6 de marzo de 3019 de la Tercera Edad: Revelaciones en la noche y caminos que se separan
En las primeras horas del día, la pequeña compañía de jinetes capitaneada por Théoden, rey de Rohan, y Aragorn, heredero de Isildur, fue alcanzada por la Compañía Gris en las cercanías de Dol Baran. "Cuando vimos a los jinetes acercarse, temimos que fuera un nuevo enemigo, pero Aragorn desmontó y corrió a abrazar a su amigo Halbarad. Fue un alivio ver que eran aliados, pues de haber sido hostiles, quizá no habríamos resistido", nos contó un jinete anónimo. Con la llegada de sus hermanos dúnedain, su camino tomó una nueva dirección.
Esa misma noche, lejos de la vista de sus aliados, Aragorn utilizó la Piedra de Orthanc para mirar al enemigo y, más aún, para ser visto. No podemos revelar cómo obtenemos esta información ni cómo logramos publicarla sin peligro, pero podemos afirmar con certeza que ningún servidor de Sauron leerá estas palabras ni desbaratará la estrategia de los pueblos libres. La Sombra vio a Isildur regresado, y en la oscura profundidad de la visión, Sauron sintió la duda.
Mientras tanto, en Cuernavilla, el rey Théoden y sus jinetes partieron rumbo a Sagrario, adentrándose en el valle bajo la sombra de las Montañas Blancas. "Las gentes del sur nos esperan, y no podemos hacerles aguardar", mencionó un soldado antes de partir. Aragorn, sin embargo, se separó del grupo poco después, optando por un camino más rápido a través de las llanuras de Rohan.
Lejos de allí, Gandalf y Pippin cabalgaban con urgencia a través de las Montañas Blancas hacia Minas Tirith. "No miraba hacia atrás, solo hacia adelante, como quien ya ha visto el peligro y se dirige a enfrentarlo", nos relató un viajero que los vio pasar. A cada momento, la sombra de Mordor crece, y el destino de Gondor pende de un hilo.
En otro rincón del mundo, Frodo, Sam y Gollum avanzaban lentamente en dirección a Ithilien. "Un camino desolado, sin rastro de vida, pero con la amenaza de ojos siempre vigilantes", comentó un explorador que conoce bien esas tierras. Mordor se alza cada vez más cerca, y los pasos de los hobbits son cada vez más pesados.
Con cada jornada, los ejércitos se mueven, las decisiones se toman y la guerra se acerca a su momento decisivo. La sombra observa, pero la luz sigue resistiendo.