Felaróf
Léod, domador de caballos salvajes (que por entonces abundaban en las Tierras de Rohan) capturó un día un potro blanco, que se convirtió pronto en un caballo hermoso y fuerte, pero también orgulloso e indomable. El día que Léod se atrevió a montarlo, el caballo se lo llevó lejos y finalmente el hombre acabó cayéndose y encontrando la muerte al golpearse la cabeza con una roca en el año 2501 de la Tercera Edad. El hijo de Léod, Eorl, juró que vengaría la muerte de su padre, por lo que persiguió durante mucho tiempo al caballo hasta que lo encontró. Pero ante el asombro de sus compañeros, que creyeron que lo mataría con su arco, Eorl se dirigió al caballo, llamándolo Aflicción del Hombre, diciéndole que le daría un nombre nuevo. El caballo se acercó y Eorl le puso entonces el nombre de Felaróf y a causa de la deuda de sangre contraída, le exigió que se le sometiera. Y al montar al caballo, éste se sometió, y Eorl cabalgó sobre él de vuelta a casa sin bocado ni riendas. Felaróf entendía todo lo que los hombres le decían, pero sólo se dejaba montar por Eorl. Tanto su vida como la de sus descendientes fue muy larga pues eran mearas , que procedían de caballos traídos de Valinor, según se cuenta. Felaróf perdió la vida junto a Eorl en la Batalla del Páramo en el año 2545 de la Tercera Edad y juntos fueron enterrados con honores en el primer montículo.