Figuritas varias
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Hador (Senescal)
Hombre de los Dúnedain, nacido en el año 2245 de la Tercera Edad, último y único hijo varón de Turin I. Tuvo varias hermanas mayores, cuyos nombres no nos han llegado. Hador se convirtió en el Séptimo Senescal Regente de Gondor en el año 2278 de la Tercera Edad, tras la muerte de su padre. Durante su reinado se realizó un ajuste al calendario (Cómputo de los Senescales), añadiendo un día extra al año 2360 para compensar un déficit de 8 horas que se había acumulado a lo largo de los siglos. Hador murió en el año 2395 de la... (sigue)
Túrin I
Hombre de los Dúnedain, nacido en el año 2165 de la Tercera Edad, tercer hijo del Senescal Hurin I. Según cuentan las historias, se casó dos veces, aunque no nos ha llegado el nombre de ninguna de sus esposas y tuvo varias hijas y un hijo, Hador, su último vástago, nacido en el año 2245 de la Tercera Edad. Túrin I fue el Sexto Senescal Regente de Gondor desde la muerte de su padre, Húrin I, en el año 2244 TE gasta su propia muerte en 2278, cuando es sucedido por su hijo Hador. (sigue)
El Corazón del Orco & Pozo de Horror
EL CORAZÓN DEL ORCOTú Le odias,yo Le sirvo,a pesar de que Esmi peor Enemigo.Más que nadie en el mundoSu maldad he sufrido.Con Su ira y Su odioÉl me ha retorcido.Soy Su obra corrupta,y mi padre, y mi hijo,generaciones enterasque sirven a Sus designios,tropas, enjambres, hordasde los Hijos del Maldito.Todo oscuro.Torbellino de luz negraarrastrando mi almaal furor de la tormenta.Rojo y negro,fuego y guerra,sangre y muerteen las tinieblasque cubren con su mortajala resquebrajada tierray con ella mi alma.Nací para ello,(¡No quiero!)para ello Le sirvo.(¡No lo he elegido!)Soy brutal, repugnante,(¡Me odio!)un cobarde asesino.(¡Le odio!)Nací en las entrañas(Le sirvo)del más negro abismo.(¿Por qué... (sigue)
La orden de la luna negra
Primera Parte. El sol se ocultaba tímido y anaranjado, pero aún estaba lo suficientemente alto como para molestar a nuestros ojos. Caminábamos sin rumbo, igual que llevábamos haciendo desde hacía un mes, vagar, en busca de tesoros, dragones y más historias que todos habíamos oído desde pequeños en boca de nuestros abuelos. Aunque aquello sonara a risa, no estaba arrepentido de lo que había hecho porque no pensaba quedarme en el poblado toda mi vida, cuidando cerdos con mi padre. Masood también pensaba como yo, aunque prácticamente no habíamos cruzado palabra desde hacía una semana. No hacía falta que me... (sigue)