Drúadan
Lugar de origen: sur de Mordor
Emplazamiento habitual: valles de las Montañas Blancas; Bosques de Brethil, Ered Nimrais
Lengua o dialecto:
Otros nombres: Drû (pl. Drúin y Drúath); Rúatani; Drughu; Drûg; Oghor-hai; Hombres Salvajes de los Bosques; Woses; Rógin; Hombres Púkel
Es posible que los Drúedain fueran los primeros de entre los Hombres que cruzaran el Anduin en la Primera Edad. Provenían de tierras situadas al sur de Mordor y se asentaron, al principio, en los valles de las Montañas Blancas. Algunos de los Drúedain se unieron al Pueblo de Haleth y vivieron en los Bosques de Brethil, sin embargo, gran parte de ellos se quedaron en la zona cercana a las Ered Nimrais.
Los Drúedain eran bajos, de espaldas anchas y fuertes y tenían piernas pesadas; sus rostros también eran anchos, con grandes bocas y narices chatas y ojos hundidos y muy negros. Eran barbilampiños, a excepción de unos pocos pelos que formaban un mechón en la barbilla con apariencia de musgo. Sus voces eran guturales y muy profundas, pero su risa era un regalo: vibrante y contagiosa, transmitía alegría a cuantos la oían. Sin embargo, eran feroces en combate y odiaban a los Orcos (a quienes llamaban gorgûn), además de ser excelentes rastreadores. Según contaban los Rohirrim, los Drúedain eran expertos en el uso de venenos, pero según su propia ley, no podían utilizarlos contra criaturas vivas, con una sola excepción: los Orcos.
Algunas historias de la Primera Edad nos cuentan que los Drúedain eran capaces de permanecer absolutamente quietos durante días enteros, y que tenían grandes dotes adivinatorias, mágicas y curativas, tal y como se recoge, por ejemplo, en el cuento titulado "La piedra fiel" y que podemos encontrar en Los Cuentos Inconclusos. En este cuento se nos habla también de la gran maestría que demostraban los Drúedain en la talla de estatuas, de madera y piedra. Por otro lado, su lenguaje escrito era muy básico, con unos rudimentarios símbolos para marcar rastros o servir de advertencia.
Al término de la Primera Edad, algunos de los Drúedain que vivían con los Haladim marcharon con éstos a Númenor. Allí crecieron en número, pero en los tiempos de Tar-Aldarion, los Drúedain comenzaron a sentir una gran inquietud, preveyendo que algo malo se aproximaba. A partir de ese momento, comenzaron a embarcarse y marcharon de vuelta a la Tierra Media, pues según ellos mismos decían: "ya no sentían segura la Gran Isla bajo sus pies". En el año 3262 de la Segunda Edad, cuando Sauron fue llevado prisionero a Númenor, el último de los Drúedain partió de Númenor, por lo que, cuando el mar se tragó para siempre la isla, ya se habían marchado todos a la Tierra Media.
Durante la Tercera Edad no tenemos muchas referencias sobre los Drúedain. Sin embargo, los Rohirrim, por ejemplo, dudaban de su humanidad, llegando a perseguirlos y acosarlos. Durante la Guerra del Anillo, después de las Batallas de los Vados del Isen, los restos del ejército de Saruman que huyeron hacia el sur fueros atacados por grupos de Hombres Salvajes que salieron de las cuevas en las que vivían en Drúwaith Iaur. Además, Ghân-buri-Ghân ayudó a Théoden, guiando al ejército de los Rohirrim por caminos secretos, lo que fue fundamental para el desenlace de la Batalla de los Campos del Pelennor y la salvación de Minas Tirith. A cambio de esta ayuda, los Drúedain sólo pidieron una cosa: que les dejasen vivir en paz en sus bosques. Este deseo les fue concedido por el Rey Elessar tras la derrota de Sauron.