Emoción (REV)
"Sam respiró con fuerza. Había un sendero, pero no sabía cómo escalaría la ladera que llevaba a él. Ante todo necesitaba aliviar la espalda dolorida. Se acostó un rato junto a Frodo. Ninguno de los dos hablaba. La claridad crecía lentamente. De pronto lo asaltó un sentimiento inexplicable de apremio, como si alguien le hubiese gritado: ¡Ahora, ahora, o será demasiado tarde! Se incorporó. También Frodo parecía haber sentido la llamada. Trató de ponerse de rodillas. —Me arrastraré, Sam —jadeó.
Y así, palmo a palmo, como pequeños insectos grises, reptaron cuesta arriba. Cuando llegaron al sendero notaron que era ancho y que estaba pavimentado con cascajo y ceniza apisonada. Frodo gateó hasta él, y luego, como de mala gana, giró con lentitud sobre sí mismo para mirar al Este. Las sombras de Sauron flotaban a lo lejos; pero desgarradas por una ráfaga de algún viento del mundo, o movidas quizá por una profunda desazón interior, las nubes envolventes ondularon y se abrieron un instante; y entonces Frodo vio, negros, más negros y más tenebrosos que las vastas sombras de alrededor, los pináculos crueles y la corona de hierro de la torre más alta de Baraddür: espió un segundo apenas, pero fue como si desde una ventana enorme e inconmensurablemente alta brotara una llama roja, un puñal de fuego que apuntaba hacia el Norte: el parpadeo de un Ojo escrutador y penetrante; en seguida las sombras se replegaron y la terrible visión desapareció. El Ojo no apuntaba hacia ellos: tenía la mirada fija en el norte, donde se encontraban acorralados los Capitanes del Oeste; y en ellos concentraba ahora el Poder toda su malicia, mientras se preparaba a asestar el golpe mortal; pero Frodo, ante aquella visión pavorosa, cayó como herido mortalmente. La mano buscó a tientas la cadena alrededor del cuello.
Sam se arrodilló junto a él. Débil, casi inaudible, escuchó la voz susurrante de Frodo:
— ¡Ayúdame, Sam! ¡Ayúdame! ¡Deténme la mano! Yo no puedo hacerlo.
Sam le tomó las dos manos y juntándolas, palma contra palma, las besó; y las retuvo entre las suyas. De pronto, tuvo miedo. «¡Nos han descubierto!», se dijo. «Todo ha terminado, o terminará muy pronto. Sam Gamyi, este es el fin del fin.»
Levantó de nuevo a Frodo, y sosteniéndole las manos apretadas contra su propio pecho, lo cargó una vez más, con las piernas colgantes. Luego inclinó la cabeza, y echó a andar cuesta arriba. El camino no era tan fácil de recorrer como le había parecido a primera vista. Por fortuna, los torrentes de fuego que la montaña había vomitado cuando Sam se encontraba en Cirith Ungol, se habían precipitado sobre todo a lo largo de las laderas meridional y occidental, y de este lado el camino no estaba obstruido, aunque sí desmoronado en muchos sitios, o atravesado por largas y profundas fisuras. Luego de trepar hacia el este durante un trecho, se replegaba sobre sí mismo en un ángulo cerrado, y continuaba avanzando hacia el oeste. Allí, en la curva, lo cortaba un risco de vieja piedra carcomida por la intemperie, vomitada en días remotos por los hornos de la montaña. Jadeando bajo su carga, Sam volvió el recodo; y en el momento mismo en que doblaba alcanzó a ver de soslayo algo que caía desde el risco, algo que parecía ser un pedacito de roca negra que se hubiera desprendido mientras él pasaba.
Sintió el golpe de un peso repentino, y cayó de bruces, lastimándose el dorso de las manos, que aún sujetaban las de Frodo. Entonces comprendió lo que había pasado, porque por encima de él, mientras yacía en el suelo, oyó una voz que odiaba.
—¡Amo malvado! —siseó la voz—, ¡Amo malvado que nos traiciona; traiciona a Sméagol, gollum\ No tiene que ir en esta dirección. No tiene que dañar el Tesoro. ¡Dáselo a Sméagol, dáselo a nosotros! ¡Dáselo a nosotros!
De un tirón violento, Sam se levantó y desenvainó a Dardo; pero no pudo hacer nada. Gollum y Frodo estaban en el suelo, trabados en lucha. De bruces sobre Frodo, Gollum manoteaba, tratando de aferrar la cadena y el Anillo. Aquello, un ataque, una tentativa de arrebatarle por la fuerza el tesoro, era quizá lo único que podía avivar las ascuas moribundas en el corazón y en la voluntad de Frodo. Se debatía con una furia repentina que dejó atónito a Sam, y también a Gollum. Sin embargo, el desenlace habría sido quizá muy diferente, si Gollum hubiera sido la criatura de antes; pero los senderos tormentosos que había transitado, solo, hambriento y sin agua, impulsado por una codicia devoradora y un miedo aterrador, habían dejado en él huellas lastimosas. Estaba flaco, consumido y macilento, todo piel y huesos. Una luz salvaje le ardía en los ojos, pero ya la fuerza de los pies y las manos no respondía como antes a la malicia de la criatura. Frodo se desembarazó de él de un empujón, y se levantó temblando.
— ¡Al suelo, al suelo! —jadeó, mientras apretaba la mano contra el pecho para aferrar el Anillo bajo el justillo de cuero—. ¡Al suelo, criatura rastrera, apártate de mi camino! Tus días están contados. Ya no puedes traicionarme ni matarme.
Entonces, como le sucediera ya una vez a la sombra de los Emyn Muil, Sam vio de improviso con otros ojos a aquellos dos adversarios. Una figura acurrucada, la sombra pálida de un ser viviente, una criatura destruida y derrotada, y poseída a la vez por una codicia y una furia monstruosa; y ante ella, severa, insensible ahora a la piedad, una figura vestida de blanco, que lucía en el pecho una rueda de fuego. Y del fuego brotó imperiosa una voz.
— ¡Vete, no me atormentes más! ¡Si me vuelves a tocar, también tú serás arrojado al Fuego del Destino!
La forma acurrucada retrocedió; los ojos contraídos reflejaban terror, pero también un deseo insaciable.
Entonces la visión se desvaneció, y Sam vio a Frodo de pie, la mano sobre el pecho, respirando afanoso, y a Gollum de rodillas a los pies de su amo, las palmas abiertas apoyadas en el suelo.
— ¡Cuidado! —gritó Sam—. ¡Va a saltar! —Dio un paso adelante, blandiendo la espada.— ¡Pronto, Señor! —jadeó—. ¡Siga adelante! ¡Adelante! No hay tiempo que perder. Yo me encargo de él. ¡Adelante!
—Sí, tengo que seguir adelante —dijo Frodo—. ¡Adiós, Sam! Este es el fin. En el Monte del Destino se cumplirá el destino. ¡Adiós!
Dio media vuelta, y lento pero erguido echó a andar por el sendero ascendente.
— ¡ Ahora! — dij o Sam—. ¡ Por fin puedo arreglar cuentas contigo! —Saltó hacia delante, con la espada pronta para la batalla. Pero Gollum no reaccionó. Se dejó caer en el suelo cuan largo era, y se puso a lloriquear.
—No mates a nosssotros —gimió — . No lassstimes a nosssotros con el horrible y cruel acero. ¡Déjanosss vivir, sssí, déjanosss vivir sólo un poquito más! ¡Perdidos perdidos! Essstamos perdidos. Y cuando el Tesssoro desaparezca, nosssotros moriremos, sssí, moriremos en el polvo. —Con los largos dedos descarnados manoteó un puñado de cenizas.— ¡Sssí! —siseó—, ¡en el polvo!
La mano de Sam titubeó. Ardía de cólera, recordando pasadas felonías. Matar a aquella criatura pérfida y asesina sería justo: se lo había merecido mil veces; y además, parecía ser la única solución segura. Pero en lo profundo del corazón, algo retenía a Sam: no podía herir de muerte a aquel ser desvalido, deshecho, miserable que yacía en el polvo. El, Sam, había llevado el Anillo, sólo por poco tiempo, pero ahora imaginaba oscuramente la agonía del desdichado Gollum, esclavizado al Anillo en cuerpo y alma, abatido, incapaz de volver a conocer en la
vida paz y sosiego. Pero Sam no tenía palabras para expresar lo que sentía.
—¡Maldita criatura pestilente! —dijo—. ¡Vete de aquí! ¡Lárgate! No me fío de ti, no, mientras te tenga lo bastante cerca como para darte un puntapié; pero lárgate. De lo contrario te lastimaré, sí, con el horrible y cruel acero.
Gollum se levantó en cuatro patas y retrocedió varios pasos, y de improviso, en el momento en que Sam amenazaba un puntapié, dio media vuelta y echó a correr sendero abajo. Sam no se ocupó más de él. De pronto se había acordado de Frodo. Escudriñó la cuesta y no alcanzó a verlo. Corrió arriba, trepando. Si hubiera mirado para atrás, habría visto a Gollum que un poco más abajo daba otra vez media vuelta, y con una luz de locura salvaje en los ojos, se arrastraba veloz pero cauto, detrás de Sam: una sombra furtiva entre las piedras.
El sendero continuaba en ascenso. Un poco más adelante describía una nueva curva, y luego de un último tramo hacia el este, entraba en un saliente tallado en la cara del cono, y llegaba a una puerta sombría en el flanco de la montaña, la Puerta de los Sammath Naur. Subiendo ahora hacia el sur a través de la bruma y la humareda, el sol ardía amenazante, un disco borroso de un rojo casi lívido; y Morder yacía como una tierra muerta alrededor de la Montaña, silencioso, envuelto en sombras, a la espera de algún golpe terrible.
Sam fue hasta la boca de la cavidad y se asomó a escudriñar. Estaba a oscuras y exhalaba calor, y un rumor profundo vibraba en el aire.
— ¡Frodo! ¡Mi amo! —llamó. No hubo respuesta. Sintiendo que el miedo le encogía el corazón, aguardó un momento, y luego se precipitó a la cavidad. Una sombra se escurrió detrás de él.
Al principio no vio nada. Sacó una vez más el frasco de Galadriel, pero estaba pálido y frío en la mano temblorosa, y en aquella oscuridad asfixiante no emitía ninguna luz. Sam había penetrado en el corazón del reino de Sauron y en las fraguas de su antiguo poderío, el más omnipotente de la Tierra Media, que subyugara a todos los otros poderes. Había avanzado unos pasos temerosos e inciertos en la oscuridad, cuando un relámpago rojo saltó de improviso, y se estrelló contra el techo negro y abovedado. Sam vio entonces que se encontraba en una caverna larga o en una galería perforada en el cono humeante de la montaña. Un poco más adelante el pavimento y las dos paredes laterales estaban atravesados por una profunda fisura, y de ella brotaba el resplandor rojo, que de pronto trepaba en una súbita llamarada, de pronto se extinguía abajo, en la oscuridad; desde los abismos subía un rumor y una conmoción, como de máquinas enormes que golpearan y trabajaran.
La luz volvió a saltar, y allí, al borde del abismo de pie delante de la Grieta del Destino, vio a Frodo, negro contra el resplandor, tenso, erguido pero inmóvil, como si fuera de piedra.
— ¡Amo! —gritó Sam.
Entonces Frodo pareció despertar, y habló con una voz clara, una voz límpida y potente que Sam no le conocía, y que se alzó sobre el tumulto y los golpes del Monte del Destino, y retumbó en el techo y las paredes de la caverna.
—He llegado —dijo—. Pero ahora he decidido no hacer lo que he venido a hacer. No lo haré. ¡El Anillo es mío! Y de pronto se lo puso en el dedo, y desapareció de la vista de Sam. Sam abrió la boca y jadeó, pero no llegó a gritar, porque en aquel instante ocurrieron muchas
cosas.
Algo le asestó un violento golpe en la espalda, que lo hizo volar piernas arriba y caer a un costado, de cabeza contra el pavimento de piedra, mientras una forma oscura saltaba por encima de él. Se quedó tendido allí un momento, y luego todo fue oscuridad.
Y allá lejos, mientras Frodo se ponía el Anillo y lo reclamaba para él, hasta en los Sammath Naur, el corazón mismo del reino de Sauron, el Poder de Baraddür se estremecía, y la Torre temblaba desde los cimientos hasta la cresta fiera y orgullosa. El Señor Oscuro comprendió de pronto que Frodo estaba allí, y el Ojo, capaz de penetrar en todas las sombras, escrutó a través de la llanura hasta la puerta que él había construido; y la magnitud de su propia locura le fue revelada en un relámpago enceguecedor, y todos los ardides del enemigo quedaron por fin al desnudo. Y la ira ardió en él con una llama devoradora, y el miedo creció como un inmenso humo negro, sofocándolo. Pues conocía ahora qué peligro mortal lo amenazaba, y el hilo del que pendía su destino.
Y al abandonar de pronto todos los planes y designios, las redes de miedo y perfidia, las estratagemas y las guerras, un estremecimiento sacudió al reino entero, de uno a otro confín; y los esclavos se encogieron, y los ejércitos suspendieron la lucha, y los capitanes, de pronto sin guía, privados de voluntad, temblaron y desesperaron. Porque habían sido olvidados. La mente y los afanes del poder que los conducía se concentraban ahora con una fuerza irresistible en la montaña. Convocados por él, remontándose con un grito horripilante, en una última carrera desesperada, más raudos que los vientos volaron los Nazgül, los Espectros del Anillo, y en medio de una tempestad de alas se precipitaron al sur, hacia el Monte del Destino.
Sam se levantó. Se sentía aturdido, y la sangre que le manaba de la cabeza le oscurecía la vista. Avanzó a tientas, y de pronto se encontró con una escena terrible y extraña. Gollum en el borde del abismo luchaba frenéticamente con un adversario invisible. Se balanceaba de un lado a otro, tan cerca del borde que por momentos parecía que iba a despeñarse; retrocedía, se caía, se levantaba y volvía a caer. Y siseaba sin cesar, pero no decía nada.
Los fuegos del abismo despertaron iracundos, la luz roja se encendió en grandes llamaradas, y un resplandor incandescente llenó la caverna. Y de pronto Sam vio que las largas manos de Gollum subían hasta la boca; los blancos colmillos relucieron y se cerraron con un golpe seco al morder. Frodo lanzó un grito, y apareció, de rodillas en el borde del abismo. Pero Gollum bailaba desenfrenado, y levantaba en alto el Anillo, con un dedo todavía ensartado en el aro. Y ahora brillaba como si en verdad lo hubiesen forjado en fuego vivo.
—¡Tesssoro, tesssoro, tesssoro! —gritaba Gollum—. ¡Mi tesssoro! ¡Oh mi Tesssoro! —Y entonces, mientras alzaba los ojos para deleitarse en el botín, dio un paso de más, se tambaleó un instante en el borde, y luego, con un alarido, se precipitó en el vacío. Desde los abismos llegó su último lamento ¡Tesssoro! y desapareció para siempre."
Es una obra maestra, sólo con leer esto descubres que Tolkien era un Maestro, era El Maestro. Ahora mi pregunta es: ¿Cual es vuestro capítulo/fragmento favorito de El Señor de los Anillos?¿Por qué os gusta: os hace reir, llorar, os pone la carne de gallina...?
(Mensaje original de: Brandobras_Tuk)
#1 Respondiendo a: Anónimo
Leyendo el capítulo Monte del Destino, se me ha ocurrido poner este post. Creo que ya he conseguido decidir ese dilema en la vida de todo tolkiendil, ¿Cual es tu capítulo favorito? Solo es la segunda vez en mi vida que lo leo, y os lo digo en serio, creedme, he llorado viendo todo el sufrimiento,...
- ¡Muerte! ¡Galopad, galopad hacia la ruina y el fin del mundo!.
A esta señal el ejercito de los Rohirrim se puso en movimiento. Pero ya no cantaban. Muerte, gritaban en una sola voz poderosa y terrible, y acelerando el galope de las cabalgaduras, pasaron como una inmensa marea alrededor del ret caido, y se precipitaron rugiendo rumbo al sur.
Tengo muchos pasajes favoritos, el segundo despues de este seria el discurso de Boromir a Frodo antes de intentar quitarle el anillo, la Arenga de Theoden a sus tropas y el despertar de Frodo y Sam despues del monte del destino, cuando los recibe Aragorn.
(Mensaje original de: Sr.Rubio)
#2 Respondiendo a: Anónimo
Entonces, sin consultar a nadie, sin esperar la llegada de los hombres de la Ciudad, monto, y volvio al galope hacia la vanguardia del gran ejercito, hizo sonar un cuerno y dio con fuertes gritos la orden de iniciar el ataque. Clara resono la voz de Eomer a traves del campo.
- ¡Muerte! ¡Galopad, ga...
#3 Respondiendo a: _NeO_
el capitulo de "el abismo de helm"
... una vez más repito que este es el Foro de Libros y que por tanto aquí no hay que poner "REV" Los "REV" son para el Foro de Películas equisdé
Saludos equisdé
edheldur@elfenomeno.com
#4 Respondiendo a: Edhel-dûr
¿REV?...
... una vez más repito que este es el Foro de Libros y que por tanto aquí no hay que poner "REV" Los "REV" son para el Foro de Películas equisdé
Saludos equisdé

Si, como viene siendo costumbre últimamente, ponéis alguna escena de la película en el foro de libros, entonces sí que os pido que pongáis bien grande REV DE ERDR o algo parecido. Después de meses sin entrar al foro de películas para no enterarme de los rumores sobre ERDR no me hace ninguna gracia encontrármelos camuflados de discusión sobre los libros en el foro de libros.
Saludos desde altamar

Orgulloso miembro de los Istari, la...
#5 Respondiendo a: Idril_Itarille
Con una salvedad, por favor
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Si, como viene siendo costumbre últimamente, ponéis alguna escena de la película en el foro de libros, entonces sí que os pido que pongáis bien grande REV DE ERDR o algo parecido. Después de meses sin entrar al foro de películas para no enterarme de los rumores sobre...
Yo tengo unos cuantos,destaco cuando Aragorn aparece con los barcos en la batalla cuando todo parecia perdido(espero que Peter no la cague esta vez); y la escena del undimiento de Mordor,cuando Frodo y Sam están a punto de ser engullidos y en el cielo aparece Gwaihir para rescatarlos(aqui siempre lloro como una magdalena),no sé lo que me puede entrar en el cine...
Saludos de un sabio de la Tierra Media.
¡¡¡¡LIBERACIÓN ANIMAL!!!!
#6 Respondiendo a: Tom bombadil
Unos cuantos.
Yo tengo unos cuantos,destaco cuando Aragorn aparece con los barcos en la batalla cuando todo parecia perdido(espero que Peter no la cague esta vez); y la escena del undimiento de Mordor,cuando Frodo y Sam están a punto de ser engullidos y en el cielo aparece Gwaihir para rescatarlo...
A mí el fragmento que más me gusta (es un poco corto :P ) es cuando los rohirrim llegan a Minas Tirith:
Y como en respuesta se elevó en la lejanía otra nota. Cuernos, cuernos , cuernos. Los ecos resonaban débiles en los flancos sombríos del Mindolluin. Grandes cuernos del Norte, soplados con una fuerza salvaje. Al fin Rohan había llegado
También me gusta la batalla del Pellenor en general y el viaje de Frodo Sam y Gollum una vez pasadas las ciénagas
donde no van los hombres
En las tierras baldías
que no vieron el día
En lóbregas cavernas
bajo las frías piedras
Había un trono negro
forrado con piel de elfo
y con los mil y un llantos
de muchos condenados
#1 Respondiendo a: Anónimo
Leyendo el capítulo Monte del Destino, se me ha ocurrido poner este post. Creo que ya he conseguido decidir ese dilema en la vida de todo tolkiendil, ¿Cual es tu capítulo favorito? Solo es la segunda vez en mi vida que lo leo, y os lo digo en serio, creedme, he llorado viendo todo el sufrimiento,...
¡Aiya!
Hay varios fragmentos que me emocionan, ahora os voy a poner unos cuantos. Como mi edición es en catalán, indico el capítulo y la situación.
Libro Sexto, Capítulo I (cuando Frodo se piensa, dominado por el Anillo, que Sam es un orco)
-Se m'ho han endut tot, Sam -va dir en Frodo-. Tot el que tenia. Ho comprens? Tot! -Es tornà a arraulir a terra, amb el cap acotat, i les seves mateixes paraules li van fer comprendre la magnitud del desastre, de manera que la desesperació s'emparà d'ell-. El quest ha fracassat, Sam. Encara que fóssim capaços de sortir d'aquí, no ens en podrem escapar. Només els elfs poden escapar-se'n. Lluny, ben lluny de la Terra Mitjana, de l'altre costat de la Mar. Suposant que la Mar sigui prou ampla per mantenir-ne allunyada l'Ombra.
-No, no tot, senyor Frodo. No hem fracassat, no encara. Jo el vaig agafar, senyor Frodo, ja me'n disculparà. I l'he conservat segur. Ara el duc penjat del coll, i val a dir que és un pes ben feixuc. -Ara que s'hi trobava, en Sam se sentia reaci a tornar l'Anell i que el seu senyor tornés a fer-se'n càrrec.
-El tens? -va dir en Frodo sense alè-. El tens aquí? Sam, ets increïble! -Llavors, ràpidament, d'una manera estranya, va canviar de to.- Dóna-me'l! -cridà, posant-se dret i allargant la mà tremolosa-. Dóna-me'l immediatament! No el pots tenir!
-D'acord, senyor Frodo- va respondre en Sam, força astorat-. Aquí el té! -Lentament es va treure l'Anell i es va fer passar la cadena pel cap.- Però ara és a la terra de Mórdor, senyor, i quan surti veurà la Muntanya Ardent i tot plegat. S'adonarà que ara l'Anell és molt perillós i difícil de dur. Si és una feina massa pesada, puc compartir-la amb vostè, si vol.
-No, no! -va exclamar en Frodo, arrencant l'Anell i la cadena de les mans d'en Sam-. No, no ho faràs, lladre, més que lladre! -panteixà, fitant en Sam amb ulls desencaixats de temença i d'enemistat.
Llavors, de sobte, empresonant l'Anell dins el puny serrat, es quedà com de pedra. Una boira semblà marxar-li de davant els ulls i es passà la mà pel front apesarat. Aquella visió odiosa li havia semblat tan real, mig atordit encara pel dolor i per la por. Davant els seus ulls, en Sam s'havia tornat a transformar en un orc que cobejava i s'apropiava del seu tresor, en una criatura petita i repulsiva de mirada anhelosa i boca bavejant. Ara, però, la visió ja s'havia esfumat. En Sam era agenollat davant seu, amb la cara contorta de dolor, com si l'haguessin ferit al cor; les llàgrimes li queien galtes avall.
Espero no hacer ninguno más tan largo. Vamos por el otro.
Libro Quinto, Capítulo IV (llega Rohan):
En Gàndalf no es va moure. I en aquell precís instant, ben enrere, en algun pati de la Ciutat, va cantar un gall. Amb un cant agut i clar, sense importar-li gens la fetilleria o la guerra, simplement saludant el matí que, al cel, molt per damunt de les tenebres de a guerra, acompanyava l'alba.
I, com una resposta, arribà de molt lluny una altra nota. Corns, corns, corns. Ressonaven apagats als vessants foscos del Mindòl·luin. Els grans corns del nord que tocaven enardits. A la fi Ròhan havia arribat.
También me gusta mucho, pero es demasiado largo para ponerlo aquí, el fragmento en el que Eowyn mata al Rey Brujo, y cuando habla con Aragorn antes que éste se vaya a los Senderos de los Muertos. ¡Precioso, precioso! (un fragmento en que las mujeres tienen algo de protagonismo, tenía que ser bueno

Me despido después de este rollazo insufrible sobre los fragmentos que más me gustan.
¡Tenna rato!
del claustre bizantí no en queda res:
caigueren les imatges d'alabastre
i s'apagà sa llàntia, com un astre
que en Canigó no s'encendrà mai més.
[...]
Lo que un segle bastí, l'altre ho aterra,
mes resta sempre el monument de Déu;
i la tempesta, el...
#10 Respondiendo a: Asfalolh
Emoción
¡Aiya!
Hay varios fragmentos que me emocionan, ahora os voy a poner unos cuantos. Como mi edición es en catalán, indico el capítulo y la situación.
Libro Sexto, Capítulo I (cuando Frodo se piensa, dominado por el Anillo, que Sam es un orco)
-Se m'ho han endut tot, Sam -va dir en...

Pippin no dijo nada más. Ahora estaba inmóvil, pero el sueño se negaba a acudir; y ni siquiera parecía asentarlo la suave y acompasado respiración de Merry, que se había dormido pocos segundos después de haberle dado las buenas noches. El recuerdo del globo oscuro parecía más vivo en el silencio de alrededor. Pippin volvía a sentir el peso en las manos y volvía a ver los misteriosos abismos rojos que había escudriñado un instante. Se dio vuelta y trató de pensar en otra cosa. Por último, no aguanto más. Se levantó y miró en torno. Hacía frío y se arrebujó en la capa. La luna brillaba en el valle, blanca y fría, y las sombras de los matorrales eran negras. Todo alrededor yacían formas dormidas. No vio a los dos centinelas: quizás Conteniendo el aliento, Pippin se aproximó paso a paso. Por último se arrodilló. Entonces lenta, furtivamente, levantó el bulto; pesaba menos de lo que suponía.« Quizá no era más que un paquete de trastos sinimportancia », pensó curiosamente aliviado, pero no volvió a poner el bulto en su sitio. Permaneció un instante muy quieto con el bulto entre los brazos. De pronto se le ocurrió una idea. Se alejó de puntillas, buscó una piedra grande, y volvió junto a Gandalf. Retiró con presteza el lienzo, envolvió la piedra y arrodillándose la puso al alcance de la mano de Gandalf. Entonces miró por fin el objeto que acababa de desenvolver. Era el mismo: una tersa esfera de cristal, ahora oscura y muerta, inmóvil y desnuda. La levantó, la cubrió presurosame nte con su propia capa, y en el momento en que iba a retirarse, Gandalf se agitó en sueños, y murmuró algunas palabras en una lengua desconocida; extendió a tientas la mano y la apoyó sobre la piedra envuelta en el lienzo; luego suspiró y no volvió- a moverse.«¡ Pedazo deidiota! », se dijo Pippin entre dientes.« Te vas a meter en un problema espantoso.¡ Devuélvelo a su sitio,pronto! » Pero ahora le temblaban las rodillas y no se atrevía a acercarse al mago y remediar el entuerto.« Ya no podré acercarme sin despertar aGandalf », pensó.« En todo caso será mejor que me tranquilice un poco. Así que mientras tanto bien puedo echarle una mirada.¡ Pero noaquí! » Se alejó un trecho sin hacer ruido y se detuvo en un montículo verde. La luna miraba desde el borde del valle. Pippin se sentó con la esfera entre las rodillas levantadas y se inclinó sobre ella como un niño glotón sobre un plato de comida, en un rincón lejos de los demás. Abrió la capa y miró. Alrededor el aire parecía tenso, quieto. Al principio la esfera estaba oscura, negra como el azabache, y la luz de la luna centelleaba en la superficie lustrosa. De súbito una llama tenue se encendió y se agitó en el corazón de la esfera, atrayendo la mirada de Pippin, de tal modo que no le era posible desviarla. Pronto todo el interior del globo pareció incandescente; ahora la esfera daba vueltas, o eran quizá las luces de dentro que giraban. De repente, las luces se apagaron. Pippin tuvo un sobresalto y aterrorizado trató de liberarse, pero siguió encorvado, con la esfera apretada entre las manos, inclinándose cada vez más. Y súbitamente el cuerpo se le puso rígido; los labios le temblaron un momento. Luego, con un grito desgarrador, cayó de espaldas y allí quedó tendido, inmóvil. El grito había sido penetrante y los centinelas saltaron desde los terraplenes. Todo el campamento estuvo pronto de pie.
-Así que éste es el ladrón!- exclamó Gandalf. Rápidamente echó la capa sobre la esfera-.¡ Y tú, nada menos que tú, Pippin!¡ Qué cariz tan peligroso han tomado las cosas! - Se arrodilló junto el cuerpo de Pippin: el hobbit yacía boca arriba, rígido, los ojos clavados en el cielo.
-¡ Cosa de brujos!¿ Qué daño habrá causado, a él mismo, y a todos nosotros?- El semblante del mago estaba tenso y demudado. Tomó la mano de Pippin y se inclinó sobre él; escuchó un momento la respiración del hobbit, luego le puso las manos sobre la frente. El hobbit se estremeció. Los ojos se le cerraron. Lanzó un grito; y se sentó, mirando con profundo desconc ierto las caras de alrededor, pálidas a la luz de la luna.
-¡ No es para ti, Saruman!- gritó con una voz aguda y falta de tono, apartándose de Gandalf -. Mandaré a alguien para que me lo traiga en seguida.¿ Me entiendes?¡ Di eso solamente!- Luego trató de ponerse de pie y escapar, pero Gandalf lo retuvo con dulzura y firmeza.
-¡ Peregrin Tuk!- dijo-.¡ Vuelve! El hobbit dejó de debatirse y volvió a caer de espaldas, apretando la mano del mago.
-¡ Gandalf!- gritó-.¡ Gandalf!¡ Perdóname!-¿ Que te perdone?- dijo el mago-.¡ Dime primero qué has hecho!
- Yo... te saqué el globo y lo miré- balbució Pippin-, y vi cosas horripilantes. Y quería escapar pero no podía. Y entonces vino él y me interrogó; y me miraba fijo; y... y no recuerdo nada más.
- Me basta con eso- dijo Gandalf severamente-.¿ Qué fue lo que viste y qué dijiste?
Pippin cerró los ojos estremeciéndose, pero no contestó. Todos observaban la escena en silencio, excepto Merry que miraba a otro lado. Pero la expresión de Gandalf era aún dura e inflexible.
-¡ Habla!- dijo.
En voz baja y vacilante Pippin empezó a hablar otra vez y poco a poco las palabras se hicieron más firmes y claras.
- Vi un cielo oscuro y murallas altas- dijo-. Y estrellas diminutas. Todo parecía muy lejano y remoto, y sólido a la vez y nítido. Las estrellas aparecían y desaparecían... oscurecidas por el vuelo de criaturas aladas. Creo que eran muy grandes, en realidad; pero en el cristal yo las veía como murciélagos que revoloteaban alrededor de la torre. Me pareció que eran nueve. Una bajó directamente hacia mí y era más y más grande a medida que se acercaba. Tenía un horrible... no, no lo puedo decir.» Traté de huir, porque pensé que saldría volando fuera del globo; pero cuando la sombra cubrió toda la esfera, desapareció. Entonces vino él. No hablaba con palabras. Pero me miraba y yo comprendía.»¿ De modo que has regresado?¿ Por qué no te presentaste a informar durante tanto tiempo?"» No respondí. Él me preguntó:"¿ Quién eres?" Tampoco esta vez respondí, pero me costaba mucho callar, y él me apremiaba, tanto que al fin dije:" Un hobbit."» Entonces fue como si me viera de improviso y se rió de mí. Era cruel. Yo me sentía como si estuvieran acuchillándome. Traté de escapar, pero él me ordenó: "¡ Espera un momento! Pronto volveremos a encontrarnos. Dile a Saruman que este manjar no es para él. Mandaré a alguien para que me lo traiga en seguida.¿ Has entendido bien?¡ Dile eso solamente!" Entonces me miró con una alegría perversa. Me pareció que me estaba cayendo en pedazos.¡ No, no! No puedo decir nada más. No recuerdo nada más...




Y el que siempre me dará escalofríos: Los Puertos Grises...


-Los nombres de todas las estrellas y de todos los seres vivientes, y la historia toda de la Tierra Media, y de la Bóveda d...
#7 Respondiendo a: Ancalagnon el negro
Fragmento
A mí el fragmento que más me gusta (es un poco corto :P ) es cuando los rohirrim llegan a Minas Tirith:
Y como en respuesta se elevó en la lejanía otra nota. Cuernos, cuernos , cuernos. Los ecos resonaban débiles en los flancos sombríos del Mindolluin. Grandes cuernos del Nor...
Coincido tanto contigo como con Tom Bombadil. La Batalla de los Campos del Pelennor es uno (sino el que más) de mis capítulos favoritos, me lo he leído esta tarde y se me ha vuelto a poner la carne de gallina, madre mía, me ha faltado poco para no llorar... buf, la muerte de Theoden, Eowyn y Merry contra el Capitán de los Nazgûl... y sobretodo sobretodo cuando Aragorn aparece... Eomer y todo el mundo cree que son más enemigos pero... sorpresa, de pronto ondea el estandarte del Árbol Blanco, las estrellas y la corona de Elendil.... madre mía!!!
Y la verdad que los momentos después de que el anillo ha sido destruido también son bastante emocionantes



(Mensaje original de: Akane)
#3 Respondiendo a: _NeO_
el capitulo de "el abismo de helm"
Hay muchos capítulos que me emocionan, pero el que nombraré es: Las decisiones de Maese Samsagaz. Ese capítulo me hace sentir primero rabia, después emoción, después tristeza, después mucha, mucha incertidumbre(ya se imaginan por qué) y después mucho, mucho alivio (después que pasa esa incertidumbre).
También hay otros como Batalla en los Campos del Pelennor, que ese me hizo poner la piel de gallina( espero lo mismo en la película).
Y también nombraré a los primeros, los cinco desde Una reunión muy esperada hasta Conspiración desenmascarada, esos capítulos no tendrán mucha emoción, tal vez, pero yo los valoro porque tienen el mucho sentido hogareño que tanto le gustaba al Maestro Tolkien.
Saludos desde La Comarca
_¡Bien decidido! ¡Tres hurras por el capitán Frodo y sus compañeros...
#1 Respondiendo a: Anónimo
Leyendo el capítulo Monte del Destino, se me ha ocurrido poner este post. Creo que ya he conseguido decidir ese dilema en la vida de todo tolkiendil, ¿Cual es tu capítulo favorito? Solo es la segunda vez en mi vida que lo leo, y os lo digo en serio, creedme, he llorado viendo todo el sufrimiento,...
Eomer se había tranquilizado, y tenía ahora la mente clara. Hizo sonar los cuernos para reunir alrededor del estandarte a los hombres que pudieran llegar hasta él; pues se proponía levantar al fin un muro de escudos, y resistir, y combatir a pie hasta que cayera el último hombre, y llevar a cabo en los campos de Pelennor hazañas dignas de ser cantadas, aunque nadie quedase con vida en el Oeste para recordar al último Rey de la Marca. Cabalgó entonces hasta una loma verde y allí plantó el estandarte, y el Corcel Blanco flameó al viento.
Saliendo de la duda, saliendo de las tinieblas
vengo cantando al sol, y desnudo mi espada.
Yo cabalgaba hacia el fin de la esperanza, y la aflicción del corazón.
¡Ha llegado la hora de la ira, la ruina y un crepúsculo rojo!
Pero mientras recitaba esta estrofa se reía a carcajadas. Pues una vez más había renacido en él el espíritu guerrero; y aún seguía indemne, y era joven, y era el rey: el señor de un pueblo indómito. Y mientras reía de desesperación, miró otra vez las embarcaciones negras, y levantó la espada en señal de desafío.
Entonces, de pronto, quedó mudo de asombro. En seguida lanzó en alto la espada a la luz del sol, y cantó al recogerla en el aire. Todos los ojos siguieron la dirección de la mirada de Eomer, y he aquí que la primera nave había enarbolado un gran estandarte, que se desplegó y flotó en el viento, mientras la embarcación viraba hacia el Harlond. Y un Árbol Blanco, símbolo de Gondor, floreció en el paño; y Siete Estrellas lo circundaban, y lo nimbaba una corona, el emblema de Elendil, que en años innumerables no había ostentado ningún señor. Y las estrellas centelleaban a la luz del sol, porque eran gemas talladas por Arwen, la hija de Elrond; y la corona resplandecía al sol de la mañana, pues estaba forjada en oro y mithril.
Así, traído de los Senderos de los Muertos por el viento del Mar, llegó Aragorn hijo de Arathorn, Elessar, heredero de Isildur al Reino de Gondor. Y la alegría de los Rohirrim estalló en un torrente de risas y en un relampagueo de espadas, y el júbilo y el asombro de la Ciudad se volcaron en fanfarrias y trompetas y en campanas al viento. Pero los ejércitos de Mordor estaban estupefactos, pues les parecía cosa de brujería que sus propias naves llegasen a puerto cargadas de enemigos; y un pánico negro se apoderó de ellos, viendo que la marea del destino había cambiado, y que la hora de la ruina estaba próxima.
Hacia el este galopaban los caballeros del Dol Amroth, empujando delante al enemigo: trolls, variags y orcos que aborrecían la luz del sol. Y hacia el sur galopaba Eomer, y todos los que huían ante él quedaban atrapados entre el martillo y el yunque. Pues ya una multitud de hombres saltaba de las embarcaciones al muelle del Harlond e invadía el norte como una tormenta. Y con ellos venían Lególas, y Gimli esgrimiendo el hacha, y Halbarad portando el estandarte, y Elladan y Elrohir con las estrellas en la frente, y los indómitos Dúnedain, Montaraces del Norte, al frente de un ejército de hombres del Lebennin, el Lamedon y los feudos del Sur. Pero delante de todos iba Aragorn, blandiendo la Llama del Oeste, Anduril, que chisporroteaba como un fuego recién encendido, Narsil forjada de nuevo, y tan mortífera como antaño; y Aragorn llevaba en la frente la Estrella de Elendil.
Y así Eomer y Aragorn volvieron a encontrarse por fin, en la hora más reñida del combate; y apoyándose en las espadas se miraron a los ojos y se alegraron.
—Ya ves cómo volvemos a encontrarnos, aunque todos los ejércitos de Mordor se hayan interpuesto entre nosotros —dijo Aragorn—. ¿No te lo predije en Cuernavilla?
—Sí, eso dijiste —respondió Eomer—, pero las esperanzas suelen ser engañosas, y en ese entonces yo ignoraba que fueses vidente. No obstante, es dos veces bendita la ayuda inesperada, y jamás un reencuentro entre amigos fue más jubiloso. —Y se estrecharon las manos.— Ni más oportuno, en verdad —añadió Eomer—.Tu llegada no es prematura, amigo mío. Hemos sufrido grandes pérdidas y terribles pesares.
—¡A vengarlos, entonces, más que a hablar de ellos! exclamó Aragorn; y juntos cabalgaron de vuelta a la batalla.
Fundanentalmente ese, pero hay tb muchos otros.
Un saludo
(Mensaje original de: Aragorn24)