Es el camino que deben seguir las naves élficas para alcanzar las tierras de Aman. El camino mágico, que se encontraba más allá de la comprensión humana y de toda su lógica, que unía la Tierra Media con el continente de Aman, cuando éste fue separado de los Círculos del Mundo a finales de la Segunda Edad. El Camino Recto era la única ruta hacia el Verdadero Oeste, y solo podía ser surcado por las naves de los Eldar, aunque se dice que algún marinero pudo encontrarlo de manera casual. Para acceder a él, se tenía que zarpar desde los Puertos Grises, aunque durante un tiempo los Elfos usaron los puertos de Edhellond y Dol Amroth; las naves que lo conseguían atravesar, hacían su entrada en el puerto de Avallonë, en Tol Eressëa.

En el capítulo de ESDLA “Los Puertos Grises”, se le describe escuetamente de la siguiente manera:

“... Y la nave se interno en la Alta Mar rumbo al Oeste, hasta que por fin en una noche de lluvia Frodo sintió en el aire una fragancia y oyó cantos que llegaban sobre las aguas; y le pareció que, como en el sueño que había tenido en la casa de Tom Bombadil, la cortina de lluvia gris se transformaba en plata y cristal, y que el velo se abría y ante él aparecían una playas blancas, y más allá un país lejano y verde a la luz de un rápido amanecer. Pero para Sam la penumbra del atardecer se transformó en oscuridad, mientras seguía allí en el Puerto; y al mirar al agua gris vio solo una sombra que pronto desapareció en el oeste...”

Aparte de los Elfos, a algunos mortales se les concedió la gracia de poder seguir el Camino Recto y abandonar los Círculos del Mundo. Tal fue el caso Tuor, de los Portadores del Anillo Bilbo y Frodo Bolsón (y posteriormente también Sam) y de Gimli, por la gran amistad que le unió a Legolas.