La adaptación perdida de El Hobbit (1967): la primera película sobre la obra de Tolkien
Antes de que Peter Jackson hiciera historia con su trilogía de El Señor de los Anillos y mucho antes de las producciones animadas de Rankin/Bass o Ralph Bakshi, hubo una adaptación que se adelantó a todas ellas y mostró un hobbit (o algo así) por primera vez en la gran pantalla: una rareza casi olvidada, realizada con escasísimos medios y, aunque en un principio ambiciosa, finalmente se realizó con el único objetivo de cumplir con los términos de un contrato. Hablamos de The Hobbit (1967), una versión animada de apenas 12 minutos dirigida por Gene Deitch en Checoslovaquia y producida por William L. Snyder. Se trata no solo de la primera adaptación cinematográfica de la obra de Tolkien, sino también de la única realizada mientras el profesor aún vivía.
Hoy puede verse íntegramente en Elfenomeno.com (aquí el enlace a la película), y aunque su calidad sea, con justicia, objeto de crítica, la historia detrás de su creación es tan fascinante que convierte a esta producción en una pieza imprescindible de la arqueología tolkiendili.
Los derechos y el primer guion
En 1964, unos años después del intento fallido de Disney y Morton Zimmerman (de la cual se habla en nuestro clásico artículo "Un Hobbit Contra Hollywood", William L. Snyder (un productor independiente audaz y oportunista, conocido por sus maniobras legales tanto como por su olfato para proyectos inusuales, como vamos a comprobar) adquirió por tan solo 19.000 dólares los derechos cinematográficos de El Hobbit y una opción firme sobre El Señor de los Anillos, cuando apenas se había comenzado a hablar de Tolkien fuera de Inglaterra. Ese mismo año, entregó el encargo de llevar la historia a la pantalla a Gene Deitch, un animador que venía de ganar un Óscar con "Munro" (1960), y que por entonces vivía y trabajaba en Praga.Deitch reconoció años más tarde que, en aquel momento, no había oído hablar de Tolkien ni de El Hobbit, pero al leer el libro, descubrió su potencial como historia de aventuras fantástica. Empezó a escribir el primer guion cinematográfico de la obra, tomándose algunas libertades que hoy nos parecerían aberrantes: modificó nombres, introdujo canciones, cambió elementos del argumento e incluso creó un personaje nuevo, la princesa Mika de Valle, para “resolver” la soltería de Bilbo. En su intento de “americanizar” el relato para hacerlo más accesible al público de la época, alteró incluso los nombres de lugares y criaturas. Así, Gollum se convirtió en "Guloom", Smaug fue rebautizado como "Slag", los goblins (trasgos) pasaron a ser "grablins" (una mezcla entre "goblin" y "grab", "atrapar" en inglés... lo que podríamos traducir como "atrapasgos"), los trolls fueron "groans" ("gruñones"), y las Montañas Nubladas se transformaron en las "Barricade Mountains" ("Montañas Barricada" o "Barricada de Montañas").
Gene Deitch al principio no sabía de la existencia de El Señor de los Anillos (únicamente que era una "secuela para adultos" y que Snyder había adquirido también preferencia sobre los derechos de esa obra), y fue solo cuando descubrió la trilogía (ya en edición de bolsillo) cuando intentó reconfigurar su guion para preparar una posible secuela.
El sueño Trnka
Deitch tenía ambiciones visuales muy superiores a lo que el resultado final permitiría. Propuso que el diseñador del film fuera Jirí Trnka, leyenda del cine de animación checo, célebre por sus películas de marionetas y su estilo pictórico. El proyecto pretendía fusionar técnicas tradicionales con animación sobre escenarios físicos, una especie de “efecto retro” que Deitch denominó ImagiMation. Trnka aceptó y creó ocho bocetos a color que se conservan aún hoy como prueba del proyecto que pudo haber sido: entre ellos, diseños de Gandalf, un goblin y un dragón llamado Slag. Ninguno guarda relación con el espíritu o la estética de Tolkien, y ni siquiera el Bilbo de Trnka tenía pies peludos, pero los dibujos mostraban una intención artística clara y un tono visual muy alejado del resultado final.El guion completo y los diseños de Trnka debían servir para presentar el proyecto en Nueva York a posibles inversores. La popularidad de Tolkien empezaba a crecer en Estados Unidos, y el valor de los derechos cinematográficos se disparó. Pero entonces llegó el desastre: Snyder arruinó las negociaciones con 20th Century-Fox pidiendo demasiado dinero, y ningún otro estudio quiso apostar por el proyecto. El largometraje, tal como lo había concebido Deitch, quedó enterrado, aunque aún quedaba un giro en esta historia.
Una carrera contra el tiempo
Con la fecha límite del contrato aproximándose (el 30 de junio de 1966 según Deitch, aunque documentos posteriores lo sitúan en 1967), Snyder ideó una maniobra legal para no perder los derechos: el contrato solo exigía entregar “una película en color basada en El Hobbit”, sin especificar duración ni calidad. Y en la mente de Snyder se fraguó el plan final: retener los derechos estrenando "algo", lo que fuera, para poder revendérselos a Tolkien por mucho más de lo que le costaron a él, y así hacer negocio sin esfuerzo. Irónicamente, esta historia se repetiría en 2024 con la productora de Peter Jackson, que produjeron la película de animación La Guerra de los Rohirrim también con un presupuesto muy inferior al de una película de este calibre, por el mismo motivo: retener los derechos cinematográficos de El Señor de los Anillos, y seguir haciendo otras (más lucrativas) películas; aunque, para hacer justicia, la calidad y fidelidad a la obra original de La Guerra de los Rohirrim es inmensamente superior.
Así, Snyder ordenó a Deitch que destruyera su guion completo y preparara una versión ultracondensada de 12 minutos, barata y rápida que cumpliera, estrictamente, el requisito legal. Deitch aceptó el reto con resignación, a pesar de considerarlo un "encargo imposible". Trabajó junto al ilustrador Adolf Born, que ideó un estilo de recortables sobre fondos estáticos. Deitch grabó la narración en su propio apartamento con la voz de un locutor de la radio internacional checa, y utilizó música prestada por su amigo Václav Lídl. Todo fue realizado en menos de un mes plagado de contratiempos: Gene Deitch y Adolf Born trabajaron contrarreloj, día y noche, para completar el proyecto, pese a perder una semana entera por un viaje de Born a Alemania y a la baja por enfermedad de la cámara Zdenka Hajdová. La escasez de película virgen Eastmancolor amenazaba con detener el rodaje, y los números oficiales de la MPAA no llegaron a tiempo, obligándoles a falsificarlos para cumplir con los requisitos técnicos. Además, los laboratorios de Barrandov, saturados por encargos para la feria mundial de Montreal, retrasaron la entrega de copias, lo que hizo peligrar aún más el cumplimiento del plazo legal. Ante esta situación, Deitch incluso sugirió enviar los negativos a Nueva York para que la copia final se hiciera allí. Todo el proceso fue una auténtica carrera desesperada contra el calendario.El mismo 30 de junio, el día que expiraban los derechos, la película fue proyectada en una pequeña sala de Manhattan. Snyder, para cumplir con la literalidad del contrato, pagó a varias personas por la calle (les entregaba una moneda de 10 centavos que luego ellos le devolvían como pago de la entrada) y les hizo firmar que habían pagado por ver una “película animada en color de El Hobbit”. Con ese documento, pudo revender los derechos a la Tolkien Estate por 100.000 dólares, con lo que obtuvo una ganancia considerable… mientras que Deitch no recibió nada.
Un desastre animado… y una joya arqueológica
La película en sí es una curiosidad más que una obra. Su argumento es un resumen absurdo, disparatado y nada fiel de la novela original: Slag, un dragón que destruye Valle, la ciudad de las Campanas Doradas, es enfrentado por Bilbo con la ayuda de la princesa Mika y del general Thorin. Bilbo obtiene el Anillo tras un encuentro con “Guloom” y derrota al dragón disparándole la Piedra del Arca al corazón. Luego se casa con Mika y vuelve a Hobbiton. No hay enanos (Thorin Escudo de Roble es un general de Valle), ni elfos, ni arañas, ni Batalla de los Cinco Ejércitos, ni Beorn... ni prácticamente nada de la novela original excepto alguna pequeña inspiración.
La animación es mínima: planos fijos con leves movimientos de cámara sobre ilustraciones estáticas y recortables. No hay diálogos, solo una narración monótona. La fidelidad a Tolkien es prácticamente nula, pero su valor reside en lo que representa: el primer contacto de la obra de Tolkien con el cine.
La película permaneció oculta durante décadas, hasta que en 2012 fue redescubierta por Adam Snyder en los archivos de Rembrandt Films. Gene Deitch, que ya tenía más de 80 años, contó entonces toda la historia en su blog GeneDeitchCredits, incluyendo los detalles más surrealistas del proyecto. En una entrada particularmente conmovedora, recuerda cómo fue a visitar a Jirí Trnka a su casa en 1969 para pedirle que firmara los bocetos originales, y cómo se encontró con una ambulancia llevándoselo en estado grave. Trnka falleció ese mismo día, a los 57 años. Desde entonces, Deitch conservó cuatro de aquellos bocetos enmarcados sobre su cama como símbolo de lo que pudo haber sido.Hoy, The Hobbit (1967) puede verse en Elfenomeno.com. No por su calidad, sino por su significado. Es una cápsula del tiempo, un engaño legal convertido en testimonio histórico, y el primer paso —torpe, forzado, pero ineludible— del viaje cinematográfico de la Tierra Media.
Visita aquí la galería completa de ilustraciones y la película de The Hobbit (1967).