8 de noviembre de la Primera Edad: Un Encuentro Fugaz en los Estanques de Ivrin
8 de noviembre de la Primera Edad. Por: Redacción de Crónicas de la Tierra Media
Turin visto por Tuor y Voronwe

Estanques de Ivrin – En una tarde cargada de presagios, Tuor, hijo de Huor, y su compañero Voronwë presenciaron un extraño y estremecedor espectáculo en los Estanques de Ivrin. Mientras descansaban junto a las aguas místicas, un hombre alto y oscuro apareció entre los árboles. Armado y vestido de negro, la figura llevaba una larga espada desenvainada, una hoja negra cuyas aristas brillaban frías y resplandecientes, contrastando con la melancolía que emanaba de su semblante.

Según los observadores, el hombre se acercó a la orilla con el rostro grabado por el dolor. Al contemplar las aguas de Ivrin, donde antaño la paz reinaba, levantó la voz en un lamento que resonó en el silencio de la naturaleza: "¡Ivrin, Faelivrin! ¡Gwindor y Beleg! Aquí una vez fui sanado. Pero ahora nunca volveré a beber el brebaje de la paz". Su grito cargado de dolor reveló la profundidad de las pérdidas que cargaba y dejó a sus inesperados testigos en un silencio sobrecogedor.

Mientras Tuor y Voronwë observaban en silencio, el hombre se dio la vuelta rápidamente y se marchó hacia el norte con un paso urgente, como alguien impulsado por una misión o en persecución de un objetivo lejano. Desde la distancia, se escucharon sus últimas palabras, un grito desgarrado que llamaba "Faelivrin, Finduilas!", nombres de quienes, según cuentan, fueron sus más queridas compañías.

Tuor y Voronwë, aún impactados, desconocían la identidad de esta figura. Fue solo después de que el eco de su voz se extinguió en el bosque que comenzaron a reflexionar sobre la extraña aparición. Aquel hombre era Túrin, hijo de Húrin, el célebre guerrero conocido como la Espada Negra. Sin embargo, en ese breve instante y sin saberlo, los destinos de estos dos parientes, Túrin y Tuor, se cruzaron, apenas por un momento fugaz que nunca se repetiría.

Este encuentro dejó una impresión profunda en Tuor, quien sigue su propio destino hacia Gondolin. La breve visión de Túrin, marcado por las penas y las sombras que ha enfrentado, ha sido un recordatorio de la fragilidad de la paz en tiempos de oscuridad y la necesidad de continuar luchando contra las sombras que asolan la Tierra Media. La travesía de estos héroes continúa, cada uno por caminos distintos pero unidos por una carga de dolor y esperanza en su lucha contra el dominio de Morgoth.