Epílogo - Después de la Guerra

Este nuevo relato de Tomih Tuck es sencillamente un epílogo, un "despues de..." y en este caso, de la Guerra del Anillo en el cual se nos cuenta brevemente cómo siguieron las vidas de algunos personajes de El Señor de los Anillos. Para cualquier comentario o sugerencia, podéis contactar con la autora en hobbit_tomih@yahoo.com.mx

Capítulo 3: Aragorn

Eldarion no acababa de comprender porqué sus “tíos” comprendidos entre las razas más diversas, detalles que al niño no le eran relevantes, se marchaban de su lado.
Gimli se marchó uno de los primeros y extrañó durante largas tardes sus barbas espesas y gruesas de un color llamativo, como su profunda voz.
Faramir también fue uno de los primeros en marchar y se llevó con él a Eowyn, de dulce sonrisa y abrazo siempre calido; ya no jugarían al entrar la noche a esconderse entre las sombras de las murallas o las estatuas de los magníficos salones. Pero su madre, mientras le arropaba con amor en su cama, le susurró antes de darle un suave beso en su mejilla, que estaban en las Tierras vecinas, así como también lo estará Legolas.
Fue uno de los primeros nombres que aprendió el hijo mayor de los reyes de Gondor; Legolas. Siempre  le cantaba canciones que no alcanzaba a entender, pero la pronunciación elfica de su amigo siempre le dejaba cautivado.
Donde derramó más lágrimas y pronunció más quejas, fue en la despedida de su amigo Pippin. Ambos acabaron llorando, uno más escandalosamente que otro, pero al fin y al cabo, eran lágrimas.  Era con quien más tiempo pasaba Eldarion y con quien mejor se entendía.
Y era el que más lejos se marchaba.
Aragorn alzó a su hijo en brazos y este le abrazó sonriendo; oír aquel sonido reconfortaba a Aragorn que le estrechaba con sumo cariño.
Le besó en la mejilla.
-Te quiero –le susurró Aragorn.  Eldarion rió y también rió su padre.
A menudo lamentaba que Elrond no pudiera verle, oírle…Porque Eldarion llevaba en su mirar el brillo de Arwen, en su sonrisa la ternura y en sus movimientos la elegancia elfica de su madre.
-Papá.
-Dime, hijo mío –respondió Aragorn dejándole en el suelo y arrodillándose frente a él. No se cansaba de mirarle, ni cuando dormía.
-¿Iremos a Ithilien?
-Iremos. -  Sonrió Aragorn acariciando el pelo de Eldarion que jugueteaba con sus manitas, mirándolas como si nunca antes las hubiera visto – Pero cuando mamá haya tenido a tu hermanita.
-¡Nindë! –dijo Eldarion mirando  su padre riendo.
-Nindë –sonrió Aragorn observándole con atención, quería retener en su memoria cada gesto de su hijo -¿Quién te dijo ese nombre? ¿Legolas? –Eldarion negó sonriendo. Aragorn conocía aquel gesto, Pippin solía hacer aquello cuando no quería decir lo que fuera que debía decir. Por timidez, inseguridad…. Pero Eldarion lo hacia porque jugaba a hacerle adivinar a su padre quién de sus “tíos” le había dicho ese nombre. Aragorn sonrió guardando silencio unos segundos. Amaba tanto a aquel niño -¿Fue Faramir? –le preguntó siguiéndole la corriente. Eldarion le miró negando de nuevo y rió abrazándole con ímpetu. Aragorn rió ante aquel gesto impulsivo y le devolvió el abrazo.
Las tardes solían ser así de maravillosas y todo lo anterior era lejano.
Ya no dolía.
-¿Iremos algún día a la Comarca, papá? –le preguntó Eldarion, mirándole.
Aragorn estaba asombrado por la facilidad que tenía su hijo por aprenderse los nombres de los lugares aun cuando era tan pequeño.
Arwen sonrió observándoles parada en el umbral de la puerta; la felicidad que sentía no era comparable ni al calor del sol.
 


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