Se dice que en los Días Antiguos, mucho antes de los cambios que acaecieron en el Mundo durante la Caída de Númenor, y antes incluso del hundimiento de las tierra de Beleriand; en el norte, las tierras septentrionales de Aman y la Tierra Media se entendían hacia el este y el oeste respectivamente de modo que, entre ellas, existía un estrecho angosto en el que las heladas aguas del Ekkaia, el Mar Circundante, se mezclaban con las del Belegaer, el Gran Mar Occidental que separaba ambas tierras, y justas fluían bajo vastas nieblas y vapores de un frío mortal navegadas por estruendosas colinas de hielo que crujía bajo la superficie. Esta inhóspita y extrema región recibía el nombre de Helcaraxë, y se dice que nadie salvo los Valar y Ungoliant (cuando seguía a Morgoth en su huída de Aman), habían osado hollarla hasta los años de la Huída de los Noldor. Pues las crónicas nos cuenta que la hueste de Fingolfin y los seguidores de los hijos de Finarfin, abandonados por Fëanor en las costas de Araman en el Año de los Árboles de 1497, tras errar durante mucho tiempo afligidos por la traición y las penurias, y al no hallar otro camino por el que alcanzar la Tierra Media, optaron por enfrentar el terror del Helcaraxë. Muchos perecieron durante la penosa travesía, y entre ellos Elenwë esposa de Turgon; de modo que solo con huestes reducidas alcanzaron el noroeste de la Tierra Media cuando la Luna se alzaba por primera vez.

Los catastróficos cambios que acaecieron en las edades posteriores sin duda afectaron también al Helcaraxë; si el hundimiento de Beleriand no provocó su destrucción, parcial o total, lo que aún quedara de esta región está ahora fuera del alcance de los mortales desde el cambio de forma y la retirada de Aman de los Círculos del Mundo.

Helcaraxë es un nombre Quenya, y significa “Hielo Crujiente”. En los textos puede encontrarse escrito de otras dos formas: Helkaraxë, y Helkaraksë; aunque todas ellas son totalmente equivalentes.