Lugar: Campos de Pelennor, Gondor
Pueblos que participaron: Hombres de Gondor, Rohirrim, Orcos, Variags, Haradrim, Compañía Gris, Nazgûl, Trolls, Orientales.
Principales protagonistas: Gandalf el Blanco, Théoden, Príncipe Imrahil, Éomer, Éowyn, Rey Brujo, Gothmog, Aragorn.
Año o época: Marzo 3019 de la Tercera Edad.
Al caer Osgiliath y Cair Andros, las fuerzas de Sauron avanzaron sobre el campo del Pelennor y Minas Tirith. El príncipe Imrahil y Gandalf lograron salvar a algunos soldados que huían y rescataron a Faramir, refugiándose tras los muros de la ciudad. Durante la noche los ejércitos del Señor Oscuro tomaron posiciones alrededor de la ciudad y, al amanecer del día 14 de marzo del año 3019 de la Tercera Edad (aunque fuera un amanecer sin sol) la desesperación hizo presa de los soldados de Minas Tirith al ver incontables Orcos y Humanos ocupando toda la explanada, levantando trincheras y preparándose para el asalto. La batalla que entonces tuvo lugar fue la mayor de la Tercera Edad, y se llamó la Batalla de los Campos del Pelennor.
Inicialmente el ejército de Sauron, comandado por el Rey Brujo, asentó catapultas fuera del alcance de las flechas gondorianas. Éstas lanzaron proyectiles a gran altura, pasando por encima del primer muro y que, al caer, explotaban incendiando los edificios del primer anillo de la ciudad. Cuando las gentes de Gondor empezaban a apagar los incendios, cayeron sobre ellos las cabezas de los soldados que habían sido muertos al cruzar el Anduin, lanzadas por las mismas catapultas.
Los Nazgûl comenzaron a sobrevolar la ciudad, fuera del alcance de las flechas e incluso de la vista, sembrando el terror en los corazones de los Gondorianos. Gandalf tomó entonces el mando de la defensa de la Ciudad, acompañado del Príncipe Imrahil. Gandalf animó durante todo el día a los soldados, pese a que muchos se refugiaron tras la Segunda Puerta, pero al llegar la noche el ejército de Sauron por fin atacó. Las torres de asedio avanzaron. Los mûmakil arrastraban enormes torres y máquinas de guerra. E innumerables compañías de orcos y hombres atacaban sin dar tregua a lo largo de toda la enorme muralla que resistía aún.
Entonces hicieron avanzar con grandes bestias al ariete Grond. Los Orcos lo custodiaban, y aunque caían bajo las flechas y formaban una montaña de muertos, otros les reemplazaban y llegaron a la puerta. Enormes Trolls de las Montañas hicieron embestir a Grond contra la gran puerta. El Rey Brujo pronunció un hechizo y la puerta estalló. Él solo entró a caballo en la Ciudad Blanca, y tan sólo Gandalf montado en Sombragrís estuvo ahí para detenerle, pues todos los habitantes de la ciudad temblaron y sucumbieron al terror que portaba el Jinete Negro. El Rey Brujo reclamó su momento frente al mago blanco, que permaneció inmóvil ante él.
Y entonces un gallo cantó al amanecer. Las sombras comenzaron a retirarse y sonaron los cuernos, trayendo nueva esperanza: Rohan había llegado. Ayudados por los Woses, los jinetes de la Marca habían logrado sortear la vigilancia del ejército de Sauron y les habían llevado directamente al centro de la batalla a través del bosque de Drúadan. Comandados por Théoden, los jinetes arrasaron el frente de batalla de los invasores y concedieron un respiro a los gondorianos. El Rey Brujo salió de la ciudad y la guardia de Dol Amroth y de Gondor, comandadas ahora por el Príncipe Imrahil, defendió la puerta.
Pero Gandalf no pudo salir en pos del Rey Brujo como era su intención, pues Peregrin Tuk el hobbit llegó en ese momento a advertirle que Denethor se había encerrado con su hijo moribundo Faramir en la Casa de los Senescales, y pretendía inmolarse junto con él. Gandalf tuvo que subir a lo más alto de la ciudad para salvar a Faramir de la locura de su padre. Locura debida a que éste había usado una palantír y el mismo Señor Oscuro había sembrado en él así la desesperación. Gracias a Beregond, que defendió hasta el último momento a su señor Faramir, Gandalf y Pippin llegaron a tiempo para salvarle, pero Denethor lanzó una antorcha a la pira sobre la que estaba y ardió hasta morir. Así pereció el último Senescal de la Tercera Edad.
La mitad de la llanura del Pelennor estaba ahora reconquistada por los Rohirrim, pero en la otra media aún defendían el terreno los Haradrim, y Théoden abatió al Capitán Negro venido del Harad rompiendo su lanza en mil pedazos, y dispersando a los jinetes enemigos. Fue entonces cuando el Rey Brujo, que había abandonado la Puerta de Minas Tirith, llegó como una sombra montado en una bestia alada y derribó al Rey de Rohan que quedó atrapado bajo su fiel corcel Crinblanca. Los caballos se encabritaron y huyeron, pero el fiel Dernhelm permaneció frente al Rey Brujo defendiendo a Théoden. El Señor de los Nazgûl le ordenó que se apartara, pues ningún hombre viviente podía vencerlo, pero entonces Dernhelm se quitó el yelmo y reveló que, en realidad, no era un hombre, sino Éowyn hija de Eomund y sobrina de Théoden.
Éowyn cortó el cuello de la bestia alada y se defendió del Rey Brujo, que con su pesada maza rompió el brazo de la doncella. Y cuando todo parecía perdido para ella, Meriadoc el hobbit apuñaló, con una hoja del antiguo Oesternessë, la pierna del Rey Brujo, que se dobló con gran dolor. Éowyn aprovechó para clavar su espada en el rostro invisible del Rey Brujo, dándole muerte al fin.
Merry pudo despedirse de Théoden, no así Éowyn a quien en un principio su propio hermano Éomer descubrió y creyó muerta. Una gran locura se apoderó entonces de él, y volvió a la lucha con renovada ira y desesperación. Fue el Príncipe Imrahil quien se percató de que Éowyn aún estaba viva y ordenó llevarla a las Casas de Curación. Tras esto, el Príncipe salió con su escolta a caballo asistiendo a los Jinetes de Rohan, que veían con desesperación cómo nuevas fuerzas del Enemigo, ahora comandadas por Gothmog, se sumaban a la batalla: los Variags de Khand, los Hombres del Este, hombres del Sur y Hombres Negros del Harad.
Y en aquel momento, por el río aparecieron los barcos de los Corsarios de Umbar, y orcos y hombres del ejército de Sauron vitorearon y rieron. Los hombres de Gondor empezaron a retirarse, y Éomer en un principio pensó que había llegado el momento de morir en la batalla. Pero entonces ocurrió algo que ninguno de los allí presentes habría podido esperar: el primer barco enarboló un bello estandarte con un Árbol Blanco, Siete Estrellas y una corona, el emblema de Elendil que ningún rey había ostentado desde hacía largo tiempo. El estandarte había sido tejido por Arwen hija de Elrond, y anunció la llegada de Aragorn, heredero de Isildur, a quien habían perdido la pista desde que se dirigió con la Compañía Gris por los Senderos de los Muertos. Había derrotado a los Corsarios de Umbar gracias a la ayuda de los Hombres Muertos del Sagrario y, remontando el río, venía con los Dúnedain del Norte y un ejército de hombres del Lebennin, el Lamedon y los feudos del Sur, además de Legolas el Elfo, Gimli el Enano y Elladan y Elrohir, hijos de Elrond.
Así la batalla cambió las tornas inesperadamente, y cuando los ejércitos del Señor Oscuro veían ya segura su victoria, se encontraron con su perdición al quedar atrapados entre los ejércitos dirigidos por Aragorn, Éomer y el Príncipe Imrahil. Durante todo el día lucharon encarnizadamente, y al final prevalecieron y fueron muertos todos los enemigos de Gondor que había dentro del círculo del Rammas, y muchos de los que huyeron perecieron ahogados en el Río Anduin. Tan sólo unos pocos pudieron regresar al Este, llevando las noticias de la ira y el terror de Gondor.
Pero el precio que se pagó en aquella larga batalla fue muy alto. Muchos valientes soldados de todas partes de la Tierra Media perecieron aquel día. Sin embargo, la victoria hizo que se proclamara a Aragorn como Rey en Gondor, y precipitó la última decisión de enfrentarse a las fuerzas restantes de Sauron en la Puerta Negra, para dar una oportunidad a Frodo, portador del Anillo, de cumplir su misión y así derrotar definitivamente al Señor Oscuro.