A diferencia de la mayoría de los jóvenes ingleses de por aquél entonces (entre ellos su propio hermano Hilary), J.R.R. Tolkien desestimó la idea de alistarse para la guerra en tanto en cuanto no se hubiera graduado en Oxford. Esta idea cambió en cierto sentido cuando, al llegar a Oxford para el comienzo del último curso, se reencontró con Geoffrey Bache Smith, miembro como él del Tea Club Barrovian Society.1 Smith estaba pendiente de unirse al regimiento de los Lancashire Fusiliers, y Tolkien decidió intentar que lo destinaran al mismo batallón que a su amigo. Así, con el comienzo del nuevo curso, empezó también su instrucción en los parques de la Universidad en los Officers` Training Corps. Durante todo el curso combinaría la preparación militar con sus obligaciones académicas.
Cuando por fin, en el mes de junio realizó el examen final y obtuvo los Honores de Primera Clase que le permitirían optar a un trabajo académico al terminar la guerra, le llegó el momento de unirse a la tropa. Pero el destino quiso que Tolkien y Smith no coincidieran en el mismo batallón; él fue destinado al 19º, mientras que su amigo se encontraba en las filas del 13º.
Su periodo de instrucción con los Lancashire Fusiliers lo llevaría primero a Bedford en el mes de julio, y en agosto a un incómodo deambular por los distintos acuartelamientos de Staffordshise.
A principio de año (1916) decidió especializarse en señales y librarse así de la responsabilidad de dirigir un pelotón. La instrucción que recibió le capacitó para desenvolverse con todos los medios de comunicación que se utilizaban en el campo de batalla: desde el simple teléfono de campaña o el Morse hasta la más elaborada señalización mediante banderas o lámparas, o aún el uso de palomas mensajeras. Al final de su entrenamiento en este campo fue designado oficial de señales dentro de su batallón.
La partida al frente parecía inminente, por lo que Tolkien y Edith decidieron contraer matrimonio cuanto antes por lo que pudiera pasar. Así lo hicieron el 22 de marzo. Cuando apenas habían regresado de una semana de luna de miel en el pueblo costero de Clevedon le llegó la orden de embarque. El 4 de junio Tolkien se dirigió a Londres y de allí partía para el frente en Francia. Durante casi medio año no volvería a ver a su amada esposa.
Tolkien desembarcó en Calais dos días después, el 6 de junio, y desde allí su regimiento fue trasladado directamente al campamento base en Étaples. Todo el equipo de campaña que comprara antes de partir de Inglaterra se había perdido en el viaje, por lo que se vio obligado a adquirir un nuevo equipamiento e incluso a pedirlo prestado. En Étaples él y muchos otros de su regimiento fueron transferidos al 11º batallón, y durante las siguientes tres semanas permanecieron acuartelados allí.
Por fin el 27 de junio le tocó el turno a su nuevo batallón de salir para el frente. Un lento viaje de algo más de 24 horas y lleno de paradas los llevaría bordeando el Somme hasta Amiens. Allí, tras recibir algo de comida partirían a pie hasta la aldea de Rubempré, a 15 Km.
En Rubempré pasaron la noche del 28 al 29 de junio. El 29 permanecieron en la aldea haciendo ejercicio y practicas de bayoneta, y el 30 se trasladaron hasta otra aldea más cercana al frente. El sábado 1 de julio comenzaría la gran embestida. El mando británico había planeado un asalto conjunto con los franceses a lo largo de 37 Km. Las tropas inglesas cubrirían los 24 Km. que se extendían entre Serré y Curlu al norte del Somme, mientras que los franceses debían cubrir los 13 Km. restantes al sur del río entre Curul y Peronne. Durante la última semana la artillería aliada había llevado a cabo un bombardeo masivo arrojando más de un millón y medio de proyectiles contra las líneas enemigas que tenían como objetivo preparar el terreno para el avance de la infantería destruyendo las defensas y alambradas que cubrían el terreno que separaban las trincheras aliadas de las alemanas. La caballería habría de poner fin al ataque cargando contra las tropas alemanas puestas en retirada por el asalto de la infantería.
A las 7:30 de la mañana se dio la orden de ataque. Suerte tuvo Tolkien de que a su batallón le correspondiera permanecer en la retaguardia desplazándose hasta el pueblo de Bouzincourt, pues el que debía ser un infalible plan de ataque termino siendo una horrible matanza. En un solo días las filas aliadas habían perdido a veinte mil hombres. El tan prolongado bombardeo previo solo había servido para poner sobre aviso a los alemanes; las defensas y las alambradas están prácticamente intactas, y los tiradores alemanes tenían muy fácil hacer blanco en las hileras de hombres que lentamente avanzaban por el barro hacia sus trincheras. En Bouzincourt, Tolkien y los hombres del 11º regimiento de los Lancashire Fusiliers pronto supieron que el ataque no había surtido el efecto esperado. Los herido y mutilados llegaban por centenares y aquí y allá grupos de soldados cavaban tumbas donde enterrar a tantas bajas.
El 6 de julio (jueves) llegó el turno del 11º batallón de entrar en combate. Sin embargo tampoco esta vez le tocaría a Tolkien ir al frente; solo la compañía A sería enviada a las trincheras. Tolkien permaneció en Bouzincourt pensando en Edith y preocupado por la suerte que podrían haber corrido sus amigos. Aparte de Smith, que había participado ya en los combates, Rob Gilson, otro de los miembros del T.C.B.S., había participado también en el ataque del 1 de julio; y Tolkien no sabía nada de ellos (el cuarto miembro del club, Christopher Wiseman, servía en la marina). Esa misma tarde él y Smith se encontrarían en Bouzincourt. Smith tenía un breve periodo de descanso antes de volver al frente. Nada supieron por el momento de la suerte corrida por Gilson.
Ocho días más tarde, el 14, llegó el turno de la compañía B; Tolkien debía acudir al frente. Una larga marcha nocturna de un par de kilómetros hasta la primera de las líneas de trincheras dio paso al lento reptar por los estrechos callejones hasta los puestos de vanguardia.2 El regimiento de Tolkien debía unirse a al 7ª brigada de Infantería para lanzar la ofensiva sobre la aldea de Ovillers. El asalto inicial no tuvo éxito, y aldea permaneció en manos de los alemanes que la defendieron durante algunos días más. Muchos hombres del batallón de Tolkien perecieron bajo el fuego de las ametralladoras, pero él salió ileso. Tres días más tarde su compañía era relevada del puesto y enviada de regreso a Bouzincourt. Allí a Tolkien solo le esperaban malas noticias; una carta de Smith le anunciaba la muerte de su amigo Rob Gilson. Gilson había muerto en ataque a La Boiselle hacía ya dos semanas, durante los poco fructuosos combates del 1 de julio.
Una vez pasado el primer combate, Tolkien, como el resto de los hombres, quedó en manos de la "rutina del frente", que por lo general implicaba una media de cuatro días en la trinchera de fuego seguidos de otros cuatro en la de apoyo, y ocho más en la de reserva. El resto del mes se consideraban periodo de descanso, con las matizaciones que ese termino conllevan cuando se está en el frente, pues eran estos hombres que estaban de descanso los que eran escogidos para formar las partidas de trabajo que se encargaban de trasladar las raciones, el agua y la munición desde las posiciones más seguras en la retaguardia, donde se almacenaban, hasta las líneas de trincheras.
Entre los muchos combates en que Tolkien se vio envuelto en estos periodos en el frente está el asalto final el 16 de octubre al reducto de Schwaben; una poderosa fortificación de trincheras alemanas al norte de Thiepval.
El sábado 19 Tolkien y Smith se reencontraron, esta vez en Acheux. Seguirían viéndose durante los días siguientes. El último, de regreso ya en Bouzincourt, comían juntos cuando se produjo un bombardeo; por suerte ambos salieron ilesos. Después de este incidente volvieron a separarse.
La intensidad de los combates iba decayendo conforme pasaban los días pero, aún así, las perdidas aliadas seguían siendo cuantiosas. Hasta el momento Tolkien había tenido mucha suerte; la mayoría de los hombres de su batallón habían muerto ya y con cada día que pasaba en el frente las posibilidades de que le tocara a él iban aumentando. Pero, el viernes 27 de octubre, Tolkien, como otros muchos antes que él, contrajera la conocida entre los soldados como "fiebre de las trincheras".3 De inmediato fue trasladado a un hospital cercano al pueblo de Beuval, a unos 15 Km. del frente. Al días siguiente un tren lo transportaba a la costa, y el domingo 29 por la noche estaba ya en una cama en el hospital de Le Touquet.
Pasaban los días y la fiebre seguía sin remitir por lo que el 8 de noviembre Tolkien fue embarcado para Inglaterra. Pronto se encontraría en la cama de un hospital de Birmingham, a más de 400 Km. del frente, y con su amada esposa junto a él.
En pocas semanas estuvo repuesto y pudo abandonar el hospital para pasar las Navidades con Edith. Había sobrevivido al horror de la guerra, pero aún habría de sufrir sus consecuencias por algún tiempo; y no solo las secuelas físicas (pues recaería en varias ocasiones antes de recuperarse del todo) sino también las personales. No bien había llegado a casa recibió una carta de su amigo Wisseman en la que le informaba de que Smith había muerto el pasado 3 de diciembre a causa de la gangrena provocada por las heridas de la explosión de una granada. De los cuatro miembros del T.C.B.S. ya sólo quedaban dos.
Las últimas palabras que Smith dirigiera por escrito a Tolkien fueron, una vez más, para alentarle a que escribiera aquel tipo de historias de las que tantas veces habían hablado los miembros del Tea Club Barrovian Society, pero, esta vez, pidiéndole que lo hiciera en su lugar cuando él no estuviera.
APÉNDICE:
A continuación se incluyen dos mapas que detallan los itinerarios seguidos por Tolkien en el frente y que, además, sirven como resumen cronológico de acontecimientos.
EL VIAJE A FRANCIA Y EL REGRESO A INGLATERRA
DETALLE DEL FRENTE EN EL SOMME
NOTAS:
1.- El TCBS o Tea Club Barrovian Society era el nombre con que Tolkien y sus mejores amigos de la escuela habían bautizado al grupo en el que se reunían para leer fragmentos de obras y charlar de sus gustos y conocimientos mientras tomaban el té siempre que tenían oportunidad desde hacía ya 4 años. Smith, que se había incorporado algo después les había aportado cierta atracción por y una mejor comprensión de la poesía. En el caso de Tolkien, la influencia de Smith le había llevado a empezar a escribir algunos poemas.
2.- El frente, como tal, estaba formado no por una, sino por tres líneas paralelas de trincheras. Estas líneas estaban trazadas siguiendo un contorno en zigzag para minimizar el alcance de los desperfectos que podía ocasionar la explosión de un proyectil enemigo. Empezando por la retaguardia, la primera de las tres líneas (retrasada generalmente una mayor distancia de las dos siguientes) era la "trinchera de reserva", la segunda recibía el nombre de "trinchera de apoyo" (o también "trinchera de cobertura"), y la línea más avanzada (a una distancia de entre 25 y 50 yardas de la segunda línea) era conocida como "trinchera de fuego". El transito entre una línea y la siguiente era posible gracias a llamadas "trincheras de comunicaciones" que configuraban un verdadero laberinto de estrechos callejones. Entre la "trinchera de fuego" y las líneas enemigas y una vez cruzada una hilera de alambre de espinos para frenar un posible avance, se encontraba la conocida como "tierra de nadie" en donde lo que en su días fueran verdes campos y sembrados yacían ahora convertidos en barrizales donde la tierra se mezclaba con la lluvia y la sangre de los hombres abatidos por los francotiradores y los puestos de ametralladoras.
Las dimensiones de las trincheras dependían de muchos factores, los más determinante era las condiciones del terreno donde estaba excavada y el tipo de trinchera; como media, la anchura rondaba el medio metro (apenas cuarenta centímetros en el caso de las "trincheras de comunicaciones"), mientras que la profundidad estaba entre el metro cincuenta y el metro ochenta. Cada uno de tipos de trincheras presentaba, además, características diferentes propias del papel que jugaban en la disposición del frente, aunque también había elementos comunes a todos (o casi todos) los tipos. La tarima de madera que facilitaba el movimiento de los hombres por la trinchera evitando que se hundieran en el barro era uno de ellos, aunque raramente estaba presente en las "trincheras de comunicaciones", y no siempre estaba en condiciones. Otro elemento común era el parapeto de arena o sacos terreros dispuestos en el lado frontal de la trinchera para proporcionar cobertura adicional (en el lado de retaguardia se levantaba un parapeto similar conocido como "parados" y cuya finalidad era la de frenar el efecto de las explosiones causadas por un eventual bombardeo; ambos elementos eran comunes a casi todos los tipos de trincheras). Un elemento que podía considerarse común serían los denominados "dugouts", habitáculos excavados en las paredes de la trincheras que proporcionaban un lugar resguardado de las inclemencias del tiempo (en algunas ocasiones, sobre todo en las líneas posteriores, podían encontrase a varios metros bajo tierra, accediéndose a ellos a través de una tramo de escaleras desde la propia trinchera) que por lo general estaban reservados para los oficiales de mando y como puestos de comunicaciones (seguramente Tolkien desempeñó sus funciones en algunos de estos habitáculos). Habitáculos similares servían para alojar las letrinas, en caso de que se dispusiera de ellas, aunque en este caso se encontraban al mismo nivel que la trinchera, y pasillo que llevaba hasta estaba a cielo abierto.
La función y características propias de cada uno de los tipos de trincheras eran las siguientes:
La "trinchera de fuego": Era la primera línea de defensa frente al avance enemigo, por tanto los hombres destacados en esta pasaban prácticamente todo el tiempo que permanecían en ella de guardia; oteando la "Tierra de nadie" mientras se mantenían a cubierto del fuego enemigo (sobretodo de los disparos de los francotiradores alemanes), o esperando la orden de salir para asaltar la posición enemiga frente a la que estaban apostados. Una característica propia de esta trinchera era "paso de fuego", una tarima elevada en la cara frontal de la trinchera que permitía a los hombres vigilar el frente y en su caso disparar sobre cualquier enemigo que avanzara hacia la trinchera (de ahí su nombre); pero que además servía para facilitar la salida de la trinchera en caso de que se ordenara el ataque.
La "trinchera de apoyo" y la "trinchera de reserva": se caracterizaban por la presencia de nichos excavados en la cara frontal de la trinchera (para prevenir así la entrada directa de proyectiles enemigos) donde los hombres podían resguardarse para dormir. Además, la presencia de "dugouts" para puestos de mando y de letrinas era más común; algunos incluso podían albergar puestos de primeros auxilios (sobre todo en el caso de la "trinchera de reserva").
Las "trincheras de comunicaciones": La carencia de prestaciones de tipo alguno era la característica más común de estas trincheras; después de todo eran simples caminos de paso para llegar a los puestos de destino, aunque un siquiera para eso estaban suficientemente preparadas, puesto que la falta de tarima en el suelo obligaba a los hombres a avanzar con dificultad hundiéndose en el barro del fondo.
En cuanto a las condiciones de vida en las trincheras, solo cave calificarlas de harto desagradables. Los motivos son bastante evidentes: gran cantidad de hombres viviendo en un espacio reducido; restos de comida, latas y otras basuras tiradas por los rincones; la proximidad de las letrinas (simples pozos negros excavados y cubiertos con un banco o un cajón de madera), la suciedad que de por sí implica vivir medio bajo tierra sin poder lavarse o cambiarse durante días o aún semanas; ratas (casi siempre descritas tan grandes como gatos), piojos e insectos de todo tipo (moscas, gusanos...) atraídos por la basura y los cadáveres en descomposición de los hombres que quedaban semienterrados en las propias paredes de las trincheras con los derrumbes; y por supuesto, además de la suciedad y el hedor, estaba el clima y sus efectos: lluvias, niebla, heladas... barro por todas partes y un frío y una humedad que cala hasta los huesos (el fuego de cualquier tipo estaba prohibido en la trinchera, puesto que tanto la luz de noche como el humo de días atraía la atención del enemigo). A estas pésimas condiciones había que sumar lo duro y tedioso de la vida en la trinchera; el tiempo en la trinchera debía repartirse entre el enemigo, los duros trabajos de obstruir y reparar las trincheras, y el descanso; aunque el tiempo de trabajo y el de descanso no siempre estaban compensados por muchos horarios y rotaciones de turno que planificaran los oficiales; en los momentos de lucha y en los periodos largos de alerta toda la rutina quedaba completamente rota. No es extraño, pues, que entre los muchos factores que amenazaban la vida de a los hombres de las trincheras estuviera (además del fuego enemigo, claro está) el de las enfermedades.
3.- La "fiebre de la trinchera" se descubrió por primera vez en 1915 y alcanzó proporciones epidémicas en el Frente Occidental (aunque desaparecería repentinamente en 1918 con el fin de la guerra y solo reaparecería durante la Segunda Guerra Mundial afectando a miles de soldaros alemanes del Frente Ruso). Durante el tiempo que duraron sus efectos infectó unos 800.000 soldados aliados
SÍNTOMAS:
La enfermedad tenía un período de latencia de entre 8 y 30 días antes de que, de manera repentina, se manifestaran los síntomas. Estos consistían en una elevada temperatura, severo dolor de cabeza, tensión y dolores musculares en tronco y sobre todo en las piernas, y el característico dolor en las espinillas e incluso desvanecimientos. Eran comunes los ataques de estremecimiento y la aparición variable de un sarpullido rosado de corta duración. Las fases agudas de la enfermedad daban paso a fases de marcado agotamiento. El aumento de la fiebre era inconstante, pero por lo general estaba presente durante cinco días (de ahí que también se conociera a la enfermedad como la "fiebre de los cinco días"), después remitía para volver a repetirse al cavo de otros 5 o 6 días. Estas crisis podía darse una única vez, aunque por lo general se tenían varias recaídas (en muchos casos hasta 12 veces, por lo que no es extraño que Tolkien estuviera cerca de 5 meses convaleciente).
CAUSAS:
Ya desde 1916 se sospechaba que el causante de la transmisión de la enfermedad debía ser alguno de los insectos o parásitos comunes encontrados en las trincheras, pero solo una vez terminada la guerra quedó determinado que el responsable de su transmisión era el piojo. Dadas las condiciones de la vida en las trincheras y el debilitamiento físico que implicaba la vida en el frente, no resulta sorprendente el elevado número de infectados; basta recordar, por ejemplo, que, al estar prohibido todo tipo de fuego para calentarse, la única manera de no congelarse en las frías noches de invierno era la de agruparse unos contra otros lo que, evidentemente, favorecía la propagación de los parásitos. Según los datos médicos disponibles el 97% de los efectivos en el frente estaba infectado de piojos, lo que explica la facilidad con que se contraía la "fiebre de las trincheras". De las tres variedades de piojos: piojo de cabeza (Pediculus capitis), piojo púbico (Phthirus pubis), y el piojo del cuerpo o de la ropa (Pediculus corporis o Pediculus Vestimentis); la tercera era la causante de la transmisión de la enfermedad.
TRATAMIENTO:
El tratamiento que se daba a la enfermedad era puramente sintomático (tratar la fiebre y los dolores), y muy poco podría hacerse por los enfermos excepto hospitalizarlo y mantenerlos bajo cuidados de enfermería. Aunque fueron pocos (si es que hubo alguno) los que murieron a causa de la enfermedad, el 80% de los infectados permanecían incapacitados para el deber durante alrededor de 3 meses.
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