Errantry (Errabundo): el poema encantado de J.R.R. Tolkien
Esta es la traducción realizada por Pedro Rincón, Diego Seguí (Hláford) y otros miembros de la lista de correo Tolkien (Marzo de 1999; revisado en Agosto/Septiembre de 2005) y publicada originalmente en la web de la UAN (Universidad Autónoma de Númenor) en el siguiente enlace directo: https://uan.nu/dti/errab1.html
Errabundo
Había un viajero alegre,
un mensajero y marino:
construyó de oro una góndola
para errar a su capricho,
con naranjas amarillas
y gachas por provisión;
la perfumó con lavanda,
mejorana y cardamón.
Al viento de los cargueros
le pidió que lo llevara
por los diecisiete ríos
interpuestos en su marcha.
Desembarcó solitario
donde corre pedregoso
sobre guijarros el Derrilyn,
siempre alegre y presuroso.
A la Tierra de la Sombra
llegó, cruzando los prados,
bajo y sobre las colinas
y por caminos cansados.
Se sentó, y entonó un canto,
demorado en su misión;
y al ver a una mariposa
por esposa la pidió.
Ella, hermosa y despreciándolo,
le devolvió escarnio y burla;
así, pues, estudió hechizos
largos años, forja y runas.
De gasa etérea una trampa
tejió para perseguirla,
de cuero hizo un ala, y otra
con plumón de golondrina.
Y perpleja la atrapó
con hilos de telaraña;
le construyó pabellones
de lirios, y en ellos camas
de flores y de vilanos
para que allí se tendiera;
la vistió con luz de plata
y con fina y blanca seda.
Con gemas formó collares,
pero ella las derrochó
y dio en disputas amargas;
triste, entonces, se alejó
y la dejó marchitándose
mientras trémulo partía,
seguido de un huracán,
con alas de golondrina.
Y pasó los archipiélagos
donde hay montes de oro mágico,
caléndulas, e incontables
fuentes de brillos plateados.
Se entregó a pillaje y guerra,
corsario en costas perdidas,
por Belmaría campeó,
Thelamía y Fantasía.
Se forjó morrión y escudo
de coral y de marfil,
una espada de esmeralda,
y terrible fue su lid
contra los elfos de Aerie
y Faerie, caballeros
de ojos brillantes y rubios
que a desafiarlo vinieron.
De cristal fue su armadura,
de calcedonia la vaina;
y en plenilunio, con ébano
y plata talló su lanza.
Venablos de malaquita
y estalactita blandió,
y fue y venció en Paraíso
a muchas moscas-dragón.
Combatió a los Avispones,
Abejas y Zumbacuernos,
y ganó el Panal Dorado;
y ya a su casa volviendo
en barco de gasa y hojas,
de capullos la techumbre,
se sentó y cantó; y bruñó
sus armas con nuevo lustre.
Se demoró por un tiempo
en los islotes perdidos:
y no hallando más que hierba
tomó el único camino,
y volvió, y llegando a casa
con el panal ¡le vinieron
misión y mensaje a mientes!
En gestas y en sortilegios
ya los había olvidado,
en viaje y torneo, errante.
Ha, pues, de partir de nuevo
y reconstruir su nave,
un mensajero por siempre,
un pasajero cansino,
arrastrado por el viento
como una pluma: un marino.