Portadas de Leandro para Elfenomeno
Año 1 de la Tercera Edad
...pero por mi parte, no me arriesgaré a dañarlo: de todas las obras de Sauron, la única hermosa. Es un tesoro para mí, aunque lo he obtenido con mucho dolor.
Isildur dejó la pluma, y se miró la palma de la mano. Allí estaba aquella cicatriz que el Anillo le había dejado, al tomarlo de la mano de Sauron. Era cierto: aquel dolor no se calmaría nunca. Aquel dolor le recordaba a Sauron, y su oscuridad. Y aunque Sauron se había ido, el dolor seguía allí.
Miró el Anillo, que estaba a su derecha, sobre la mesa. Entonces recordó cuando lo cogió por primera vez, de la mano cortada de Sauron. Recordó que su primera intención había sido arrojarlo al fuego del que había surgido, en la montaña maldita. Si lo hubiera hecho, ahora esa cicatriz no existiría, ni tampoco algunas cicatrices que había en su corazón y que nunca curarían.
Entonces tomó el Anillo en su mano y, bajando la cabeza, cerró los ojos. El Anillo le hacía olvidar su dolor. "Mi tesoro", murmuró.