Según se nos cuenta en los Apéndices, Los Lossoth (los Hombres de las Nieves de Forochel), eran un pueblo extraño y hostil, descendientes de los Forodwaith que durante la Tercera Edad habitaban en las frías tierras del cabo de Forochel. Los Lossoth vivían en la nieve y según se dice, corrían sobre el hielo gracias a unos huesos que sujetaban a los pies y tenían carros sin ruedas. Y aunque, normalmente, los Lossoth habitaban en el cabo de Forochel, también solían acampar a menudo en las costas australes de la bahía al pie de las montañas.
El Rey Arvedui buscó la ayuda de los Lossoth acuciado por el hambre, pero éstos no le ayudaron de buen grado, pues no tenía nada que ofrecerles a cambio, además de que temían al Rey Brujo. Pero, en parte por compasión y en parte porque los hombres del Rey estaban armados, les proporcionaron alimento y les construyeron unas chozas de nieve. Cuando finalmente llegó un barco enviado por Círdan en ayuda de Arvedui, no pudo acercarse a la costa, pues ese año el invierno fue muy crudo, pero los Lossoth llevaron al rey y a sus hombres con trineos hasta donde les fue posible. Pero los Hombres de las Nieves olían el peligro en el aire, y le recomendaron a Arvedui que no subiera al barco y que esperara hasta que pasara el invierno. Sin embargo, el rey no hizo caso a esta advertencia y dándoles las gracias a los Lossoth, entregó a su jefe su anillo como recompensa por la ayuda prestada, diciéndoles que cuando quisieran, podrían obtener un buen rescate a cambio del mismo. Este era el Anillo de Barahir y fue de esta manera como se salvó, pues los Dúnedain pagaron después rescate por él.
Pero el consejo que Los Lossoth habían dado al rey era acertado, pues antes de que el barco enviado por Círdan y en el que viajaba Arvedui con sus hombres llegara a mar abierto fue sorprendido por una tormenta de nieve. El hielo quebró el casco y el barco se fue a pique, pereciendo así Arvedui, el último Rey y perdiéndose para siempre las palantíri que llevaba con él, en el año 1975 de la Tercera Edad.