al pasar por su lado.
"...y tan jóvenes, que pena..."
Boromir oyó esas palabras y miró a Faramir, que seguía mirando atrás, como si esperase que su padre retrocediera y le abrazara explicándole qué estaba ocurriendo.
Faramir bajó la mirada y apretó de nuevo la mano de su hermano.
Sintió que Boromir se la apretaba con más fuerza y le miró.
-Yo cuidaré de ti - dijo entonces Boromir.
Faramir no dijo nada; tan solo se apoyó en su hermano mirando a aquellos viejos médicos, encorvados y sintiendo lastima por ellos.
-Niños....
Era una voz suave, casi un susurro; ambos se giraron sorprendidos.
-Mithrandir... -musitó el pequeño Faramir. Gandalf le sonrió, adoraba cuando ese pequeño le nombraba. Se agachó y Faramir no dudó en ir a abrazarle. Gandalf miró a Boromir mientras rodeaba con sus brazos al hermano menor de este.
-No nos dejan entrar a verla -dijo Boromir, acusando a los adultos de estar obrando con crueldad. Gandalf alargó su mano hacia Boromir. Boromir le miró unos segundos y bajando la mirada dijo - No es tu abrazo el que debería darnos consuelo ahora, si no el de padre.
-Yo te ofrezco el mío -dijo con serenidad Gandalf. Boromir le miró -Es mejor que nada.
-Tú no estarás siempre: la "nada" va a ser mi guía durante mucho tiempo...he de acostumbrarme a su compañía.
-¡No! -gritó de repente Faramir, aun agarrado a Gandalf, con lágrimas que resbalaban por sus sonrosadas mejillas -¡No! -volvió a repetir. Gandalf le dio un cariñoso abrazo y le murmuró algo. Después, miró a Boromir.
-Ahora estas enfadado con tu padre porque no esta a vuestro lado - le dijo Gandalf - Pero él también esta sufriendo...
-Hace meses que esta raro...Tú no lo sabes porque no has estado aquí- dijo Boromir, pero sin reproche alguno en su voz; tan solo intentaba explicarle a Gandalf porqué tenia la certeza de que todo iba a ser más difícil.
Los médicos pasaron de largo, agrupados, como temerosos por la presencia de Gandalf, que les miró solo un segundo para volver a centrar su atención en Boromir.
-Tengo que ir a hablar con vuestro padre -les dijo Gandalf. Miró a Boromir con una sonrisa casi escondida y dijo - Aun estas a tiempo de recibir un abrazo; tal vez no sea el de tu padre, pero podría darte consuelo. Tienes diez años, Boromir....Solo tienes diez años... -dijo esto ultimo para si mismo.
Boromir le abrazó con fuerza y Faramir se abrazó a su hermano sin dejar de llorar.
2.
Faramir iba a cumplir los quince años, Boromir tenia los veinte recién hechos; ambos eran jóvenes y gozaban de una salud excelente.
Aunque su padre nunca acostumbraba estar con ellos y el cielo solía estar de un gris que podría oscurecer los ánimos de cualquier persona, los dos hermanos gustaban de entrenar o más bien jugar, en el patio.
Sus compañeros, algunos alguaciles mezclados entre caballeros y guardias, se agrupaban para ver con qué arte manejaba la espada el hijo mayor del Senescal y con que agilidad le esquivaba el menor de los hijos. Aunque estaba claro que Faramir era mucho mejor con el arco y la flecha que con la espada.
De un espadazo, Boromir hizo que Faramir volviera a perder su espada y cuando iba a recriminárselo con tono burlón, vio como este caía al suelo, quedando ridículamente sentado; todos estallaron en una carcajada, hasta el mismo Faramir, agotado, se rió de si mismo.
-¡Estas exhausto, Faramir! -dijo Boromir acercándose a él - ¡Dejémoslo por hoy! -le ofreció su mano sujetando la espada con la otra - Debes retirar tu mano antes, levantar más la espada y ser más fuerte. Más duro -dijo apretando su puño - No debes caer jamás.
-¿Cómo tú? -preguntó sonriendo Faramir. Boromir dejó de sonreír unos segundos.
-No. No como yo... -le tiró de la mano ayudándole a levantarse - Te pareces a mamá.
Faramir dejó de sonreír al oír que Boromir se refería a su madre de aquella forma; siempre se dirigía a ella como "madre"....las pocas veces que la mencionaba.
-Y padre me odia por eso. -dijo en un murmullo Faramir.
-¿Te he hecho daño? -preguntó tomándole de la mano, que Faramir retiró inmediatamente.
-¡Boromir! -se quejó Faramir - ¡No soy un niño! -decía mientras iba en busca de su espada. Boromir sonrió.
-¡No es un niño! -la gente rió y Faramir suspiró sonriendo recogiendo la espada del suelo -¡Pierde su espada, se cae...! ¡Pero no es un niño! - Faramir le dio un ligero empujón cuando llegó a su lado y Boromir le dio un efusivo abrazo riendo con él. - Esta tarde saldremos a dar una vuelta con los caballos.
-Padre no aprueba esos juegos....
-¡Bueno, que no venga entonces! -Faramir le miró sonriendo. Boromir pasó su mano por la cabeza de Faramir y se apartó de él - ¡Ordenemos un poco esto, hay que volver al trabajo!
Faramir observó a su hermano hablando con los otros guardias, mientras otros recogían las cosas del suelo. Se preguntaba si algún día se parecería a él.
-¡Deberías entrenar con las mujeres! -Faramir se giró y vio que su padre se acercaba a él con la expresión de su cara encolerizada por la rabia; aquella mañana estaba más pálido y su ceño fruncido casi podía hablar por si solo.
-Estábamos... -empezó a decir Faramir bajo una tímida sonrisa.
-¡Perdiendo el tiempo, perdiendo el tiempo! -interrumpió su padre levantando su brazo - ¡Hay mucho que hacer! ¡Distraes a todos con tus juegos, deberías ser nombrado Bufón! - Faramir le miró sorprendido; parecía estar más enfadado que otras veces. Pero siempre era así de brusco con él: Faramir solo lamentaba que le doliera tanto - Eres ridículo -musitó. Faramir no entendió a qué vino aquella reprimenda.
Boromir le dio una de las frutas que habían caído del cesto a una mujer que se lo agradeció sonriendo, cosa que él hizo también. A veces hacían el loco mientras entrenaban.
-¡El Senescal! -dijo uno de los caballeros. Boromir dejó de sonreír, no se había dado cuenta de que su padre estaba entre ellos. Se giró buscándole con la mirada y le encontró hablando con Faramir.
Se le encogió el corazón.
-¡Padre! -dijo forzando una sonrisa, acercándose a él a paso rápido.
-¿Tengo que pagarte tus honorarios por hacer de niñera? -preguntó Denethor casi con tono burlón. Boromir rió intentando no tomarse en serio aquellas ofensivas palabras.
-¡Saldremos a cazar esta tarde! -dijo Boromir - Traeremos al Señor de Gondor la mejor pieza que haya en los lugares....
Faramir bajó un poco la mirada mientras su padre decía algo; no escuchó el qué. De todas formas, parecía que cuando hablaba no se dirigía a él.
Se sentía absolutamente fuera de lugar.
De repente sintió la mano de Boromir tomando la suya, apretándola con sumo cariño: Faramir le devolvió el apretón.
Desde pequeños, habían improvisado esa pequeña seña para dar a entender el uno al otro que estaba bien; un apretón de manos bien fuerte, a escondidas de los ojos de su padre.
Pero Boromir sintió que Faramir a duras penas le devolvía el apretón; su hermano pequeño estaba agotado por la crueldad de su padre.
-Habla con los centinelas, Boromir -dijo Denethor - Dicen haber visto alimañas.
-Faramir ya solucionó esa cuestión, padre -dijo Boromir - ¡Nada más salir el sol, fue a recibirles con su flecha certera!
-Ve a hablar con los centinelas -repitió su padre. Faramir exhaló un suspiro.
-Padre... -intentó decir Boromir.
-¡Hace frío aquí! -dijo Denethor interrumpiéndole - Me voy dentro.
Boromir observó como se alejaba su padre mientras Faramir le miraba a él.
-... ¿Qué tendría de malo ir a entrenar con las mujeres? -preguntó Faramir. Boromir le miró.
- Nada, imagino. Si ellas supieran del manejo de las armas, al menos, la mitad que tú. - Faramir le dio un leve empujón haciéndole una mueca -¿Porqué? ¿Ahora quieres cambiarme por alguna joven Gondoriana?
-No. Es por algo que dijo padre.... -Boromir le sonrió.
-Vamos.
-Boromir -dijo Faramir caminando al lado de su hermano - ¿Tú no vas a casarte nunca?
-¡Caray, que pregunta! -ambos rieron - Las mujeres son el peor enemigo; distracciones, inseguridad...Te centras solo en ellas y pierdes la cabeza.
-Y para eso ya me tienes a mi ¿verdad?
-Eh -tiró de su brazo con suavidad parándose ambos en medio del camino - Jamás has sido un obstáculo en mi vida. Ni has sido una molestia. Solo es que tú eres todo cuanto yo necesito, Faramir.
Faramir le sonrió.
-¿Ya eras tan bueno con la espada a mi edad?
-¿No lo recuerdas, Faramir?: te hice volar tan alto que estuviste enfadado conmigo durante tres días con sus tres noches. -Faramir rió incrédulo - ¡Te lo juro!
Ambos cruzaron sus miradas un segundo y Boromir le atrajo hacia si con su brazo riéndose con su hermano.
-No me apetece ir a cazar, Boromir.
-Siempre que me dices que no quieres hacer algo, te obligo a que lo hagas; no sé cómo te tomas la molestia de decirlo... -se burló su hermano.
-Haga lo que haga él...
-No por él, Faramir; por mi. Hazlo por mí.
Faramir miró a su hermano mayor.
Había oído esa frase mil veces y aun seguía haciéndole el mismo efecto; movería montañas sin tener fuerzas... Cabalgaría millas sin detenerse a recobrar el aliento o seguiría luchando por obtener una simple muestra de cariño por parte de su padre... por Boromir.
-Boromir ...-dijo Faramir rompiendo el silencio; en aquel momento ambos entraban en las caballerizas - últimamente parece que las alimañas se atreven a acercarse más a las murallas...Y hay un brillo diferente allá a lo lejos, en las montañas....Y...
-Gandalf envió una carta a nuestro padre -le dijo Boromir dejando pasar a unos soldados.
-¿Gandalf? ¿Por qué?
-Lo ignoro. Nuestro padre no quiso compartir la información que contenía aquella carta conmigo. Desconfía hasta de su sombra. -Faramir se detuvo pensativo y Boromir se paró junto a él añadiendo- Hay algo en él que esta cambiando...Jamás ha sido un padre cariñoso...Pero...en su mirada hay una llama distinta....
-Yo le noto igual que siempre. -dijo con cierto reproche.
-Actúa para el bien de su pueblo, Faramir.
- ¡Y un abrazo seria como derrumbar las murallas de Minas Tirith y dejarnos al descubierto¡ ¿no? - dijo retomando el paso - ¡No necesito que le encubras, Boromir, porque le quiero! ¡Y respetare su voluntad, ya sea la de ignorarme...! -se detuvo girándose hacia Boromir -...o la de odiarme.
Boromir no quiso insistir más.
Eran temas demasiado delicados, él no sabía qué más hacer para unir a ambos, para proteger a Faramir de las garras de su padre o de intentar entenderle.
No hablarían más de ello durante años.