Análisis de la banda sonora de <i>Las Dos Torres</i>

Análisis propio de la banda sonora de Las Dos Torres realizado por nuestro comparñero Tombo.
10. Bárbol

    Extraños, curiosos ritmos y sonoridades para presentarnos el misterio, la antigüedad que se respira en el bosque de Fangorn. Los coros dibujan con sonoridades inquietantes todo un mundo que respira vejez, complejidad. El oboe se empeña en diseñar un tejido melódico muy expresionista, acompañado por una percusión exótica. Unos pasos se acercan pesadamente (1:45). ¿Son amistosos? No decae el misterio y la extrañeza, en una arriesgada apuesta por parte de Howard Shore. Muy interesante el estilo seleccionado: expresionismo.

11. La Despedida

    Otra suerte de acierto en Shore: la despedida de los Elfos de la Tierra Media. Shore contrapone de manera estupenda los temas élficos de Rivendel con el de Galadriel en Lórien. Un motivo melancólico a cargo de los violines con la flauta de arrebatadora hermosura hace acto de presencia. Emotiva creo que es la palabra que lo define. Pronto aparece el tema de Rivendel, con sus coros y sus arpegios, inalterado, que se transforma en una dulce y sensible cantinela en los violines (0:50). Sin solución de continuidad surge el tema de Lórien, con sus misterios escondidos, con toda su magia. Todo se desenvuelve en un clima que retorna al de la profecía en La Comunidad del Anillo, con el motivo del Anillo que el oboe canta con delectación. Así, en un remanso de paz y tranquilidad, la música termina por extinguirse……como los propios Elfos.

12. El Abismo de Helm

    Cuernos de Batalla, percusión fuertemente rítmica. Todo ello para describir un momento de increíble tensión en que Shore se nos presenta como todo un maestro, inigualable en su estilo. Todo empieza con el motivo de los jinetes a cargo de los chelos. Poco a poco empieza a aparecer una fanfarria guerrera en las trompas, mientras los chelos dibujan amenazadores y violentos diseños, de una enorme calidad. En medio de la percusión surge un coro que cree en la victoria, y de él un tema en la trompa lleno de potencia y con aroma a triunfo (1:11). Momento glorioso, pleno de encanto. Vuelve la fanfarria guerrera, que desaparece en una triste sección de violines, expresando una pena y desesperación dramática. Su clímax lleva inevitablemente a la exposición del motivo de la polilla que ayuda a Gandalf cuando éste se encuentra preso en Isengard (2:20). Ah, ¡es la expresión máxima de la esperanza! Los violines se desvanecen lentamente y surge el motivo de Rohan en el violín noruego con un lecho de percusión al fondo. Pronto le responden el resto de violines, pero éstos lamentosamente tristes, sin apenas fuerzas. Todo termina en un diseño y una cantinela de Elisabeth Fraser de carácter élfico totalmente fúnebre (¿la muerte de Haldir?).

13. El Estanque Vedado

    Dulces sonidos atmosféricos, en tensión, mostrando las maravillas de Ithilien. Aquí nos encontramos con Shore en todo su esplendor. Todo comienza con una suave melodía a cargo del clarinete, tan dulce como lejana. Le responden los violines en agudo, y susurrantes murmullos al fondo. El misterio, la belleza crece en forma de unos poderosos chelos que figuran un tema sombrío y misterioso (0:45). Entran los violines, tan misteriosos, tan temerosos, en un crescendo sostenido. La rica instrumentación propia de la naturaleza, el dramatismo presente, el tema del anillo distorsionado, recuerda al mismísimo Wagner. Hay tensión contenida en ese acorde arpegiado de terceras (3:49), suspenso, algo está sucediendo. De pronto surge el coro de niños, enunciando la sempiterna y evocadora tentación del anillo, posiblemente a Faramir (4:39). De esta manera tan peculiar termina este mágico momento, con una cadencia suspensiva de dominante. Todo está expectante.

14. Aliento de Vida

    Este Aliento de Vida es una muestra de todo lo que Shore es capaz de ofrecernos. Maravillas por doquier, sentimientos a flor de piel. No puedo asociar a nada en concreto esta música, pero sí afirmar que, en mi opinión, estamos ante un verdadero monumento musical, único y característico en su factura. Son necesarias muchas escuchas para poder sacar partido a este momento de gloria. Extraños y lejanos cánticos a cargo de Sheila Chandra exponen un ambiente de auténtica delectación tímbrica. Suaves murmullos de la trompa, violines susurrantes, y pronto se termina, se termina la voz, y sólo quedan los murmullos, esa paz que todo lo cubre en las maderas. Suavemente le siguen los violines con sordina en un remanso de increíble sentimiento, de acongojante tranquilidad. Poco a poco, sin apenas motivación, van subiendo hasta su registro agudo quedándose en un suspenso, momento en el que aumenta la tensión orquestal, la cual revienta en una marcha solemne, hermosa y muy pegadiza en fuerte ritmo binario íntimamente relacionada con lo que escuchábamos en la batalla de Amon Hen. El héroe que regresa de las profundidades, de los recuerdos. Momento para recordar, puesto que nos encontramos ante un genial resumen de todo el trabajo de Shore para El Señor de los Anillos: fuerte psicología, marchas extrovertidas, atmósfera impecablemente recreada.


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