Narquelië
Elfenómeno

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Año 485 de la Primera Edad: Túrin y Mîm, una tregua sellada en sangre
Apenas había amanecido sobre los brezos rojizos de Amon Rûdh cuando Mîm el Enano se sentó junto a su huésped inesperado. La bruma aún se cernía sobre las laderas del oeste del Sirion, y el silencio era más denso que el musgo entre las piedras. Nada en la escena sugería que aquel instante sería el germen de una alianza insólita. El viejo Enano —quien hasta entonces apenas había cruzado palabra con los hombres que lo habían apresado la noche anterior— hablaba con voz grave, no tanto por el cansancio, sino por el peso de la pena. Uno de sus hijos... (sigue)
Númenóreano
Los Númenóreanos fueron aquellos hombres descendientes de los Edain de la Primera Edad a quienes los Valar, como recompensa por su valerosa lucha contra el Señor Oscuro Morgoth durante la Guerra de las Joyas, obsequiaron con una sabiduría y longevidad muy superiores a las de otros hombres, y con una tierra propia: la gran isla de Númenor. Esta isla, también conocida como Elenna, Andor ("Tierra del Don"), Oesternesse, la Isla de los Reyes o la Isla de las Estrellas, fue alzada en medio del Gran Mar, entre la Tierra Media y las Tierras Imperecederas. El nombre "Númenóreanos" deriva del quenya... (sigue)
Año 484 de la Primera Edad: Túrin, hijo de Húrin, mata a Saeros y huye de Doriath
Se respira hoy un aire tenso en las estancias de Menegroth. Los salones del Rey Elu Thingol, habitualmente repletos de armonía élfica y voz de laúdes, despiertan ahora bajo el peso de una tragedia: Túrin Turambar, hijo de Húrin el Inquebrantable, ha desaparecido tras un grave incidente que ha culminado con la muerte del elfo Saeros, uno de los consejeros del Rey. Todo comenzó, como tantas veces ocurre, con palabras más afiladas que espadas. Durante una cena en los salones de Menegroth, Saeros se burló abiertamente del linaje de Túrin y de la dignidad de su madre, Morwen Eledhwen. El... (sigue)
Año 473 de la Primera Edad: Húrin es encadenado en Thangorodrim y maldecido por Morgoth
No diré nada. Ni aunque tu Ojo me atraviese hasta los huesos.Ni aunque mi carne se haga polvo.Ni aunque mi nombre sea borrado de la tierra. Así respondió Húrin Thalion a Morgoth Bauglir en el trono ardiente de Angband, y así comenzó su castigo. Derrotado en la Nirnaeth Arnoediad pero no doblegado, el Señor de Dor-lómin fue encadenado por Gothmog, llevado a rastras ante el Enemigo, y colocado en un sitial de piedra sobre los pináculos de Thangorodrim. Allí, por arte oscura, su cuerpo fue sostenido sin alimento ni sueño, y sus ojos abiertos de par en par para ver... (sigue)