Portadas de Leandro para Elfenomeno
6 de Marzo del año 3019 de la Tercera Edad
Théoden mandó hacer un alto al instante. Los Jinetes se volvieron y empuñaron sus lanzas. Aragorn desmontó y depositó a Merry en el suelo, y desenvainando su espada se situó junto al estribo del Rey.
La cabeza de Merry no paraba de dar vueltas. Durante aquellos tensos instantes, su mente recordó todo lo acaecido en los últimos días. Se dio cuenta de que apenas había pasado un mes desde que estaban felices en los jardines de Lórien. Desde entonces los acontecimientos se precipitaron. Primero, Frodo y Sam desaparecen, y Boromir murió defendiéndolos de aquellos horribles orcos. Luego, Pippin y él encontraron a Bárbol. Y todo lo que pasó en Isengard.
Y después Gandalf. ¡Gandalf! ¡No podía creer aún que estuviese vivo! Aunque no era el mismo. Antes aparentaba apenas ser un viejo, poderoso pero anciano y gruñón. Y ahora... ahora parecía un guerrero élfico de otro tiempo. Su poder se notaba a la legua... aunque seguía siendo un gruñón. Merry sonrió.
Pero entonces recordó la última travesura de Pippin, y cómo los dos hobbits habían sido separados. A él le habían dejado con Aragorn. Merry miró a su amigo, allí de pie, junto al rey Théoden. Parecía apesadumbrado, más que tenso por la inminente batalla. Merry estaba seguro de que aquellos jinetes que les seguían venían enviados por Saruman. Sabía que aquellos jinetes no tendrían ninguna oportunidad enfrentándose contra Aragorn, Legolas y Gimli. Los comentarios sobre el elfo y el enano habían llegado al propio Merry y al rey Théoden. Entre ambos habían acabado con casi cien orcos (algunos comentaban que más de cien), pero Merry aún no había conseguido que le contaran toda la historia...
Los jinetes se acercaron, y Merry desenvainó su espada. Sabía que no podía hacer gran cosa en la batalla, pero aún así debía defender a su rey y a sus amigos. Eomer les dio el alto. Entonces miró a Aragorn...
... y por primera vez en horas, vio cómo el rostro se le iluminaba con una gran sonrisa. Antes de que pudiera darse cuenta, Aragorn le había dejado las riendas al atribulado Merry y se había lanzado a abrazar a aquel desconocido.
- ¡Halbarad! - dijo Aragorn - De todas las alegrías ésta es la más inesperada.