Análisis de la banda sonora de <i>Las Dos Torres</i>

Análisis propio de la banda sonora de Las Dos Torres realizado por nuestro comparñero Tombo.
15. Cuernavilla

    Otro de los pasajes enormemente atractivos. Los sucesos en Cuernavilla. Todo empieza con el tema de Rohan empleado con solemnidad por la cuerda grave. La trompeta anuncia levemente el motivo de la comunidad del anillo. Los coros arrancan sus cánticos elevándose a las alturas, hasta que son sustituidos por una marcha en la trompeta claramente mahleriana (1:52) acompañada por diseños rítmicos en los chelos que continúan aún cuando la trompeta termina su llamada. Nuevamente aparece un amago hermoso del tema de la comunidad, grave, muy grave en las cuerdas, hasta que arrecia un oboe lamentoso proponiendo un emotivo final a la sección. Desde ahí arranca una dura marcha muy rítmica en los bajos (¿recordáis el bolero de Ravel?) y en la percusión que acompañan a los metales hasta el cielo, con un gong apoyando la situación. Pero si nos fijamos, ¡qué maravilla!, el tema que subyace en toda la marcha no es ni más ni menos que el lamento por Gandalf terriblemente y cruelmente transformado. El ritmo aún se acelera más, tomando protagonismo las trompas, en una última fanfarria que recuerda al trabajo de Zimmer en Gladiator. Todo es exquisito.

16. Adelante, Eorlingas

    Y otra maravilla más que sumar a la larga lista del señor Shore. Reconozco que no puedo ser objetivo en este pasaje, y no me gustaría serlo, para ser sincero. No hay pausa, ya no hay tregua. El comienzo ya es de obra maestra. Una dulce canción en los coros, con garabatos al fondo del oboe, recitativo del texto por parte de las voces en una enorme progresión, en un trabajo puramente marca de la casa. Todo esto ya vale por toda una banda sonora. Y entonces explota toda la orquesta en un tema triunfal, espectacular, con los violines en “stacatto”, y recogiendo rápidamente el nuevo motivo. Pero los metales nuevamente adquieren el protagonismo que se merecen. Sorpresivamente surge el tema de la comunidad en todo su esplendor y en su instrumentación original (1:47). Todo un gustazo que levantará del asiento al más pintado. Sin embargo, el motivo de la comunidad acaba en suspensión añadiendo una, ya imposible de superar, enorme épica gracias a la voz de Ben del Maestro, ¡qué imaginación!, en una vuelta de tuerca tímbrica y de texturas que sólo Shore es capaz de recrear (con arpegios wagnerianos en los violines al fondo). El clímax final en los violines es apoteósico. Verdaderamente algo único, uno de mis momentos preferidos, sin duda. ¡Qué más se puede pedir en cuanto a épica! La conjunción de elementos es feliz, sin duda. La Victoria se masca, se alienta.

17. Isengard asolada

    Pero es que las maravillas no acaban con los Eorlingas. Los tres pasajes restantes son inolvidables por muchos motivos. Comienza el triste lamento por Gandalf, con un amenazador pedal de fondo de los contrabajos. Estalla la furia con el tema de Isengard ya cansino y desesperado, no durará demasiado. Fanfarrias solemnes de los metales anuncian la tormenta, primero las trompas y luego las trompetas, en una clara variación (si nos fijamos atentamente) del tema de Rohan (1:49). Y de repente, el silencio absoluto, golpes expectantes de misterio en pianissimo. Pero, atención, porque ahora viene la maravilla. Los Ents se encuentran expectantes, y su furia a punto de desatarse. Una progresión dramática como pocas veces se ha podido escuchar, como un cansino pero demoledor paso destructor. El tema esperanzador de la polilla que ayuda a Gandalf aparece de nuevo, primero suplicante en el coro, más tarde en la deliciosa voz de Ben del Maestro. Emocionante no es la palabra. Poco a poco va creciendo con la entrada de la orquesta en una progresión sin límite, totalmente agónica. Isengard devastada. Los violines dramáticos como nunca, con los chelos fantásticamente arpegiados anuncian con pasión la rabia del momento (3:47). Y ahora el paroxismo absoluto. Entran las masas corales y todo lo que queda sobre la faz de la tierra con el motivo de la polilla extendiéndose hasta el infinito….y más allá aún, con un infernal y diabólico ritmo sincopado de 5/4 (el mismo de la famosa marcha en Gladiator, plagiado directamente de Los Planetas de Holst). Realmente no queda nada más por decir, simplemente hay que vivir el momento.

18. Samsagaz el Valiente

    Realmente tras Isengard asolada poco más quedaría por decir desde un punto de vista estrictamente musical. Sin embargo, Howad Shore nos obsequia un exquisito plato: este Samsagaz el Valiente que rezuma belleza por todos los lados. Estamos en el reino de la melodía de los sentimientos. Es la resolución perfecta de todo el discurso planteado en el anterior episodio. Comienza una dulce melodía en la flauta arropada por los violines, hasta que éstos toman el relevo en la voz principal con el tema de Sam que ya escuchamos hace un año cuando éste toma la decisión de acompañar a Frodo en su viaje a Mordor. De vehemencia absoluta, y delectación pura en los timbres de los violines se desarrolla todo el hermoso pasaje. Un nuevo tema hace su aparición, muy breve (1:48) desembocando en el dulce y parsimonioso tema de Frodo en la flauta, tal y como escuchamos en la conclusión de La Comunidad del Anillo. Todo fluye aquí hacia el final.

    Pero aún queda algo más: una suspensión cromática de los violines en agudo provocan una gran sorpresa. En medio del misterio, surge un extraño y temeroso motivo atribuido al fagot. Se dibujan ominosas sombras, terribles presagios (2:56). ¿Es Ella-Laraña que se augura? ¿La terrible decisión de Gollum? ¿Traición sin precedentes? Un delicado arpegio en los violines, una vuelta al tema de Frodo sin concluir, armonía en suspensión. Hay algo que no acaba de funcionar, y con esa duda, ese temor que se corta…termina la exposición.


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