El Hobbit: La Desolación de Smaug, PJ cada vez más lejos de Tolkien

Peter Jackson ha tenido la inmensa suerte de poder llevar a la gran pantalla su versión de la Tierra Media. Primero nos dio una trilogía de películas adaptando El Señor de los Anillos, con más o menos acierto, con muchos medios y suficiente talento. La sensación que me dejó en su momento fue de satisfacción, si bien el comentario que más se ajusta ahora (diez años después) a aquello es que "fue una pena que se quedase tan, tan cerca de haberlo hecho perfecto". No hablo en absoluto del pobre purismo (en ocasiones demasiado estrecho de miras) que sólo pretende ver cada escena del libro en la pantalla. Soy muy fan de JRR Tolkien y su obra, y sé que no sólo las escenas componen el todo, y que en el cine no hace falta ver cada escena copiada para estar satisfecho. Pero sí sé que a Peter Jackson le gusta mucho alterar el ritmo de la historia original, le gusta que los personajes encuentren conflicto y enfrentamiento allí donde van. Eso funciona medianamente bien en el cine, pero altera algo fundamental de la obra original. La Tierra Media de Tolkien tiene enemigos pero también aliados, lugares hostiles pero también refugios. En la Tierra Media de Peter Jackson incluso en los lugares más placenteros hay enemigos o gente que busca enfrentamiento y enemistad. Tanto en las cavernas de los enemigos como en los refugios de los aliados se expulsa o se encarcela a los protagonistas, y no pueden hacer otra cosa que huir, siempre huir hacia adelante.

Y esto es lo que menos me está gustando de la nueva adaptación, ahora de El Hobbit. Hace unos años manifesté, para sorpresa de muchísima gente en esta página, que no quería que Peter Jackson adaptase El Hobbit. Ayer pude confirmar que mis temores estaban fundados. Peter Jackson ya tiene su propia Tierra Media, sí, y tiene mucho mérito haberla construido. En esta Tierra Media los orcos campan a sus anchas, mientras que los Elfos, los Enanos y hasta los Magos no son más que otras razas de hombres (con sus mismas debilidades, su misma forma de pensar, su mismo orgullo y hasta sus mismos gustos) que están continuamente enfrentados entre sí por los motivos más irrisorios. Las aventuras son pura acción, alargada hasta bordear la paciencia del espectador, y la desmesura por querer hacer todo grandioso lo convierte en un exceso continuo.

Desconozco cómo habría sido la versión de Guillermo del Toro. Pero sí sé que en la versión de Peter Jackson hay cada vez menos Tierra Media de Tolkien y más de la suya propia. Una lástima, pero también una maravillosa oportunidad en el futuro para poder disfrutar, algún día, de una versión de El Hobbit que tenga el mismo espíritu de la obra original. Ésta, desde luego, no lo es.

(desde aquí en adelante, Spoilers)

Entonces, esta versión de El Hobbit, ¿qué es? ¿Qué es lo que vi ayer en la mejor compañía posible (aunque echando de menos a tanta gente maravillosa, ya sabéis quién sois)? Curiosamente, la película triunfa donde Peter Jackson no se espera, donde no tiene que esforzarse por hacerlo bien: los diálogos profundizando en los personajes que él quiere plasmar en la pantalla, están fabulosos. Me encantó ver al personaje de Bardo convertido en un padre de familia que ha perdido a su esposa, preocupado por todo y por todos, pero sobre todo por sus hijos, amenazado por un Alcalde decadente (magníficamente plasmado también) que a su vez se ve amenazado por él, y que ve a los enanos como la mejor forma de ganar popularidad sin arriesgar nada. Me fascinó ese Thranduil chantajeando orgulloso a Thorin, quien eleva su nariz enana incluso por encima de la altura del Elfo para gritarle que, si hubiera querido ayudarle, tuvo una mejor ocasión para hacerlo. Me latía el corazón diez veces más rápido por la emoción de ver a Bilbo asustado frente a un magnífico dragón (qué suerte poder escuchar a Cumberbatch en versión original) y aún así intentando cumplir lo que sus amigos le han pedido. Incluso el breve rato de Beorn a la mañana siguiente de casi merendarse a los Enanos es fabuloso.

¿Por qué, entonces, toda esa acción desmesurada, acrobacias imposibles de Elfos y Enanos, super-orcos (más poderosos que todo lo que habíamos visto hasta ahora) viajando abiertamente por toda la Tierra Media y plantando cara a un Istari sin vacilar, Sauron atrapando a Gandalf (¡¡a Gandalf!!)? ¿Por qué ese continuo enfrentamiento, esa continua necesidad de huida? ¿Por qué?

Me aburrí. Mucho. Había momentos buenos, pero PJ sigue teniendo un serio problema en la sala de montaje. PJ es muy fan de sí mismo, y (me temo) eso le impide cortar allí donde se está excediendo. Entiendo muy bien que los Enanos decidan enfrentarse al final a Smaug, y que quieran incluso acabar con él. ¡Claro que lo entiendo! En el libro, incluso, que Bardo lo mate como lo hace es un anti-clímax para los Enanos y su misión. Pero la escena de la batalla de los Enanos con el dragón es agotadoramente larga, excesiva y cansina. Y que Smaug tenga delante al Hobbit y los Enanos y decida "perdonarles" e irse a destruir la Ciudad del Lago es ridículo. Peter, pareces nuevo: haz que parezca que les ha abrasado con una llamarada, y cierra la película ahí, con ese cliffhanger. O haz que se refugien (como en el libro) y el dragón no pueda encontrarles para, frustrado, irse a acabar con quienes les han ayudado. Pero no hagas que el dragón huya de los Enanos (que es lo que parece). Después del magnífico esfuerzo que has hecho por mostrarlo super-poderoso, gigante y creíble... resulta que ¡tu mayor monstruo es un cobarde y un torpe!

Tauriel, Legolas y Kili protagonizan un triángulo extraño. Para mí no es sorprendente, pues ya he aclarado que entiendo que, en realidad, los Enanos no son más que hombres bajitos y los Elfos no son más que hombres delgados, ágiles, esbeltos y con las orejas puntiagudas (en la Tierra Media de Peter Jackson, ojo). El personaje de Tauriel es muy humano, preocupado por las demás razas, por el destino de toda la Tierra Media y sus gentes. Siendo tan humana, es normal que sienta afinidad por lo que Kili le cuenta. Y hasta ahí es estupendo, pero que al final, después de curarle siga ahí para cogerle la mano es sólo pretender dar un torpe anticipo de la admiración caballeresco/platónica que todos conocemos siente Gimli por Galadriel. Esto es, como tantas otras cosas, chabacano y moñas. Tal vez haya un sector de los espectadores a los que les guste que veamos más allá de prejuicios y de la belleza física, pero hay formas más inteligentes de hacerlo que escoger a la mujer más bonita que se recuerda de la televisión reciente y al enano jovencito y guaperas (que no me quejo, ojo, disfruté tanto viendo a Evangeline Lilly como seguramente tantas chicas con algunos personajes masculinos). Y hay formas más sutiles y maravillosas de hacerlo que, simplemente, enamorarles.

Con El Señor de los Anillos, Peter Jackson se quedó muy cerca de darnos la adaptación "perfecta", tanto a fans como a espectadores. Pero con El Hobbit está sólo preocupándose de alimentar su propia Tierra Media, su propio ego, perfeccionar sus excesos y contarnos algo que no es lo que esperábamos. Su ansia por "sorprender" al espectador, tanto al que conoce el libro como al que no, incluyendo escenas de acción que sustituyen a la aventura, sustituyendo divertimento por chistes, sólo nos puede dar una película de aventuras alargada, con elementos fantásticos pero que no sustituye a la Fantasía de la que parte, o de la que debería partir.

No sé ya qué esperar de la próxima película. No pido ya una versión fiel al libro, pues no encajaría en esto que nos está contando, y sería ridículo hacerse ilusiones a estas alturas. Pero desde luego me gustaría que se dejase de alargar hasta el exceso las escenas de acción y se centrase en hacer lo que realmente hace bien. Tal vez así me anime a ver algún día esta trilogía toda seguida. Desde luego, ahora mismo no tengo ninguna gana de ver ninguna de estas dos películas, y sí me sigue apeteciendo volver a ver algún día la trilogía de ESDLA. Y espero que algún día alguien lleve El Hobbit a la pantalla con algo más de acierto y menos fuegos de artificio.