Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

14 de junio del año 3018 de la Tercera Edad

Se había hecho de noche, y aún entonces Sméagol se negaba a bajar de su árbol favorito, el más alto de aquel claro. Legolas escuchó atentamente al guardia que había venido a notificárselo.
Sméagol había estado en un principio recluido en una celda oscura, pero no había durado mucho allí. Sus lamentos dañaban los finos oídos de los elfos, y terminaron por permitirle salir a dar paseos por los bosques. También al poco tiempo Sméagol había convencido a los elfos de que sus cuerdas le dañaban los pobres pies. Legolas se estremecía aún cuando evocaba aquellos lastimeros gritos: "Noss hace daño, noss hiela. ¡Muerde al pobre Sméagol! ¡Cuerdas malas de los elfos que muerden al buen Sméagol!" decía entre sollozos, mientras se retorcía por los suelos, intentando arrancarse la cuerda de los pies a mordiscos.
Al segundo día, ya le habían permitido pasear solo por el bosque. Desde entonces, Sméagol les había empezado a tratar amistosamente, incluso de forma extremadamente zalamera, pero siempre evitando su contacto. Por ello le habían permitido ciertos caprichos, como trepar a lo alto de aquel árbol. Pero según el guardia, esa tarde Sméagol había mirado detenidamente al oeste, y tras varios minutos en los que sólo podía oirse aquel espantoso gorjeo suyo ("¡Gollum!", parecía decir), la criatura no quiso bajar. Los ruegos y amenazas de los elfos no le convencieron.
Entonces sucedió todo. Un batallón de orcos surgió de la oscuridad. Raudos como el viento, los elfos a las órdenes de Legolas corrieron a ocultarse entre los árboles. Los orcos eran muy numerosos, pero los elfos estaban en su elemento.
- ¡La guardia! ¡Debemos llegar a proteger a la guardia! - gritó Legolas, recordando la actitud de Sméagol. Pero los orcos eran demasiados. Les llevaría tiempo derrotarlos. Una flecha siseó por encima de la cabeza de Legolas, clavándose en el pecho de un orco que se había aproximado demasiado al hijo de Thranduil.
"Lo sabía, no sé cómo, pero ese Sméagol sabía que estos orcos iban a atacarnos", pensaba Legolas en el fragor de la batalla. Pero no pudo dedicar demasiado tiempo a aquellos pensamientos. Debía organizar la defensa de su amado bosque, y rechazar a aquellos feroces orcos. Rugiendo, más que gritando, arengó a sus hombres, con un grito que menos de un año más tarde se oiría en la misma Tierra Oscura, pronunciada por la voz de dos pequeños hobbits.
- ¡Gilthoniel, A Elbereth! ¡Aiya elenion ancalima!

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