Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

1 de Lithe del año 3019 de la Tercera Edad

Todo era alegría y regocijo en Minas Tirith, la Ciudad Alta. Nunca en toda su historia se había respirado tanta paz, ni tanta dicha, ni la Torre Blanca había brillado tan hermosa ni tan alta, ni siquiera en los grandes días que ya nadie recordaba.
El Rey esperaba paciente la llegada de la comitiva. Allí llegaba ella, más hermosa que nunca, tan hermosa como siempre, de la mano de Elrond Medio-Elfo, su padre. Lentamente se acercaron, como lo habían hecho el día anterior, Elrond portando el cetro de Annúminas y sosteniendo leve pero graciosamente la mano de Arwen Undómiel, la Estrella de la tarde. Aragorn, Rey Elessar, recibió entonces a padre e hija y, tomando la mano de ésta se volvió.
Elrond se hizo a un lado, para permitir que siguiera la ceremonia. Allí estaban su hija, y aquél a quien un día también acogió como su propio hijo. Recordaba la determinación de aquel joven humano cuando Elrond le impuso su única condición para tener a su hija como esposa. Recordaba también el grave sacrificio de su hija, renunciando al Crepúsculo, como lo habían llamado aquellos dos enamorados en la cima del Cerin Amroth, tantos años atrás.
Una leve sombra cruzó el bello rostro del Medio-Elfo durante un instante, pero tan rápidamente como había llegado, así se fue. Ahora todo estaba bien, tan bien como podía pedirse. Sus dos seres más amados estaban, en aquel momento, uniendo sus vidas para siempre.
Entonces vio que Aragorn se inclinaba para besar, por fin a su dama. Pero un instante antes observó que sus labios susurraron un nombre a su hija. Ella, tan hermosa y tan radiante, sonrió aún más llena de felicidad, y su belleza se redobló, si tal cosa era posible. Y los dos enamorados se besaron, entre los vítores de toda la ciudad, de todo el reino, de toda la Tierra Media.
Nadie, ni siquiera Elrond, alcanzó a oir lo que le había susurrado Aragorn a la Estrella de la Tarde justo en el momento de las nupcias. Nadie pudo oir que él había pronunciado en aquel instante aquel mismo nombre con que la había llamado el día que la vio por primera vez.
Tinúviel

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