La Última Alianza: Gurka-Oba
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Última Alianza de Elfos y Hombres
La Última Alianza de Elfos y Hombres se formó en el 3430 S.E. en respuesta a la amenaza de conquista por parte del Señor Oscuro Sauron, y finalizó en el 3441 S.E. con los acontecimientos sucedidos en la llamada Guerra de la Última Alianza de Elfos y Hombres. Elendil, el Rey Supremo de los Dúnedain, formó una alianza con Gil-galad, el Rey Supremo de los Noldor, con un juramento en el invocó el nombre de Eru para atestiguarlo. El nombre de Eru rara vez se invocaba en juramentos, y entre los númenóreanos se decretaba que solo el Rey podía invocarlo.... (sigue)
Guerra de la Última Alianza entre Elfos y Hombres
Mientras Elendil y sus hijos Isildur y Anárion logran escapar con algunos de los Fieles de la Caída de Númenor y fundan los reinos de Arnor y Gondor en la Tierra Media, Sauron también se salva de la catástrofe regresando a Mordor, reorganiza sus ejércitos y comienza a atacar Gondor, declarando la guerra a Elendil. El comienzo del conflicto tiene lugar en Minas Ithil en el 3429 de la Segunda Edad. Isildur y su familia pierden la ciudad y huyen a Osgiliath. Las fuerzas de Sauron lo saquean todo y destruyen el Árbol Blanco de Gondor que crecía en su... (sigue)
La última integrante
Por: Gabriela Benavente Delgado I A finales de la Primera Edad, luego de las migraciones que hicieron muchos Eldar por las tierras de Rhûn, un espíritu Maia que los acompañaba, se sintió embelesada por la belleza de los bosques y se separó de la comitiva, estableciéndose en los Bosques cerca del Mar de Rhûn, y permaneció ahí en armonía con la naturaleza y los animales del bosque. Hasta que a comienzos de la Segunda Edad, sintió el clamor de muchas mujeres de los pueblos cercanos, con respecto a la opresión, dominio y violencia de los hombres hacia ellas. El espíritu... (sigue)
La última amenaza
El Despertar Hacía mucho tiempo que estaba dormida. No perdió la cabeza cuando todos a su alrededor lo hacían, y ahora ellos se pudrían en los abismos de la tierra mientras ella reposaba inmóvil en una cueva.En sus sueños se agitaban imágenes de furia y dolor inmensurables. Y luego estaba el hambre. El hambre que no había dejado de sentir desde el comienzo de su letargo. Durante sus buenos tiempos, si existía tal cosa, había saciado su voracidad sin preocupación. Ahora solo quedaba un hueco oscuro en su estómago, un hueco que la enloquecía.Pero debía aguardar un tiempo, lo suficiente... (sigue)