Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

7 de Diciembre del año 3018 de la Tercera Edad

Glóin y su hijo Gimli caminaban por los jardines de Rivendel. Hablaban de Balin y su desaparición años atrás cuando marchó hacia Moria. La posibilidad de poder ver el hogar ancestral de los enanos había iluminado el corazón de Gimli, y ensalzado el orgullo de Glóin por su hijo. Mas cuando Aragorn y Gandalf indicaron sus preferencias de viaje, en que pretendían ascender el Caradhras sorteando los posibles peligros de las Minas de Khazad-dûm, su ánimo se vino abajo. Y después de ésto, cuando se les hizo saber que la siguiente etapa del viaje podrían ser los jardines de Lorien, su frustración se tornó en rabia.
- ¿No hemos visto ya bastantes jardines? - dijo Gimli. - No sé si podré resistirlo, padre. Ni siquiera podré saber qué ha sido de mi gente, mientras viajo en compañía de un maldito elfo, sólo para visitar su hogar donde moran miles de ellos.
Precisamente, en aquel momento divisaron a Glorfindel y Legolas. Los dos futuros compañeros cruzaron, en la lejanía, una mirada de odio. La rivalidad entre sus dos razas estaba muy arraigada en sus orgullosos pueblos, si bien la mayor parte de ellos había olvidado ya los motivos que originaron aquel milenario enfrentamiento.
- ¿Puedes creerlo, Glorfindel? Aquel estúpido enano pretendía que atravesásemos las minas malditas de Moria - y al decir Moria de su hermosa voz élfica surgió un tono de repugnancia.
- Deberías olvidar esos prejuicios, Legolas - contestó Glorfindel, sonriendo. - Los naugrim fueron un gran pueblo, orgulloso y poderoso. Aún puedo recordarlo...
Legolas se volvió, tajante.
- ¿Poderoso? ¡Jamás habrían llegado a ser ni la mitad de lo que son si no llega a ser por los elfos! Poderosos... - de nuevo, su hermosa voz no pudo ocultar su desprecio. - Con sus hachas no son capaces de cortar más que árboles indefensos.
Glorfindel rió, divertido, acallando así los devaneos de Legolas.
- Legolas Hojaverde, puedo jurar que tú mismo podrás comprobar que sus hachas sirven para otra cosa que cortar árboles. Recuerdo que en otro tiempo por cada corazón orco que atravesaba una flecha élfica, la cabeza de otro orco caía sesgada por un hacha enano.
La mirada de Legolas se tornó en extrañeza, y después en asombro, mientras observaba a los dos enanos al otro lado del jardín, que se alejaban.

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