5 de marzo de 3019 de la Tercera Edad: El enfrentamiento con Saruman y la sombra de Mordor

Rohan - Los ecos de la guerra aún resuenan en las tierras de Rohan y Gondor. La jornada de hoy ha sido testigo de un tenso encuentro en Isengard, el descubrimiento de un peligro oculto y una decisión que podría cambiar el destino de la Tierra Media.
5 de marzo de 3019 de la Tercera Edad

Al amanecer, una figura solitaria llegó a las ruinas anegadas de Isengard. Gríma Lengua de Serpiente, el otrora consejero de Théoden, se presentó ante Saruman, portando noticias de su destierro. "Llegó extenuado y cubierto de polvo", nos relató un testigo en las cercanías. "No sabemos qué palabras intercambiaron, pero su presencia no auguraba nada bueno".

Hacia el mediodía, el rey Théoden y su comitiva alcanzaron Isengard. Lo que encontraron fue una fortaleza devastada, rodeada de agua y vigilada por los Ents. En la Torre de Orthanc, Saruman permanecía atrincherado, negándose a admitir su derrota. Fuentes cercanas al encuentro aseguran que el mago intentó manipular a Théoden con palabras envenenadas, pero fue rechazado. "El rey no se dejó engañar. Respondió con firmeza, como alguien que ya no carga el peso de la duda", comentó un soldado de la guardia.

Tras el enfrentamiento verbal, la comitiva abandonó Isengard y acampó en Dol Baran. Pero la noche trajo consigo una revelación inesperada. Peregrin Tuk, movido por una curiosidad peligrosa, miró en la Piedra de Orthanc. Lo que vio lo dejó sin aliento. "Su rostro estaba pálido, sus manos temblaban. Fue como si hubiese visto al mismo Señor Oscuro", relató un compañero de campamento. No pasó mucho tiempo antes de que una sombra alada surcara el cielo. Un Nazgûl volador pasó sobre ellos, como si respondiera a una llamada no intencionada.

Ante este peligro, Gandalf tomó una decisión inmediata. "No hay tiempo que perder", habría dicho el mago antes de partir con Pippin rumbo a Minas Tirith a lomos de su meara Sombragrís. La urgencia en su partida dejó claro que algo terrible se avecina.

Mientras tanto, en las fronteras de Mordor, Frodo y Sam permanecían ocultos, observando la imponente Puerta Negra. "Es una visión aterradora", dijo un anciano gondoriano que pasó por la zona años atrás. "Un muro de hierro, centinelas por doquier. Nada ni nadie podría entrar sin ser visto". Conscientes del peligro, los hobbits esperaron hasta el anochecer antes de reanudar su camino, alejándose de la vigilancia de Sauron.

Las decisiones tomadas hoy pueden definir el desenlace de la guerra. La sombra de Mordor se extiende, pero la resistencia aún se mantiene firme.