Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

15 de Agosto del año 3018 de la Tercera Edad

Las antiguas leyendas hablan de una raza de hombres de pelo oscuro, altos y fuertes, que construían sus moradas y fortalezas en piedra. Pocos relatos nos hablan del destino de estos hombres, de los que hoy no nos quedan más que las vagas sombras que son sus descendientes, los dunlendinos.
Estos descendientes habitan las llanuras y colinas de las Tierras Brunas, al oeste de las Montañas Nubladas, casi llegando al paso de Rohan. Pocos parecidos guardan con sus ancestros olvidados, pues eran grandes guerreros, valientes y decididos en la batalla, pero honorables y justos con sus enemigos. Hoy por hoy, los dunlendinos se han vuelto traidores y cobardes. El mago Saruman no tuvo que hacer un gran esfuerzo para incluir sus fuerzas en la traición que le ha llevado a retener a su antiguo compañero Gandalf en la torre de Isengard.
Pero hoy, como un espejismo de otra época, un hombre alto, de pelo oscuro y de quien su valentía en la batalla estaba empezando a crearle una leyenda, pasó raudo por estas tierras. Los pocos campesinos que se le cruzaban lo miraban con curiosidad. Mas él no se detuvo a hablar con ninguno. Su determinación lo guiaba hacia el norte, hacia una ciudad tan legendaria y olvidada como los ancestros de aquellas mismas gentes, a los que tanto se parecía este jinete.
Al caer la tarde, Boromir se detuvo. Su caballo y él mismo se refrescaron con agua de un riachuelo que fluía de entre las rocas al pie de la ladera. Un pastor con su pequeño rebaño de ovejas pasó a su lado apresuradamente de camino a casa, pues se le había hecho tarde. "Ovejas", pensó Boromir. Ahora comprendía. La noche anterior había creído oir un aullido, pero lo había descartado. Ahora veía que era muy posible que estos animales morasen las colinas a su derecha. Encendió un fuego, más por prevención contra los lobos que por frío. Así evitaría el peligro.
No sospechaba que el mayor peligro no eran los lobos, sino quien moraba al otro lado de las montañas. Mas Saruman tenía todos sus sentidos orientados al norte, al este y al sur, nunca al oeste, por lo que no había notado la presencia de aquel poderoso guerrero, el primogénito del Senescal de Gondor. Tampoco su prisionero, en lo alto de la torre de Orthanc, miraba en esa dirección. Gandalf miraba al norte, sólo al norte, y sus pensamientos estaban muy relacionados con aquellos versos que habían llevado a Boromir a aquella imposible misión. Imladris, el mediano, el Daño de Isildur. Palabras de fantasía para uno, y demasiado reales y familiares para el otro, que atormentaban a ambos.
"El destino está cerca". Con este mismo pensamiento en sus mentes, Boromir y Gandalf se durmieron con un sueño ligero e inquieto.

Volver al índice


« Anterior | Página 21 de 47 | Siguiente »