Portadas de Leandro para Elfenomeno
1 de Septiembre del año 3018 de la Tercera Edad
Al principio, Frodo estuvo muy preocupado y pensaba a menudo en lo que Gandalf podía haber oído; pero al fin se tranquilizó y cuando llegó el buen tiempo olvidó del todo el problema. Pocas veces se había visto en la Comarca un verano más hermoso y un otoño más opulento; los árboles estaban cargados con manzanas, la miel rebosaba en los panales y el grano estaba alto y henchido.
Entrado ya el otoño, la suerte de Gandalf comenzó a inquietar de nuevo a Frodo. Aquel primero de Septiembre, Frodo caminaba nervioso de un lado para otro, sin poder parar. Había tenido un sueño, y aunque no lograba recordar nada, le había dado la impresión de que el propio Gandalf aparecía en el sueño.
Intentó tranquilizarse sentándose en el porche. Encendió su pipa y comenzó a fumar, haciendo anillos de humo. En otro tiempo, esta misma escena había sido representada por su tío Bilbo, justo antes de que Gandalf apareciera por el recodo del camino y sus vidas cambiasen para siempre. En aquella aventura se descubrió el Anillo, ese mismo Anillo que ahora Frodo guardaba en su bolsillo, y... No, no quería pensar en ello ahora. Para tranquilizarse, Frodo cerró los ojos.
Dentro se oía a Sam, afanándose en la casa. Pese a que únicamente era su jardinero, Sam - siempre servicial - se había ofrecido para echar una mano a Frodo para preparar la mudanza. Frodo le había agradecido enormemente su ayuda, y no pudo negarse. Al fin y al cabo, las visitas de la odiosa Lobelia Sacovilla-Bolsón eran cada vez más frecuentes, y Frodo debía estar siempre pendiente de que ni ella ni Lotho robaran nada de Bolsón Cerrado. Un día que Sam no estaba, tras la visita de Lobelia, Frodo había notado que le había desaparecido una jarra que había pertenecido a Bilbo.
Frodo abrió los ojos, asustado. ¿Había oído relinchar un caballo? Miró a un lado y a otro del camino, pero no vio ni oyó a nadie. Entonces se fijó en su mano. En ella aferraba el Anillo con fuerza. Había estado a punto de usarlo, inconscientemente. Mirando hacia el este, su determinación se hizo más fuerte. Guardó el Anillo en el bolsillo y entró en la casa para ayudar a Sam. Gandalf volvería para su cumpleaños, y juntos partirían hacia Rivendel.