14 de Enero de 3019 de la Tercera Edad. La Compañía atraviesa los oscuros salones de Moria y encuentra refugio en la Sala Vigésimo Primera del Extremo Norte
Tras un desafiante día de viaje a través de los sombríos corredores de Moria, la Compañía del Anillo alcanzó la Sala Vigésimo Primera del Extremo Norte, donde han decidido acampar por la noche. Este imponente espacio, una vez el corazón de Khazad-dûm, sirvió como un recordatorio de la grandeza perdida de los enanos y del peligro constante que acecha en la oscuridad.
La jornada comenzó a media mañana, cuando Gandalf lideró al grupo por un complicado laberinto de pasajes y salones. "Moria no es sólo una mina; es un reino entero bajo tierra," explicó el mago a nuestro corresponsal durante una breve pausa. "Es fácil perderse aquí, pero recuerdo el camino de visitas pasadas."
Legolas, siempre alerta, describió la atmósfera como "pesada y opresiva." "El aire parece cargar una memoria de tiempos antiguos, tanto de gloria como de desgracia," añadió el elfo. Gimli, por su parte, mostró una mezcla de orgullo y tristeza al caminar por los pasillos que una vez fueron transitados por su pueblo. "Esto fue obra de los más grandes maestros enanos," declaró. "Pero ahora es un reino de sombras."
Durante el recorrido, Aragorn advirtió que la Compañía debía mantenerse en silencio y evitar encender luces brillantes. "No sabemos qué criaturas podrían habitar aquí," señaló, manteniendo a todos en alerta constante. La tensión aumentó cuando Frodo, el Portador del Anillo, mencionó que sentía nuevamente una presencia siguiéndolos desde las sombras. "Es como un susurro en la oscuridad," dijo el hobbit, aunque no pudo identificar su origen.
Sam Gamyi, fiel a su maestro, no disimuló su preocupación. "Si alguien nos está siguiendo, prefiero enfrentarlo de una vez. Estos pasajes me ponen los pelos de punta."
Al caer la noche, la Compañía llegó a la Sala Vigésimo Primera del Extremo Norte, una vasta cámara sostenida por columnas titánicas que se extendían hasta perderse en la penumbra. Gandalf eligió este lugar para descansar debido a su tamaño y relativa seguridad. "Es un espacio donde podemos vigilar los accesos y recuperar fuerzas," explicó el mago.
Boromir, quien ayudó a asegurar el perímetro, comentó: "Es un lugar impresionante, pero no debemos bajar la guardia. Las paredes mismas parecen susurrar historias de tragedia."
Mientras tanto, Gimli aprovechó la ocasión para compartir con los hobbits la historia de Moria y su antigua gloria. "Esto no siempre fue un lugar de miedo," dijo, señalando una de las columnas talladas con inscripciones rúnicas. "Estas paredes cuentan historias de grandes banquetes y forjas poderosas."
Aunque el campamento transcurrió sin incidentes, la sensación de ser observados persistió. Legolas, quien montó guardia durante parte de la noche, declaró: "Los sonidos aquí son diferentes. No puedo decir si son ecos de nuestro paso o algo que se mueve con nosotros."
La Compañía planea continuar su travesía al amanecer, conscientes de que Moria guarda tanto maravillas como peligros. Gandalf, al despedirse de nuestro corresponsal, subrayó la importancia de mantener la calma y la unidad. "La luz nos guía incluso en la oscuridad más profunda," afirmó con determinación.
Seguiremos informando sobre los avances de la Compañía del Anillo en su peligrosa pero crucial misión.