Varda se encargó de llenarlas de luz y Manwë las consagró, siendo posteriormente situadas sobre dos altos pilares, uno en el norte, donde colocaron a Illuin, y otro en el sur, coronado por Ormal. Y con la luz de estas dos grandes lámparas las semillas plantadas por Yavanna comenzaron a germinar y brotar con rapidez, y así apareció en el mundo la hierba, el musgo, los helechos y los árboles, siendo más abundantes en las regiones centrales de la Tierra Media, donde ambas luces se unían y donde se encontraba la morada de los valar: la isla de Almaren. Además, acudieron toda clase de bestias que moraron en bosques y lagos, empezando así lo que se conoció como Primavera de Arda.
Se cuenta como Melkor, desde su fortaleza de Utumno, marchitó y corrompió a su alrededor parte de la Primavera de Arda; textualmente:
“Las criaturas verdes enfermaron y se corrompieron, las malezas y el cieno estrangularon los ríos; los helechos, rancios y ponzoñosos, se convirtieron en sitios donde pululaban las moscas; y los bosques se hicieron peligrosos y oscuros, moradas del miedo, y las bestias se transformaron en monstruos de cuerno y marfil, y tiñeron la tierra con sangre.”
La Primavera de Arda llegó a su fin cuando Melkor inició la Segunda Batalla de los Poderes, derribando las dos Grandes Lámparas y dando lugar a un gran cataclismo.
El término de La Primavera de Arda también es usado para denominar a la Edad de las Lámparas.