Portadas de Leandro para Elfenomeno

Durante dos años, Leandro escribió una serie de relatos cortos para la portada de Elfenomeno.com, basados en El Señor de los Anillos, a modo de homenaje a J.R.R. Tolkien, para dar la bienvenida a quienes entraban en la página web. Estos relatos quedan ahora recogidos aquí en un único texto, ordenados cronológicamente tal y como fueron mostrados, incluyendo un último poema muy personal...

28 de febrero del año 3003 de la Tercera Edad

- Al fin has vuelto, Gandalf. Hacía meses que no tenía noticias tuyas.
- Sí, hemos vuelto, pero lamentablemente con las manos vacías.
- ¿Habéis vuelto? ¿Quién está contigo?
- Mi querido Bilbo, ¿no me habías echado de menos?
- ¡El Dúnadan! Oh, mi señor, perdonadme si he dado esa impresión. Por supuesto que os he echado de menos.
- No debes disculparte, Bilbo. Gandalf y yo llevamos un largo tiempo en tierras lejanas, y aún hemos de pasar más tiempo fuera. Partimos al amanecer.
- Pero mi señor, ni siquiera habéis pasado aquí unas horas, y ya queréis marchar. En vuestra ausencia compuse unos versos inspirándome en la historia que me contasteis, y veo que ni siquiera voy a tener tiempo de leéroslo.
- Bilbo, en el poco tiempo que hemos podido vernos nos hemos hecho buenos amigos, y nada hay tan importante como la amistad. ¡Por supuesto que escucharé tus versos! Y Gandalf también los oirá.
- Debo reconocer que estoy deseando oirlos. Los poemas de Bilbo van mejorando con el tiempo.
- Y aún así les encuentras faltas, viejo gruñón. Pero algún día no tendrás nada que reprocharme.
- Y tú crees que hoy es ese día. Oigámoslos, pues.
Gandalf y Aragorn se sentaron. Solemnemente, Bilbo se irguió y con una voz que no le habían oido nunca, recitó:

No es oro todo lo que reluce,
ni toda la gente errante anda perdida;
a las raíces profundas no llega la escarcha,
el viejo vigoroso no se marchita.

De las cenizas subirá un fuego,
y una luz asomará en las sombras;
el descoronado será de nuevo rey,
forjarán otra vez la espada rota.


El rostro de Bilbo se llenó de preocupación al comprobar que ninguno de los dos espectadores decía nada. Agitándose, nervioso, preguntó:
- Bueno, ¿qué os parece?
- Mi querido Bilbo. Te lo dije una vez, y hoy vuelvo a repetirtelo: No eres el mismo. Jamás volveré a reprocharte nada de tus versos. Lo juro.
- Y vos, mi señor Aragorn, ¿qué opináis?
- Hoy un mediano ha logrado lo que ningún elfo ni ningún hombre antes que él. Eres mi maestro, y me inclino ante tí, Bilbo. Permíteme aprenderlos, y de hoy en adelante estos versos acompañarán al nombre del heredero de Isildur.

 

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