Maldición de Mandos

Lugar: bordes del desierto de Araman

Protagonistas: Mandos y los Noldor Exiliados

Año o época: Año 1496 de la Edad de los Árboles (14332 años solares)

Otros nombres: Hado de los Noldor; Profecía del Norte; Profecía de Mandos

La Maldición de Mandos se refiere a la Profecía que pronunció Mandos, tras la Primera Matanza de Hermanos en Alqualondë, en el año 1496 de la Edad de los Árboles.

Cuando los Noldor Exiliados, liderados por Fëanor, llegan a los bordes del desierto de Araman, vieron a una figura oscura que erguida desde una roca contemplaba las costas. Esta figura era la de Mandos, según se cuenta, y con una voz alta, solemne y terrible que les obligó a escuchar, pronunció las siguientes palabras:

—Lágrimas innumerables derramaréis; y los Valar cercaran Valinor contra vosotros, y os dejarán fuera, de modo que ni siquiera el eco de vuestro lamento pasará por sobre las montañas. Sobre la Casa de Fëanor la cólera de los Valar cae desde el Occidente hasta el extremo Oriente, y sobre todos los que los sigan caerá del mismo modo. El juramento los impulsará, pero también los traicionará, y aún llegará a arrebatarles los mismos tesoros que han jurado perseguir. A mal fin llegará todo lo que empiecen bien; y esto acontecerá por la traición del hermano al hermano, y por el temor a la traición. Serán para siempre los Desposeídos.

Habéis vertido la sangre de vuestros parientes con injusticia y habéis manchado la tierra de Aman. Por la sangre devolveréis sangre y más allá de Aman moraréis a la sombra de la Muerte. Porque aunque Eru os destinó a no morir en Eä, y ninguna enfermedad puede alcanzaros, podéis ser asesinados, y asesinados seréis: por espada y por tormento y por dolor; y vuestro espíritu sin morada se presentará entonces ante Mandos. Allí moraréis durante un tiempo muy largo, y añoraréis vuestro cuerpo, y encontraréis escasa piedad, aunque todos los que habéis asesinado nieguen por vosotros. Y a aquellos que resistan en la Tierra Media y no comparezcan ante Mandos, el mundo los fatigará como si los agobiara un gran peso, y serán como sombras de arrepentimiento antes que aparezca la raza más joven. Los Valar han hablado.

Esta fue la Profecía y maldición que pronunció Mandos, con la que se predijeron muchas cosas que los Noldor sólo llegaron a comprender cuando, de hecho, ocurrieron: el sufrimiento, tormento, e incluso la destrucción para todos aquellos que siguieran a Fëanor en su intento de recuperar los Silmarils.

Tras ser pronunciadas estas palabras, Finarfin decide abandonar la marcha y regresar a Valinor, donde se convierte en Rey de los Noldor. Sin embargo, Fëanor y el resto de los Exiliados que le acompañaban prosiguen el viaje, condenados para siempre, por el Hado de los Noldor.

Fingolfin conduce a la muchedumbre a través del Helcaraxë