Rómenna
Su nombre, en Quenya, tenía el significado de “Hacia el Este”.
GEOGRAFÍA.
Principal puerto y astillero de Númenor, situado en el extremo oriental de la región de Arandor, a unos 90 kilómetros de Armenelos, la capital del reino. Aunque tras la caída de Elenna no se salvaron registros con una descripción de la ciudad, la condición de ser el mayor y más importante puerto de una superpotencia marítima como Númenor, hace suponer que se trataba de un inmenso complejo de muelles, diques, almacenes y radas, capaz de alojar la poderosa flota de la isla. Se sabe que estaba densamente poblada (como todo la región de Arandor) y que de allí partía el camino que, vía Armenelos, cruzaba a través de Elenna. Frente al puerto, en su bahía homónima, se levantaba la isla de Tol Uinen, donde Aldarion hizo construir la Calmindon, una poderosa torre que guiaba a los barcos, y bajo la cual se estableció la sede del Gremio de los Aventureros.
HISTORIA.
Rómenna fue fundada en algún momento a partir del año 32 de la Segunda Edad. Tras unos primeros años de hegemonía de Andunië, cuando el peso de la vida social y civil de la isla se trasladó a Armenelos, y la necesidad de contar con una vía franca al océano para la capital se hizo perentoria, Rómenna experimentó un crecimiento e importancia notables. Al ser el medio marítimo, el principal para el comercio entre las ciudades de la isla, el puerto fue, además, importante centro comercial, mercado y lonja. A su alrededor fue creciendo más y más la población según avanzaban los siglos. Un altercado familiar entre el rey Meneldur y su hijo Aldarion, provocó el cierre de los puertos durante quince años: Aldarion había fundado en Rómenna en el 750 el Gremio de los Aventureros, una cofradía que encuadraba a los mejores y más audaces marineros de Númenor. Sus continuos abandonos de las que, se suponía, eran sus obligaciones como heredero a causa de sus continuos viajes, provocaron el enfado del monarca. Afortunadamente todo quedó en una anécdota, cuando al regresar Aldarion de un extraordinario viaje, su padre le restituyó como Capitán de los Barcos.
La vida siguió en el gran puerto, tan lentamente como la Sombra se iba apoderando de los corazones de Númenor. A partir del año 1800 se empieza a manifestar en el modo en que los Dúnedain tratan a los habitantes “inferiores” de la Tierra Media; del 2221, cuando Atanamir se convierte en el primer rey que no entrega el cetro; del 2250, cuando en la isla la población empieza a dividirse entre los Fieles y los Hombres del Rey y se producen las primeras represiones; del 2900, cuando la enseñanza de las lenguas élficas es prohibida; y sobre todo a partir de la llegada de Sauron, cuando se empezaron a oficiar sacrificios humanos (de Fieles, siempre) en el Templo de Armenelos. Parece ser que, aparte de en las tierras del oeste, en Rómenna, la causa de los Fieles tenía más simpatizantes de los que cabría esperar, y es por ello que los Señores de Andunië, la familia de Fieles más notable, descendientes de Elros y parientes de los reyes, fueron obligados a abandonar sus mansiones del oeste y establecerse en el gran puerto oriental. Desde el año 3100 residieron, estrechamente vigilados, en Rómenna.
En el 3310 el último rey Ar-Pharazôn comenzó a construir el Gran Armamento, y aunque habilitó los puertos orientales de Andunië y Eldalondë como astilleros militares, una gran parte de la flota se construyó en Rómenna ante la impotente mirada de los antiguos nobles de Andunië, que por esa época eran el patriarca Amandil, decimoctavo Señor de Andunië, su hijo Elendil, y sus nietos Isildur y Anarion. En el año 3319 Amandil, tras dar a su hijo un importante consejo, partió del puerto oriental, tal y como hiciera su antepasado Eärendil, en busca de Aman y del socorro de los Valar: nunca más se supo de él. Poco después zarpó de Rómenna una parte del Gran Armamento con Ar-Pharazôn en la nave Alcarondas, rumbo a su desdicha y la de toda la isla. Cuando se produjo el hundimiento de Anadunë y Andor pasó a ser Atalantë, Rómenna fue tragada también por el mar insaciable, pero antes de esto, Elendil había seguido el consejo de su padre, y en nueve naves que para tal fin ya tenía preparadas, huyó de la catástrofe con sus hijos, amigos y sus respectivas familias. Estas gentes que llegaron dispersas a la Tierra Media fueron la semilla de los reinos de Arnor y Gondor.