22 de marzo de 3019 de la Tercera Edad: El Portador del Anillo emprende la última etapa mientras Sauron se prepara para el golpe final

Camino al Morannon - La guerra avanza y la esperanza se tambalea. El Ejército del Oeste se acerca a la Puerta Negra, mientras que en Lothlórien resuena el fragor de la batalla. En el corazón de la sombra, Frodo y Samsagaz toman el último desvío en su viaje hacia el Monte del Destino.
22 de marzo de 3019 de la Tercera Edad

El Ejército de Capitanes del Oeste sigue su inexorable marcha hacia el Morannon. La tensión es palpable en cada soldado que avanza por la desolada tierra entre Ithilien y Mordor. Aragorn guía la columna con determinación, sabiendo que no hay vuelta atrás. "El Enemigo ya nos ha visto", se dice entre las filas, pues las patrullas de orcos han comenzado a moverse con rapidez hacia la Puerta Negra, reforzando las defensas del Señor Oscuro.

Mientras tanto, en el norte, Lothlórien sufre su tercer asalto. Una vez más, las huestes de Dol Guldur han intentado profanar los bosques de la Dama Galadriel, y una vez más han sido rechazadas. La resistencia élfica, aunque imbatida, enfrenta su última gran batalla contra la oscuridad.

Pero es en el cielo donde la sombra de Sauron se hace más evidente. La noche ha caído de manera antinatural. El sol no se ha puesto con suavidad, sino que ha sido devorado por una oscuridad amenazante que se extiende desde el este. Esta "noche terrible", como ha sido descrito por los testigos, no es más que otra manifestación del creciente poder del Señor Oscuro.

En las tierras devastadas de Mordor, Frodo y Samsagaz han abandonado el camino principal. Dejando atrás la senda directa a Barad-dûr, han tomado rumbo sur hacia el Monte del Destino. Pero la carga del Anillo es cada vez mayor. Frodo apenas puede caminar y su espíritu flaquea. "No puedo, Sam", ha susurrado, su voz apenas un eco de lo que fue. Sin embargo, su fiel compañero sigue a su lado, decidido a llevarlo hasta el final, sea cual sea el precio.

La oscuridad crece. La batalla final se acerca. Y en la sombra, los últimos rayos de esperanza titilan como una vela a punto de extinguirse.