Desastre de los Campos Gladios

Lugar: Campos Gladios

Protagonistas: Isildur, Orcos

Año o época: 2 TE

Terrible suceso acontecido en los Campos Gladios al caer Isildur, junto con sus tropas, en una mortal emboscada tendida por los Orcos resultado de la cual se perdió el Anillo Unico.

Cuenta la leyenda que tras la caída de Sauron, Isildur, recibió la Elendilmir en Gondor, que lo proclamaba como Rey de Arnor y como soberano de todos los Dúnedain del Norte y del Sur. Tras permanecer un año en Gondor tuvo deseos de volver a su reino, pero ante todo deseaba primero encaminarse hacia Imladris para ver a su esposa y a su hijo menor y porque también tenía la urgente necesidad de escuchar el consejo de Elrond. Por estos motivos decidió dirigirse hacia el norte por los Valles del Anduin a Cirith Forn en Andrath, que era un elevado paso del norte que conducía a Imladris. Es verdad que era un largo camino y que disponía de pocos caballos pues la mayoría se habían perdido en la guerra, pero también es cierto que era un camino que conocía bien pues lo había transitado en numerosas ocasiones y por tanto no tenía miedo, pues Sauron había sido vencido.

Según se nos dice en las Crónicas, Isildur, partió de Osgiliath a principios de Ivaneth, en el año segundo de la Tercera Edad, con la esperanza de llegar a Imladris en unos cuarenta días, a mediados de Narbeleth, antes de que el crudo invierno se les echara encima. Con Isildur partieron sus tres hijos: Elendur, Aratan y Ciryon, y con ellos iba una guardia de doscientos caballeros y soldados procedentes de Arnor, aparte de diez robustos caballos que transportaban las pesadas cargas necesarias para el viaje.

De este viaje no se cuenta nada hasta que atravesaran la Dagorlad, y marcharan luego hacia el norte en dirección a las vacías tierras del sur del Bosque Verde. Al vigésimo día de viaje el cielo se cubrió de pronto y un viento oscuro y cargado de lluvia sopló desde el Mar de Rhûn. Durante cuatro días no dejó de llover, haciendo el viaje penoso, de manera que cuando llegaron a la entrada de los Valles (entre Lórien y Amon Lanc), Isildur, se alejó del Anduin, que se encontraba crecido y con las aguas turbulentas y se encaminó hacia los senderos de los Elfos Silvanos en los lindes del Bosque Verde. Transcurría la tarde de la trigésima jornada de viaje cuando pasaban por las fronteras septentrionales de los Campos Gladios y se encontraban marchando por un sendero que conducía al reino de Thranduil cuando el sol se sumergió en unas nubes. A la derecha el Bosque Verde se alzaba sobre ellos desde unas cuestas empinadas que llegaban al sendero que ellos transitaban cuando se produjo la catástrofe. Se aproximaba la noche, e Isildur había acampado entre el Anduin y el Bosque Verde sin montar guardia, pues estaba confiado en que todos sus enemigos estaban ya derrotados cuando se escucharon los gritos de los Orcos. Estos, que acechaban en las Montañas Nubladas, se habían acercado al campamento sin que nadie notara su presencia, cargando con ferocidad contra los guerreros de Isildur. Los Orcos les superaban en al menos diez veces, a lo que Isildur respondió ordenando que se levantara un thangail, que era una formación defensiva de dos filas unidas que en caso de necesidad podían retroceder hasta unirse en un anillo cerrado. Isildur vió el peligro en que se hallaban, y siendo consciente de que portaba el Anillo Unico se dirigió a Othar, su escudero, a quien ordenó que escapara con la vaina que guardaba los fragmentos de Narsil, la espada de Elendil. Los Orcos ignoraron la huída de Othar y la de sus dos escoltas, y dispararon una lluvia de flechas contra la formación de los soldados de Isildur para después lanzar en masa a sus principales guerreros en un intento de aprovechar la favorable inclinación del terreno y para intentar quebrar la línea de defensa de los Dúnedain. Las flechas de nada sirvieron contra el acero Númenóreano de las armaduras de los Dúnedain, y los grandes Hombres, que eran más altos que los más grandes de los Orcos, rechazaron el ataque de los Orcos favorecidos por el mayor alcance de sus armas. En torno a los defensores se apilaban los cadáveres de los Orcos, en tanto que ellos apenas estaban dañados.

Parecía que los Orcos se retiraban, e Isildur, viendo que caía la noche, ordenó a sus tropas que emprendieran la marcha de inmediato, dirigiéndose hacia terrenos más bajos donde la ventaja de los Orcos fuera menor. Sin embargo no sólo había astucia en el ataque, sino ferocidad y odio implacables y, aunque no sabían de la pérdida del Anillo por Sauron, estaban alentados por la voluntad del Señor Oscuro, lo cual les convertía en implacables rivales. Los Orcos siguieron de nuevo a los Dúnedain hasta acabar rodeándolos en un anillo ininterrumpido que se mantenía fuera del alcance de los arcos de acero de Númenor. Isildur detuvo su avance mientras que el enemigo comenzaba a acercarse, siendo entonces, con la llegada de la noche, cuando los cuernos de los Orcos resonaron por todas partes. Estos se lanzaron en un furioso ataque contra los Dúnedain, que caían ante el empuje brutal de las bestias demoníacas que se lanzaban contra ellos sin importarles morir. Se dice que los Orcos pagaron caro el ataque, y que por cada Hombre murieron cinco Orcos, y sin embargo para ellos no era caro el precio porque Ciryon fue muerto y Aratan mortalmente herido, siendo entonces cuando Elendur pidió a su padre que escapara con el Anillo Unico. Tras una triste despedida Isildur se puso el Anillo Unico y desde entonces nadie más le volvió a ver con vida en la Tierra Media, porque nos dicen las leyendas que más tarde el Anillo le traicionó, abandonándolo cuando más lo necesitaba, y que los Orcos al verle acabaron con su vida cuando estaba a punto de escapar de la matanza tras cruzar el Anduin a nado. Del resto de los Dúndedain sólo se sabe que al poco tiempo yacían todos sin vida, incluído Elendur, que estaba destinado a ser Rey.

En esta terrible batalla no sólo se perdió el Anillo Unico sino también la Elendilmir, que era portada por Isildur en el momento de su muerte.