Sueños de amor nunca cumplidos
CAPÍTULO 5
Pero en aquella hora que parecía de muerte irremediable, desembarcaron de las naves gente que nadie esperaba, y Airabeth no fue una excepción y quedó muda de asombro cuando vio bajar del barco a un hombre de cabellos oscuros y ojos claros, desplegando un estandarte real y realmente parecía un Rey. Todas las criaturas malignas de Sauron tuvieron miedo, pero fue felicidad para los soldados de Gondor y de Rohan. Tras aquel hombre, bajaron un Enano de aspecto fuerte y acto seguido, a Airabeth se le paró el corazón.
Porque he aquí que vio descender de la nave a un hermoso Elfo de cabellos dorados, vestido de verde. Y Airabeth sintió que sus pensamientos abandonaban la guerra, la tristeza y todo lo que la desanimaba y se derretían en aquel dulce rostro. Así fue como Airabeth vio por primera vez a Legolas Hojaverde y le amó desde aquel momento.
Era de noche y toda la ciudad dormía, ya que al día siguiente partirían hacia una batalla peor que la que habían ganado aquel día, ya que desafiarían al Señor Oscuro en su propia tierra.
Airabeth estaba tumbada en el suelo entre los cadáveres. No tenía ninguna intención de volver a casa, sino que estaba decidida a ir a Mordor con el ejército. Seguía firme en su propósito de ser leal a Gondor y además ahora tenía otra razón: el amor había llegado a su vida.
La joven miraba las estrellas. Se preguntó si Elbereth estaría allí arriba y si escucharía su ruego. No creía que los Valar se dieran cuenta siquiera de que existía, pero aun así, cerró fuertemente los ojos y susurró:
-Sé que Legolas nunca me amará, ni siquiera me conoce ni me ha visto nunca, además la muerte, el Destino de los Hombres, me separa de él, ya que es Inmortal. Pero deseo más que nada en el mundo que… alguna vez llegue a mirarme, aunque solo sea durante un segundo y nunca vuelva a hacerlo. Por favor…
Y con este deseo, se quedó profundamente dormida, y soñó con unos hermosos ojos celestes en los que residía la sabiduría de años innumerables.