Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

22 de Septiembre del año 3019 de la Tercera Edad

Bilbo estaba encantado. La celebración de su cumpleaños número ciento veintinueve no podía ser más feliz, ni estar más concurrida. A la alegría de volver a ver a sus queridos Frodo, Sam, Merry y Pippin (quienes ahora destacaban notablemente en altura frente a los demás hobbits), más Gandalf y los otros, había que sumar la alegría de todo el pueblo de Rivendell al recibir a los salvadores. La fiesta no pudo ser más espléndida. Incluso Sam se preguntaba si aquélla fiesta no habría sido más fastuosa aún que aquélla con la que había empezado todo aquéllo.
Sam miró a Frodo, sentado a su lado. También celebraba su cumpleaños, y parecía libre y feliz de nuevo. Sin embargo, Sam no estaba del todo contento. Las palabras de Saruman, días atrás, le habían dejado inquieto. Sabía que iban a pasar unos cuantos días en Rivendell, pero el corazón de Sam estaba en la Comarca. Ansiaba volver a ver el verde de las laderas, el Brandivino... Y sobre todo, ansiaba volver a ver a Rosita Coto. Una sonrisa asomó al rostro de Sam. Pero en seguida las palabras de Saruman volvieron a atormentarlo: "Bien, te servirá de escarmiento si al volver a tu tierra, encuentras que las cosas no marchan tan bien como a ti te gustaría en la Cuaderna del Sur". ¿Acaso Saruman sabía algo? ¿Tendría algo que ver? Pero en aquel momento, estallaron unos fuegos artificiales en el cielo, con forma de árbol, visible incluso a la luz del día (obra de Gandalf, por supuesto), y empezó a aplaudir.

Saruman sonrió. Ante él estaba uno de esos árboles de la Comarca, y a la sombra, el hobbit que había estado esperándole. Lotho había preparado su llegada. Las buenas palabras de Saruman le habían engatusado. Aquel pequeño hobbit ansiaba ser recordado durante las próximas generaciones como el hobbit que rehizo la Comarca y construyó una ciudad hobbit próspera y de la que todo hobbit estaría por siempre orgulloso. Los métodos que Saruman le había propuesto le parecían muy apropiados, pues le permitirían hacerse rápidamente con el control de la Comarca.
Mientras Lotho guiaba a Saruman a Bolsón Cerrado, éste le propinó un puntapié a Lengua de Serpiente, quien miró extrañado de aquella recriminación a su amo. Éste le hizo un suave gesto con la cabeza, en dirección al hobbit... y Lengua de Serpiente comprendió lo que debía hacer cuando llegasen. Mientras, Saruman miraba satisfecho a los cambios que habían empezado a operar en La Comarca, bajo su consejo, aún venido de lejanas tierras. Lotho (a quien los demás hobbits habían empezado a llamar Granujo) había hecho buen uso del dinero que se le había dado. El Molino, antiguo motivo de orgullo de todo hobbit de la Comarca, había sido demolido, y un nuevo molino, más grande y más feo, había sido construido allí. Saruman vio una nueva utilidad para aquel molino, y sus planes. Sí, realmente podría conseguir destruir aquel lugar, y hacer que aquellos alfeñiques lamentaran haberlo dejado con vida...

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