Hoy hablamos de...
     Durante estos cuatro años y medio, hemos estado viendo cómo de vez en cuando se crean nuevos debates en el foro que hacen las delicias de todo el mundo. A veces un mismo tema se repite una y otra vez, y a veces surge un nuevo debate sobre el que jamás se había hablado, levantando pasiones, y uniéndonos más a todos, aunque no nos demos cuenta. Con esta intención vamos a dar origen al "Hoy hablamos de...". No es nuestra intención desplazar a los otros fantásticos debates que tienen lugar en nuestro querido foro. Simplemente, queremos aportar nuestro granito de arena, y animaros a todos a participar de esta locura que nos legó nuestro querido J.R.R. Tolkien. Estaríamos encantados de que cada uno abriera su corazón y su mente, y que digáis lo que queráis decir en este "Hoy hablamos de..." que os iremos proponiendo paulatinamente.
     Y para empezar, os vamos a proponer hoy un tema sobre el que se ha hablado ya en ocasiones, pero que nos parece estupendo para iniciar esta nueva serie, siempre con vuestro permiso, vuestro beneplácito, y sobre todo, con vuestra participación: La Amistad en la obra de Tolkien. Nuestro compañero Gwaihir ha preparado la siguiente introducción, para abrir el debate, que podéis ver en la ampliación de la noticia.
     Tolkien nos enseña muchas cosas. Bueno, es posible que sea mejor decir que Tolkien enseña muchas cosas a aquellos que están dispuestos a ser enseñados, a los que son todavía son capaces de aprender y, sobre todo, que no se avergüenzan al admitir que un “libro fantástico para críos” pueda ser su guía de conducta.
     Muchas cosas, sí... nos enseña a amar el lenguaje, la Naturaleza, a ser más tolerantes, y a algunos, incluso, les hará entender lo que significa de verdad la palabra Esperanza. Pero si algo tiene El Señor de los Anillos (por centrarnos sólo en él), es que en sus páginas podemos encontrar uno de los cantos más arrebatadores que conozco sobre la amistad. No, corrijo... sobre la AMISTAD. Tanto es así, es un sentimiento tan puro, tan noble, que el que lee El Señor de los Anillos con el corazón y se deja seducir por lo que se cuenta en sus páginas, acabará el libro con la acariciadora sensación de ser mejor persona.
     ¿Pero por qué ocurre esto?; y lo que es más importante: ¿lo hizo Tolkien de manera intencionada? Quizá la respuesta más sencilla, y seguramente la más cercana a la verdad, es que a Tolkien “le salió así”, que no fue algo exactamente premeditado, porque él también era una buena persona, un hombre preocupado por sus amigos durante toda su vida. Pero el paso de los años le robó la presencia de varios de esos amigos.
     Posiblemente uno de los sucesos más traumáticos fue la muerte de sus compañeros del T.C.B.S. en la Gran Guerra. No recuerdo ahora cuántos de ellos murieron en los campos de batalla, pues prefiero escribir esto únicamente con datos recordados (pocos, por desgracia)... lo que importa es el suceso en sí, la pérdida de amigos queridos en la juventud, la edad en la que los sentimientos son más impulsivos, cuando todo se hace como si mañana mismo se acabase el mundo. Para Tolkien, con su carácter aparentemente blindado por sus creencias religiosas, el mundo no se acabó, pero el daño, como el cuchillo que hirió a Frodo en la Cima de los Vientos, caló hondo. Pero Tolkien logró reciclar su dolor, no se sumió en la desesperación o en el odio por lo que le había tocado sufrir, sino que de la desgracia extrajo lo mejor que tiene el ser humano: la capacidad de amar a un semejante por el simple hecho de que está ahí, que es como tú...
     ...y ahí aparece en todo su esplendor Samsagaz Gamyi, porque vamos a ver, y con el corazón en la mano, ¿quién no ha deseado alguna vez tener un amigo como nuestro Sam? La vida me ha tratado bien en ese aspecto, pues al menos tengo un amigo así, alguien que es “mi Sam”, y yo soy el suyo: una amistad incondicional, surgida hace tanto tiempo que ninguno de los dos recuerda muy bien cómo sucedió ni por qué, desinteresada, tachonada de penas y alegrías... todo el mundo debería de tener “su Sam”.
     Por eso me dan mucha pena los que no entienden la amistad de Frodo y Sam. Las bromas sobre su supuesta homosexualidad, o pero, los “razonamientos” que intentan demostrar que dicha relación existía, son patéticos. Y en ningún caso lo son por la posibilidad de que esa relación fuese real, y que bajo ninguna circunstancia sería algo vergonzoso, sino por la nula sensibilidad y poco conocimiento que se demuestran sobre Tolkien. En primer lugar, siento verdadera lástima por la gente que se queda en lo superficial, que no logra entender que se pueda tener un amigo así... qué vida tan vacía. Y en segundo lugar: ¿alguien puede pensar que una persona con las convicciones de Tolkien podría hacer de Frodo y Sam una “pareja de hecho”?
     Pero bueno, aquí estamos hablando de amistad, aunque a algunos se les escape semejante concepto. La de Frodo y Sam es el arquetipo, el ejemplo a seguir se podría decir, pero en El Señor de los Anillos en particular y en el resto de la obra de Tolkien en general los ejemplos abundan. Vuestra es ahora la palabra.

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