Lugar de origen: sur de Mordor

Emplazamiento habitual: valles de las Montañas Blancas; Bosques de Brethil, Ered Nimrais

Lengua o dialecto:

Otros nombres: Drû (pl. Drúin y Drúath); Rúatani; Drughu; Drûg; Oghor-hai; Hombres Salvajes de los Bosques; Woses; Rógin; Hombres Púkel

Hombres de la Primera Edad
Drúedain es el nombre con el que este misterioso pueblo es nombrado en la mayoría de los escritos, pero éste no era su verdadero nombre, sino el que se les dio en Sindarin (plural de Drúadan). También existía otra forma abreviada, Drû (plurales Drúin y Drúath), y que en Quenya era Rúatani. El nombre que se daban a sí mismos era Drughu, Drûg en la lengua del Pueblo de Haleth. Los Orcos, por su lado, los llamaban Oghor-hai. La gente de Rohan los llamaba Hombres Salvajes de los Bosques, que era una traducción aproximada de Woses, palabra arcaica poco utilizada en la Lengua Común, o Rógin, en la lengua de los Rohirrim. Existe otro nombre más, pero que durante mucho tiempo no se asoció con los Drúedain: Hombres Púkel. De esta forma se denominaban en Rohan las estatuas que se encontraban en el camino que subía a El Sagrario. Fue Merry, al ver el gran parecido entre aquellas antiguas esculturas y Ghân-buri-Ghân, quien comprendió quienes eran realmente aquellos Hombres Púkel.

Es posible que los Drúedain fueran los primeros de entre los Hombres que cruzaran el Anduin en la Primera Edad. Provenían de tierras situadas al sur de Mordor y se asentaron, al principio, en los valles de las Montañas Blancas. Algunos de los Drúedain se unieron al Pueblo de Haleth y vivieron en los Bosques de Brethil, sin embargo, gran parte de ellos se quedaron en la zona cercana a las Ered Nimrais.

Los Drúedain eran bajos, de espaldas anchas y fuertes y tenían piernas pesadas; sus rostros también eran anchos, con grandes bocas y narices chatas y ojos hundidos y muy negros. Eran barbilampiños, a excepción de unos pocos pelos que formaban un mechón en la barbilla con apariencia de musgo. Sus voces eran guturales y muy profundas, pero su risa era un regalo: vibrante y contagiosa, transmitía alegría a cuantos la oían. Sin embargo, eran feroces en combate y odiaban a los Orcos (a quienes llamaban gorgûn), además de ser excelentes rastreadores. Según contaban los Rohirrim, los Drúedain eran expertos en el uso de venenos, pero según su propia ley, no podían utilizarlos contra criaturas vivas, con una sola excepción: los Orcos.

Algunas historias de la Primera Edad nos cuentan que los Drúedain eran capaces de permanecer absolutamente quietos durante días enteros, y que tenían grandes dotes adivinatorias, mágicas y curativas, tal y como se recoge, por ejemplo, en el cuento titulado "La piedra fiel" y que podemos encontrar en Los Cuentos Inconclusos. En este cuento se nos habla también de la gran maestría que demostraban los Drúedain en la talla de estatuas, de madera y piedra. Por otro lado, su lenguaje escrito era muy básico, con unos rudimentarios símbolos para marcar rastros o servir de advertencia.

Al término de la Primera Edad, algunos de los Drúedain que vivían con los Haladim marcharon con éstos a Númenor. Allí crecieron en número, pero en los tiempos de Tar-Aldarion, los Drúedain comenzaron a sentir una gran inquietud, preveyendo que algo malo se aproximaba. A partir de ese momento, comenzaron a embarcarse y marcharon de vuelta a la Tierra Media, pues según ellos mismos decían: "ya no sentían segura la Gran Isla bajo sus pies". En el año 3262 de la Segunda Edad, cuando Sauron fue llevado prisionero a Númenor, el último de los Drúedain partió de Númenor, por lo que, cuando el mar se tragó para siempre la isla, ya se habían marchado todos a la Tierra Media.

Durante la Tercera Edad no tenemos muchas referencias sobre los Drúedain. Sin embargo, los Rohirrim, por ejemplo, dudaban de su humanidad, llegando a perseguirlos y acosarlos. Durante la Guerra del Anillo, después de las Batallas de los Vados del Isen, los restos del ejército de Saruman que huyeron hacia el sur fueros atacados por grupos de Hombres Salvajes que salieron de las cuevas en las que vivían en Drúwaith Iaur. Además, Ghân-buri-Ghân ayudó a Théoden, guiando al ejército de los Rohirrim por caminos secretos, lo que fue fundamental para el desenlace de la Batalla de los Campos del Pelennor y la salvación de Minas Tirith. A cambio de esta ayuda, los Drúedain sólo pidieron una cosa: que les dejasen vivir en paz en sus bosques. Este deseo les fue concedido por el Rey Elessar tras la derrota de Sauron.


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