Neil Gaiman hablando de Tolkien, Lewis y Chesterton

Neil Gaiman en un discurso en la Mythopoeic Society en 2004 habla de cómo descubrió a Tolkien, y la opinión que tuvo y tiene de la obra del Profesor. Merece la pena leerlo.
En el año 2004, en la Mythopoeic Society, el conocido escritor y guionista Neil Gaiman (autor de títulos tan variados como Stardust - llevado al cine - o Sandman - magnífica saga en comic) y ganador de varios y prestigiosos premios literarios, pronunció un discurso acerca de tres autores que influyeron notablemente en su carrera: J.R.R. Tolkien, C.S. Lewis y G.K. Chesterton. Hace poco he descubierto este estupendo discurso, que os animo a leer íntegro en la web oficial del autor, pero permitidme traducir la parte en la que se refiere a Tolkien, pues es pura emoción y seguramente os contagiará ese entusiasmo y os veréis reflejados en sus palabras:

    [...] Ahora, si existe una manera incorrecta de encontrar a Tolkien, yo hallé a Tolkien de una forma completamente incorrecta. Alguien había dejado una copia de un libro en rústica titulado "The Tolkien Reader" en mi casa. Contenía un ensayo - "Tolkien`s Magic Ring" (El Anillo Mágico de Tolkien) de Peter S. Beagle - algo de poesía, Hoja de Niggle y Egidio, el granjero de Ham. En retrospectiva, sospecho que lo recogí únicamente porque estaba ilustrado por Pauline Baynes (N. del T.: Neil Gaiman aclara antes en su discurso que conocía el trabajo de Baynes ilustrando Narnia, de C.S. Lewis, y que tuvo durante muchos años un póster con el mapa de Narnia en la pared de su habitación). Creo que tenía ocho, tal vez nueve años.

    Lo que fue importante para mí, al leer ese libro, fue la poesía y la promesa de una historia.

    Ahora bien, cuando cumplí los nueve cambié de colegio, y encontré, en la biblioteca de clase, un ejemplar maltrecho y muy antiguo de El Hobbit. Lo compré en oferta por un penique a la escuela, junto con una vieja copia de las Obras de W.S. Gilbert, y aún lo conservo.

    Pasaría aún otro año más o menos cuando encontré el primero de dos volúmenes de El Señor de los Anillos, en la biblioteca principal del colegio. Los leí. Los leí una y otra vez: Terminaba Las Dos Torres y empezaba de nuevo al principio de La Comunidad del Anillo. Nunca llegaba al final. Esto no era tan duro como pueda sonar - Ya había leído en el ensayo de Peter S. Beagle que todo terminaba más o menos bien. Aún así, quería leerlo realmente por mí mismo.

    Cuando tenía 13 años, gané el Premio de Inglés del colegio, y se me permitió escoger un libro. Escogí El Retorno del Rey. Aún lo conservo. Sólo lo he leído una vez, de todos modos - emocionado de saber cómo terminaba la historia - porque más o menos por la misma época también me compré la edición en rústica en un solo volumen [con los tres libros, N. del T.]. Era lo más caro que me había comprado hasta entonces con mi propio dinero, y es ese ejemplar el que aún ahora leo y releo.

    Llegué a la conclusión de que El Señor de los Anillos era, muy probablemente, el mejor libro que jamás podría escribirse, lo cual me planteó un dilema. Yo quería ser escritor cuando creciese (En realidad esto no es cierto: yo ya quería ser un escritor por aquel entonces). Y quería escribir El Señor de los Anillos. El problema era que ya había sido escrito.

    Pensé mucho sobre este asunto, y finalmente llegué a la conclusión de que lo mejor sería si, mientras tenía un ejemplar de El Señor de los Anillos, me fugase a un universo paralelo donde el Profesor Tolkien no hubiera existido. Y entonces conseguiría que alguien reescribiera el libro - pues yo sabía que si le enviaba a un editor un libro ya publicado, incluso en un universo paralelo, habría sospechado, y también sabía que mi habilidad para escribir a los 13 años no iba a ser suficiente para escribirlo. Y una vez el libro fuera publicado yo podría, en ese universo paralelo, ser el autor de El Señor de los Anillos, y no puede haber nada mejor que eso. Y leí El Señor de los Anillos hasta que ya no necesitaba leerlo más, pues ya lo tenía dentro de mí. Años más tarde, envié una carta a Christopher Tolkien, explicándole algo que él no había podido aclarar en una nota a pie de página, y me sentí profundamente gratificado al verme en los agradecimientos del libro titulado La Guerra del Anillo (por algo que había aprendido al leer a James Branch Cabell, nada menos).


Bien, ¿qué os ha parecido? Hace que uno se sienta identificado, ¿verdad? Os animo a leer el resto del discurso aquí (y si tenéis la oportunidad, no dejéis de leer alguna de sus obras; merecen la pena)
JRR Tolkien

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