3 de marzo de 3019 de la Tercera Edad: Théoden se desvía al Abismo de Helm e Isengard cae bajo el ataque de los Ents
En las colinas de Rohan, la esperanza y la desesperación chocaban con fuerza. La compañía del rey Théoden avanzaba con urgencia cuando un jinete llegó con noticias funestas. Ceorl, exhausto y cubierto de polvo, trajo la confirmación de la derrota en los Vados del Isen. "El muro de protección ha caído", declaró con pesar, "mejor sería regresar a Edoras antes que lleguen los lobos de Isengard". La gravedad del mensaje hizo que Théoden cambiara de rumbo. En lugar de continuar hacia Isengard, decidió que su pueblo debía refugiarse en el Abismo de Helm, el bastión ancestral de los rohirrim.
En la misma mañana, Gandalf, tras evaluar la situación, se separó del grupo y cabalgó hacia el norte. "Su rostro no mostraba miedo, sino determinación", aseguró un testigo. Nadie sabía entonces lo que el mago blanco tenía en mente, pero su ausencia pesaría en las siguientes horas.
Al caer la tarde, los acontecimientos en Isengard alcanzaron su punto culminante. La Cámara de los Ents había llegado a su fin y los pastores de árboles, liderados por Bárbol, llevaron su furia a las puertas de la fortaleza de Saruman. "Nunca he visto nada igual", relató un pastor que vivía en las cercanías y huyó de la destrucción. "Los árboles marchaban como si tuvieran vida propia y en cuestión de horas Isengard estaba sumergida". Los ents destruyeron los muros, derribaron torres y cambiaron el curso del río Isen, inundando el interior de la fortaleza y reduciendo el poder del mago a escombros humeantes.
El destino de Saruman aún es incierto, pero su ejército ya marcha hacia el Abismo de Helm, donde al cierre de esta edición Théoden y sus hombres han llegado y se preparan para resistir el inminente asedio. "Esta noche la fortaleza no dormirá", declaró un guerrero de la Marca. "Si caemos, caeremos luchando".
Mientras tanto, lejos de estas tierras, Frodo, Sam y Gollum abandonaron las Ciénagas de los Muertos y comenzaron la travesía por las llanuras desoladas que conducen a la Puerta Negra. "No hay vida en ese lugar, solo polvo y piedras", nos comenta un viajero que alguna vez pasó cerca de la zona. "El silencio allí es diferente, como si el mundo entero contuviera el aliento". Sin comida ni agua abundante, los hobbits avanzan con cautela, conscientes de que cada paso los acerca a la sombra de Mordor.
Las llamas de la guerra siguen consumiendo la Tierra Media, pero en este día, los defensores han demostrado que aún no se han rendido.