Entrevista a Francisco García, Director Editorial de Minotauro
Nos gustaría, en primer lugar, que nos facilitara información sobre su actual cargo y su historia personal en el mundo editorial.
En estos momento ocupo el cargo de Director Editorial de Ediciones Minotauro y mis comienzos en el mundo editorial fueron pura casualidad: al acabar la carrera de Historia en 1989 una compañera de estudios empezó a trabajar en el Grupo Editorial Océano y me propuso que colaborase con ellos para crear revisar y actualizar el índice analítico de una historia de México en tres volúmenes. Posteriormente trabajé en los índices de la mayor parte de sus grandes obras de historia, geografía y etnología.
Después empecé a trabajar para Edhasa, una editorial especializada en novela histórica y recordada por la mítica colección Nebulae de ciencia ficción (que ahora han revitalizado). De allí me incorporé a Círculo de Lectores como editor y asistente del Director Editorial, para pasar más tarde a Plaza & Janés como Director de Coordinación Editorial. Tras abandonar Plaza volví a Océano como responsable de adquisición de contenidos para un proyecto de enciclopedia virtual en Internet.
Finalmente, al comprar el Grupo Planeta en 2001 Ediciones Minotauro y retirarse Francisco Porrúa de la dirección de la editorial, fui contratado para asumir esas funciones.
¿Qué trabajo desempeña exactamente usted como director editorial?
El trabajo básico de un director editorial es fijar la política editorial, seleccionar los títulos que se van a incorporar al catálogo y coordinar el trabajo de creación del libro a partir del manuscrito original
Estas tareas implican un contacto directo con editoriales extranjeras, autores y agentes literarios; negociar derechos de autor; coordinar el equipo externo de traductores, correctores, etc.; asistencia a ferias internacionales; cooperar en las tareas de promoción de los libros que llevan a cabo los departamentos de Comunicación y Marketing; dar al equipo comercial toda la información que pueden necesitar para vender bien los libros, y otras muchas actividades mucho menos divertidas como asistir a reuniones, rechazar manuscritos, contestar mensajes y llamadas de todo tipo, etc.
¿Cuál es la línea editorial, en estos momentos, y cuáles los proyectos inmediatos de Minotauro?
La política editorial no ha cambiado con la incorporación de la editorial al Grupo Planeta aunque hemos introducido algunas modificaciones que tienen el objetivo de mejorar la claridad y visibilidad de nuestro catálogo.
Mantenemos la tradicional política de autor, reforzada con la creación de “bibliotecas de autor” con un diseño personalizado para los pilares indiscutibles de nuestro catálogo como J.R.R. Tolkien, Ray Bradbury, J.G. Ballard, Brian Aldiss, William Gibson, Kim Stanley Robinson o John Crowley. Nuestro objetivo a medio plazo es incrementar el número de estas bibliotecas a medida que se vayan consolidando nuevos autores en el catálogo.
También hemos reestructurado el resto del fondo agrupando los títulos en dos colecciones especializadas: Kronos, de ciencia ficción, y Pegasus, de literatura fantástica. En estas colecciones aparecerán las reediciones de los autores de fondo de los cuales tenemos pocos títulos en catálogo y, además, serán la vía de entrada de los nuevos autores en Minotauro. La continuidad de estos autores estará en función de la calidad de sus obras posteriores y del potencial de venta. Al final, aquellos que se consoliden pasarán a tener su propia biblioteca de autor y de los demás tendremos sólo una o algunas obras aisladas.
Dentro de esta reorganización hemos realizado un gran esfuerzo de recuperación de títulos de fondo que llevaban algún tiempo fuera de las librerías relanzándolos en el nuevo formato de bolsillo, con diseños renovados, que han tenido una buena acogida por parte de los lectores.
De cara al futuro, vamos a seguir publicando autores “clásicos” que contribuyeron a la formación de la ciencia ficción en las décadas de los 50 y 60, algunos de los cuales aún siguen activos, como Bradbury, Aldiss o Le Guin. Pero nuestro objetivo principal es incorporar a aquellos escritores que tienen el potencial para convertirse en futuros “clásicos” del género. En este sentido, no podemos olvidar que Minotauro ya publica “clásicos contemporáneos” como William Gibson, John Crowley, Christopher Priest o Kim Stanley Robinson. Por eso queremos incorporar a autores inéditos en lengua castellana de esa generación que ahora está en la cincuentena, junto con autores más jóvenes que han dado un nuevo vigor a la ciencia ficción y la literatura fantástica.
Por otra parte, también nos estamos abriendo hacia campos limítrofes de la ciencia ficción y la literatura fantástica, como lo de muestran la colección “Utopías”, lanzada este año, y la nueva línea de terror que queremos impulsar en 2004.
Desde la adquisición por Planeta de la editorial, ¿se prevé un mayor esfuerzo económico y personal para el lanzamiento de los géneros literarios que tocáis?
La pertenencia a un grupo editorial tiene sus ventajas (también hay algún inconveniente) entre ellas participar de una dinámica de promoción de títulos y autores que muchas veces es difícil para una editorial independiente. En este sentido, tenemos establecida una planificación para comunicar al público la existencia de nuestros libros a través de una despliegue más importante de elementos promocional y un trabajo más intenso con los medios de comunicación. Se puede decir que la “visibilidad” de Minotauro de cara al público general ha mejorado ostensiblemente en los últimos dos años.
En Minotauro estáis especializados en ciencia ficción y fantasía. La crítica literaria, hasta la fecha, ha considerado todas las novelas de género como una segunda categoría dentro de la literatura. ¿Qué opina al respecto de esta situación?
Creo que es una situación totalmente injusta, que tiene sus raíces en una visión sesgada pero muy arraigada de la historia de la literatura española. Para una gran parte de la crítica académica y periodística sólo lo “realista” es “literario” y cuando algo es “literario” pero no “realista” intentan disfrazarlo con juegos de palabras: no hace mucho leía en un diario que la novela ganadora de un importante premio literario español era algo así como una aproximación desde la literatura al género policíaco. Un bonito circunloquio para no reconocer que le habían dado el premio a una novela de género... muy buena por cierto.
Desde esta óptica sesgada, la crítica prejuzga habitualmente todo lo que se engloba bajo el nombre de ciencia ficción y literatura fantástica a partir de los arquetipos caricaturescos de ambos géneros: naves espaciales, rayos láser, musculosos guerreros a lo Conan o voluptuosas damas algo ligeras de ropa. Es cierto que todo eso existe pero no es lo que debería servir para juzgar al conjunto. No creo que sea justo ignorar a Bradbury, Ballard, Tolkien y otros muchos por el simple hecho de que siga existiendo el “pulp”. Sería lo mismo que despreciar a Delibes, Cela o Baroja porque existen escritores realistas con obra publicada de ínfima calidad. No tiene lógica que se utilicen dos raseros diferentes.
Afortunadamente, poco a poco se está abriendo un sendero (no me atrevo a llamarlo camino) y aunque con dificultades está empezando a calar la idea de que sólo existe dos tipos de literatura, la buena y la mala, y todo lo demás sólo deberían ser etiquetas identificativas para el lector pero no denotativas de calidad. La aparición de cursos universitarios dedicados a Tolkien (el último del que tengo conocimiento en la Universidad Autónoma de Barcelona) o que tienen la ciencia ficción y la literatura fantástica como campo de estudio es una buena señal de que se está avanzando en este sentido.
El día que existan cátedras universitarias dedicadas al género fantástico en el sentido amplio y los suplementos literarios y culturales reseñen nuestros libros con regularidad habremos conseguido una normalidad de la que ahora estamos muy alejados.
Con la adquisición por parte de Planeta de Timun Mas, la editorial se ha asegurado el dominio mayoritario del género de fantasía en castellano. ¿Esto va a afectar a la política editorial de Minotauro o al futuro de la publicación de las obras de Tolkien con Minotauro?
No, Timun Mas y Minotauro tienen dos líneas editoriales claramente diferenciadas y no va a existir ningún tipo de trasvase de autores o títulos entre ambas editoriales y mucho menos de los “buques insignia” de ninguno de las dos.
Y siguiendo con la pregunta anterior, ¿tiene pensado Minotauro ampliar el catálogo de fantasía o lo deja para Timun Mas?
Como decía en la pregunta anterior, tenemos dos líneas editoriales claramente diferenciadas y tampoco nos dirigimos exactamente al mismo público: más jóvenes en Timun Mas y más adulto en Minotauro. Partiendo de esta base, vamos a ampliar nuestra línea de fantasía. De hecho hemos empezado este año con LA ESPADA DE FUEGO de Javier Negrete y SOMBRA de K.J. Parker y para 2004 vamos a tener los dos primeros volúmenes de la Trilogía de Aquasilva de Anselm Audley, que se ha convertido con sólo 23 años en un autor de culto en Gran Bretaña, Alemania y Francia.
¿Nos podría poner en antecedentes sobre el estado actual del mercado de literatura fantástica y su futuro próximo?
No se puede negar que estamos viviendo un renacimiento del género fantástico, espoleado por el impulso proporcionado por el fenómeno Harry Potter y la influencia de la adaptación cinematográfica de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y del mismo Harry Potter. Ahora parece que todo el mundo se ha lanzado a publicar literatura fantástica, pero con el tiempo sólo quedarán aquellas colecciones y editoriales que tengan objetivos claros a medio y largo plazo pues, seguramente, cuando se produzca el reflujo del “boom” actual muchas de la líneas editoriales actuales desaparecerán porque no las respalda un proyecto sólido sino la intención (totalmente legítima y comprensible) de aprovechar una situación coyuntural.
Por otra parte, el aficionado es cada vez más exigente con los libros que compra y pide que las traducciones y las ediciones estén al mismo nivel que el resto del mercado. Esta situación también ayudará a clarificar porque todos aquellos que no sepan responder a esta demanda verán reducido su volumen de negocio y, en consecuencia, su futuro.
Pero creo que lo más importante es que intentemos aprovechar este buen momento para encarar los retos que nos va a plantear el futuro. En primer lugar, debemos romper el estrecho círculo de los incondicionales del género, y conseguir nuevos lectores para la ciencia ficción y la literatura fantástica.
En segundo lugar y como decía antes, hay que trabajar para que nuestros autores sean reconocidos por la crítica y los medios de comunicación como lo que son: muy buenos escritores que reflexionan sobre los problemas del presente.
Y, en tercer lugar, tenemos que abrir espacios estables para que los autores españoles e hispanoamericanos puedan publicar obras cortas y largas, y aportar a un panorama copado por los autores en lengua inglesa nuevas perspectivas y nuevos temas.
En definitiva, hay que aprovechar este reconocimiento y esta visibilidad de la ciencia ficción y la literatura fantástica para conseguir su “normalización” como una parte imprescindible de la literatura contemporánea, imprescindible para entender la evolución de nuestra sociedad, y equiparable al “realismo” imperante en la actualidad.
Si conseguimos afrontar estos retos con éxito, creo que veremos un verdadero florecimiento del género en nuestro país. En caso contrario, seguramente volveremos a la situación anterior, quizás habiendo incrementado el número de los “fieles” con nuevas incorporaciones pero sin dar el salto definitivo hacia la mayoría de edad.
¿Hay en este momento en el mundo editorial de fantasía algún autor que pueda llegar a alcanzar la fama mediática de Tolkien? O dicho de otro modo, autores como Robert Jordan, Tad Williams, David Eddings u otros, ¿llegarán a tener la legión de seguidores de Tolkien?
La profesión de adivino es una actividad de alto riesgo porque lo más fácil es errar en las predicciones, pero creo que va a ser muy difícil que ninguno de los autores citados llegue a congregar tal cantidad de lectores, estudiosos y aficionados como Tolkien. El gran mérito de Tolkien es que su fama es muy anterior al fenómeno mediático que vivimos en la actualidad y estoy seguro que va a perdurar cuando los focos de los medios de comunicación dejen de iluminarlo. Como fenómeno perdurable creo que Tolkien no va a ser igualado, como fenómeno mediático es muy posible que otros puedan conseguirlo durante el tiempo que sean el centro de la vorágine de los medios.
¿Qué tiene Tolkien y sus libros para encandilar a tanta gente durante tantas generaciones? Y enlazando con esto ¿que significa para usted como lector y apasionado de sus libros?
Creo que los lectores se dan cuenta que detrás de los EL SEÑOR DE LOS ANILLOS o EL HOBBIT hay mucho más de lo que se ve; se dan cuenta que hay un pasado que hunde sus raíces en milenios de historia y que cada personaje, cada lugar, cada cosa tiene una historia larga y apasionante a sus espaldas, que justifica que aparezca tal y como es en el presente de la novela en cuestión. Esta profundidad sólo es posible porque el autor pasó toda su vida creando y recreando la Tierra Media. Tolkien no fue un escritor que crea un mundo donde situar sus historias, sino que fue el creador de un mundo completo del cual nos contó algunas cosas, que quizás ni siquiera son las más importantes.
Como lector sólo puedo participar de la maravilla que es sumergirte en un universo tan rico y complejo como la Tierra Media, y muchas veces uno acaba odiando a Tolkien porque explica sólo una ínfima parte de lo que insinúa, apunta o menciona de pasada y que promete ser tan apasionante como lo que estamos leyendo.
Precisamente por eso también reconozco que Tolkien sólo permite los extremos: o se ama o se odia, pero es difícil que deje indiferente.
¿Qué significan para usted, como editor, los libros de Tolkien?
Como editor, los libros de Tolkien son un valor seguro para el catálogo pues mantienen unas ventas regulares a lo largo de los años, que seguramente se van a mantener cuando pase la fiebre de las películas. La importancia de Tolkien para un editor no radica en las ventas puntuales que estamos teniendo ahora sino en el nivel habitual de ventas para libros que llevan en el mercado más de veinte años.
Evidentemente, éstas últimas han facilitado que en el mundo se vendan algunas decenas de millones de ejemplares sólo en los últimos tres años. Sólo en los Estados Unidos, la edición en bolsillo de ESDLA vendió el año pasado más de un millón y medio de ejemplares. En lengua española, todos los libros de Tolkien habrán vendido cerca de seis millones de ejemplares desde la publicación de LA COMUNIDAD DEL ANILLO en 1977. Desconozco las cifras de venta exactas de Tolkien en el mundo pero un solo dato nos puede dar una idea del volumen: hace poco se publicó el ranking de artistas que siguen vendiendo después de su muerte y por primera aparece un escritor en esa lista copada básicamente por músicos y ese autor es Tolkien.
Los derechos literarios de los libros de Tolkien están en manos de sus descendientes encabezados por su hijo Christopher Tolkien, casi tan conocido como su padre por todas las obras que ha publicado. ¿Tenéis contacto permanente con él para decidir la línea editorial respecto a sus libros? ¿Exigen a los editores seguir algún patrón definido para la publicación de los libros?
Estamos en contacto permanente con HarperCollins que son los representantes del “Estate” de Tolkien, es decir, de la empresa de gestión de sus derechos formada por sus herederos. Desde HarperCollins nos llegan normalmente las directrices que marca la familia y, al contrario, si se nos ocurre alguna innovación debemos consultar a través de HC si es aceptable o no para el “Estate”. Básicamente se nos exige mantener la integridad y seriedad de la obra tolkeniana para que no quede devaluada ni empobrecida, pero no hay mayores problemas para vender por diferentes canales, como el kiosko, o para desarrollar campañas de promoción.
Es cierto que a veces nos gustaría hacer más cosas, que la familia no autoriza. Pero hay que destacar que las directrices marcadas por el “Estate” son claras y para todo el mundo, lo que nos deja un terreno de juego bien marcado y con unas reglas claras.
¿Sabe si todavía quedan libros por publicar, ya sean nuevos libros de Christopher como manuscritos de Tolkien desconocidos por el público?
En el último año se ha encontrado algún fragmento aislado de Tolkien pero no parece que tengan suficiente entidad como para justificar un nuevo volumen de la Historia de la Tierra Media.
Sé que están escritas continuaciones de El Señor de los Anillos , algunas de ellas con mucha calidad literaria. ¿Existen posibilidades de ver en el futuro publicadas tales continuaciones o sino, novelas basadas en personajes y razas creadas por Tolkien? ¿Consideraría esa publicación, como sus descendientes y muchos de los amantes de su obra, una afrenta o su opinión al respecto dependería de su calidad literaria?
Lo que ocurra en el futuro vendrá marcado por las directrices que emanen de los herederos de Tolkien que, por el momento, se muestran totalmente contrarios a autorizar cualquier tipo de continuación a la obra de Tolkien. Esto implica que no se pueden utilizar nada de lo que es creación del autor, pero si aquellos elementos que tomó de la tradición popular e histórico y que de hecho están muy presentes en la fantasía épica actual, como son elfos, enanos, orcos, el anillo como símbolo de poder, los dragones, etc.
Si algún día la familia las autoriza, creo que habría que valorarlas según su calidad literaria, pues no creo que nadie que retomase la creación de Tolkien lo fuera a hacer con ánimo de burla. La verdad es que en ese sentido creo que incluso una versión satírica como la que todos conocemos no deja de ser un homenaje, pues algo sin interés no justificaría el esfuerzo de crear una caricatura.
Lo que si me gustaría señalar es que por mucho que nos mueva el interés e incluso el amor a Tolkien hay que tener muy en cuenta que toda la obra de Tolkien y su mundo está protegida por el derecho de propiedad intelectual, de manera que no se puede hacer con ella lo que nos pase por la cabeza, aunque se haga sin ánimo de lucro. Me refiero en especial a las páginas webs que reproducen materiales sin permiso y que pueden verse en serios aprietos legales por ello. Desde Minotauro estamos dispuestos a colaborar con todo el mundo que quiera difundir la obra de Tolkien pero siempre dentro de los límites marcados por los herederos y previa autorización, pero no vamos a permitir que se reproduzcan materiales sin nuestro conocimiento.
¿Cual es su opinión sobre las adaptaciones cinematográficas de El Señor de los Anillos?
Peter Jackson ha sido muy respetuoso con el espíritu de la novela y a partir de ahí la ha traducido al lenguaje cinematográfico. Como toda traducción, también ésta es una pequeña traición pero yo parto de la base de que la novela no es un guión de cine y que no es posible filmarla tal cual, sino que hay que adaptarla al nuevo medio expresivo, y el resultado me parece magnífico. Discutible en algunos aspectos puntuales, pero en conjunto hace honor a la novela.
Hace unos meses tuvo la oportunidad de compartir mantel en la Semana Negra de Gijón con el escritor polaco Andrezj Sapkowski, autor de una serie de novelas de fantasía épica que en su país han vendido más de un millón y medio de ejemplares. Sapkowski se quejaba amargamente de la adaptación cinematográfica que han hecho de su obra y la comparaba con las películas de Peter Jackson. Salvando las distancias técnicas entre el cine polaco y el norteamericano, la diferencia fundamental estaba para él en que todos los que han participado en ESDLA han leído el libro y les apasiona, mientras que los que intervinieron en su adaptación no habían leído nada de lo que él había escrito. Y esa es una diferencia esencial porque por encima del despliegue técnico e interpretativo las películas de ESDLA destilan pasión por Tolkien y eso trasciende la pantalla.
Por último, nos gustaría que nos dijera cuales son sus libros favoritos en cualquier género.
Soy un lector bastante omnívoro, aunque ahora por motivos profesionales leo muchísima más ciencia ficción y literatura fantástica que en otras épocas, de manera que no voy a citar aquí a nadie del género ni a los clásicos que casi todos hemos leído por una u otra razón.
Si tuviera que destacar una novela por encima de todas me inclinaría por MEMORIAS DE ADRIANO de Marguerite Yourcenar, una obra maestra que combina la novela histórica, las memorias y la filosofía de forma magistral. De lo último que he leído, sin duda alguna, LA SOMBRA DEL VIENTO de Carlos Ruiz Zafón, una obra imprescindible para todos los amantes de la literatura.
Pero también leo bastante ensayo, en especial sobre temas históricos y aquí destacaría en conjunto la obra del hispanista británico John H. Elliott, y la Biblia, que es una lectura fascinante para creyentes y no creyentes.
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