Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

25 de Diciembre del año 3018 de la Tercera Edad

- Buena... ¡buena suerte! - gritó Bilbo tartamudeando de frío -. No creo que puedas llevar un diario, Frodo, compañero, pero esperaré a que me lo cuentes todo cuando vuelvas. ¡Y no tardes demasiado! ¡Adiós!
Muchos otros de la Casa de Elrond los miraban desde las sombras y les decían adiós en voz baja. No había risas ni canto ni música. Y aunque así hubiese sido, Frodo no los habría oido, ensimismado como estaba. Apenas había prestado atención a la breve discusión entre Elrond y el enano Gimli. Su subconsciente apenas se había percatado de aquella última advertencia del semielfo: "no librarse del Anillo, no entregárselo a ningún siervo de Sauron y en verdad no dejar que nadie lo toque, excepto los miembros del Concilio o la Compañía, y ésto en caso de extrema necesidad".
Su mano aferraba en aquel momento el Anillo. En la casa de Elrond se había mostrado frío y ligero, tal y como correspondía a un Anillo de oro, tan simple como lo era éste. Sin embargo, en estos momentos de pesadumbre, el Anillo parecía haberse vuelto más pesado. Metió su mano por debajo de la camisa, y lo sostuvo... No, no era más pesado, no aún. Sólo había sido una ilusión.
Gandalf miró entonces a Aragorn, quien asintió imperceptiblemente, emprendiendo aquel viaje, que bien podría ser el último para todos ellos. Echaron a andar, seguidos por los demás. Todos salvo Frodo, que seguía cabizbajo. Nadie se percató, nadie salvo el fiel Sam, que iba guiando a Bill. Se detuvo, mirando a su amo. Mas por única vez no se acercó a ayudar a Frodo. Aquel era un primer paso que debía dar él solo.
Frodo soltó el Anillo, y aquella pesadumbre pareció esfumarse. Levantó la vista y sonrió a Sam. Bill movió la cola, satisfecho. Echaron a andar con los demás. La Compañía desapareció en la oscuridad.

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