Elfo Nandorin, hijo de Ithilbor, consejero del Rey Thingol.
Saeros fue uno de los Elfos Nandor que buscaron refugio en Doriath tras la caída de Denethor en la Primera Batalla, en el año 1497 de la Edad de los Árboles. Saeros, al igual que los demás Nandorin, no tenía en gran estima a los Edain; además, era orgulloso y trataba con desprecio a todos aquellos que consideraba de menor condición que él. En Doriath trabó amistad con Daeron el Bardo, pues también era hábil para el canto, y según se cuenta, entre los Hombres odiaba sobre todo a los parientes de Beren Erchamion, pues creía que sólo servían para atraer la desdicha. Por este motivo siempre mostró desprecio hacia Túrin y lo trataba con altivez, ante lo cual el hijo de Húrin mantenía silencio, lo que encolerizaba aún más a Saeros.
En el año 484 de la Primera Edad Saeros, por entonces uno de los principales consejeros del Thingol, y que era tenido en gran estima por el Rey, sentía mucho rencor por Turin porque se le había nombrado hijo adoptivo del Rey de Doriath. De esta forma, Saeros provocó a Túrin cuando éste estaba sentado frente a él en la mesa mofándose de su aspecto desaliñado, insinuándole que las mujeres de su pueblo se comportaban también como animales. Ante esta provocación Túrin arrojó a Saeros un vaso que le hirió en la cara. Pero cuando desenvainó la espada, el hijo de Húrin fue detenido por Mablung el Cazador, que reprendió duramente a Saeros por haber provocado tan vilmente a un hombre honorable.
Al día siguiente Saeros fue en busca de Túrin espada en mano y volvieron a enfrentarse. Pero el hijo de Húrin era más fuerte y mejor guerrero y Saeros perdió su espada y resultó herido en un brazo, ante lo cual emprendió la huida perseguido por Túrin de cerca. Saeros intentó escapar a través de los bosques, pero cuando corría resbaló y cayó a un arroyo donde su cuerpo se quebró al dar contra una roca.
A raiz de la muerte de Saeros, en la que Túrin no tuvo parte alguna, el hijo de Húrin huyó de Doriath, convirtiéndose en un proscrito, pues pensaba que sería juzgado y condenado por la muerte del Elda. Y según se cuenta, el espíritu de Saeros fue retenido en las Estancias de Mandos durante mucho tiempo, hasta que expió los males causados.