Unos altos acantilados flanquean el desfiladero que separa las cordilleras de Ephel Dúath y Ered Lithui, y dos colinas desnudas y casi verticales de osamenta negra emergen de la boca de la garganta. En sus crestas, se alzan las altas y oscuras Torres de los Dientes, Narchost y Carchost, de muros de piedra, y con troneras que se abren al norte, al este y al oeste. Y al pie de las montañas se encuentran centenares de cavernas y agujeros excavados en la roca.
Tras la victoria en la Guerra de la Última Alianza, los Gondoreanos erigen las torres para vigilar los territorios del enemigo. Esa vigilancia se mantiene durante la Tercera Edad, aunque a lo largo de los siglos se va relajando. Tras la Gran Peste de 1636, muchos fuertes son abandonados, y las Torres quedan en semi-ruina. Pero a finales de la Tercera Edad, hacia el 2950, Sauron vuelve definitivamente a Mordor. La Morannon, los túneles y las atalayas son ocupadas y restauradas. Los Orcos se acantonan en las almenas, que usan como depósito de armas, y empieza una vigilancia incansable. Una luz roja permanece encendida en lo alto de las Torres, de donde se desprende una leve humareda. El 5 de marzo de 3019, Frodo, Sam y Gollum contemplan desesperados el lugar. Pero el 25 de marzo, con la destrucción del Anillo Único, el terremoto que sacude Cirith Gorgor hace temblar las Torres, que vacilan y acaban por desplomarse.